I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Vence, Creador invicto
Este himno es una aclamación, un augurio a Cristo: Vence. Todas las
estrofas (versos de ocho con terminación de diez, desprendiéndose de la
asonancia o consonancia) no quieren ser otra cosa sino repetición del
augurio.
“En el mundo
tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Y
los cristianos, en sus inscripciones y en sus palabras, desde el principio
hasta hoy han aclamado y seguiremos aclamando a Cristo: “¡Vence!”. En
griego este imperativo de triunfo y confesión dice: Nika, palabras
que encontramos en las inscripciones cristianas y que la Iglesia griega
sigue utilizando hasta nuestros días.
Le aclamamos, le
cantamos, le felicitamos a Cristo: Vence, vive, sé quién eres, goza,
fulge; lumbre para siempre a ti. Lo demás…, palabras que explayen el
corazón en la grandeza de Cristo, que recuerden su vida y que afirmen
nuestra esperanza.
Esto es el himno,
que puede cantarse en Laudes, en Vísperas, y también al finalizar el día
con Completas.
Vence, Creador
invicto,
que en tu pensamiento llevas
al primer formado Adán
y al postrer humano de la historia.
Vive para siempre, Vida,
¡oh belleza en alma y cuerpo!,
que eres el perfecto amor,
senda sin error de caminantes.
Sé quién eres, Hijo eterno,
hombre entero de los hombres,
Hijo experto de dolores,
Dios de Dios, Señor que fuiste siervo.
Goza, fulge en tu hermosura,
ebrio ya de toda dicha,
tú que bebiste mi copa,
cáliz de mi crimen y amargura.
Lumbre para siempre a ti,
fuego en el seno divino,
oh Jesús, dulce victoria,
Bienamado al Padre retornado. Amén.
Rufino María GRÁNDEZ
(letra) – Fidel AIZPURÚA (música), capuchinos. Himnos para el Señor.
Editorial Regina 1983. Pp. 155-157.