I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Que no cedió su cuerpo humano al polvo
(Jesús, Pascua
florida)
La New Age, que anhela romper toda atadura para que el hombre se
encuentre mística y profanamente en Dios... (en un Dios que, por otra
parte, no es el Dios personal de Jesús), nos ha recordado que acaso
estemos en deuda con la Madre Tierra.
Hemos de tener
clara conciencia, como ya intuyeron los profetas, de que la Tierra, aliada
esencial del Hombre, formará parte de la redención. Pablo nos lo dice con
palabras enardecidas cuando habla de los dolores de parto de la creación (Rm
8).
Dichosamente el
acontecimiento ya se ha verificado germinalmente en Cristo, pues cuando él
nos ha redimido, ha reconciliado la creación.
Esto es lo que
queremos cantar. Jesús es el foco de la redención espiritual y corporal.
La materia, parte del destino humano, en él adquiere el esplendor de la
gloria. Él no terminó en el polvo, aunque el polvo del mortal amante sea
“polvo enamorado” (Quevedo); él remató su carrera en la vida. Y su vida ha
contagiado de vitalidad el mundo entero, el cosmos. Cuando su alma abrazó
al humano cuerpo, saltó la chispa del nuevo mundo: la reconciliación y la
unidad. A partir de aquel punto divino hay una conspiración a la armonía;
es la armonía de la vida, que convoca a todas las partículas de la
creación.
¡Ojalá que el
anhelo del canto sea verdad y paz en nuestros corazones amantes!
Que no cedió su
cuerpo humano al polvo,
ni al polvo enamorado que suspira;
que fue hasta el fin, siguiendo su carera
a enarbolar la palma de la vida,
Jesús, Pascua florida.
El alma dio un abrazo al talle hermoso:
y dijo Dios: “Que sea la armonía”;
la muerte fue al abismo para siempre
y amaneció incorrupta la alegría,
Jesús, Pascua florida.
Que sea la armonía, hombre y tierra,
y dancen juntos, vivan a porfía,
y el coro de los ángeles se una
para cantar la paz definitiva,
Jesús, Pascua florida.
Recibe, Cristo hermano, la oblación
de la unidad que hiciste en tu familia;
excelso Creador bendice y sella,
las nupcias del Espíritu y la arcilla,
Jesús, Pascua florida.
Oh Cristo santo, río de los cielos,
oculto como grávida semilla,
el mundo lleva a Dios en sus entrañas
porque eres tú el grano que germina,
Jesús, Pascua florida.
Dulcísimo Jesús de la Alianza,
Jesús de pan y vino, y de María,
Jesús Resucitado, a ti el honor
y de la Iglesia toda pleitesía,
Jesús, Pascua florida.
Estella, 3 de mayo de 2001