I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Oh trance de
Pasión, ahora gozo
Cuando decimos “Misterio Pascual” (término clave y clásico que la teología
recupera con vigor a mediados del siglo XX) decimos, de modo simultáneo,
Muerte y Resurrección, beata Passio et gloriosa Resurrecctio. Si
quitamos uno de los dos aspectos, con esta mutilación anulamos el
misterio.
Hecha esta previa
aclaración, ahora sí que podemos decir que el corazón se puede deleitar y
apacentar en la segunda vertiente y ver en ella la creación y aparición
del mundo nuevo. El “antes” y el “ahora” se funden en un solo misterio. Y
así lo vamos haciendo en este himno. No podemos olvidar el cuerpo
ensangrentado…, el Pastor en Cruz…
No lo olvidamos,
pero permítanos el Señor descansar en la nueva realidad, patrimonio de
salvados, pues la nueva condición de Jesús nos introduce a nosotros en el
Paraíso.
Oh trance de
Pasión, ahora gozo,
ahora paz, eterna primavera,
oh cuerpo ensangrentado por espinas,
ahora flor perenne, nueva era.
Capullo reventado, Cristo muerto,
Señor Jesús, que ensanchas tu alma entera
y creas de tus células la vida,
la nueva humanidad que nos espera.
Inicias el camino tú, valiente,
Pastor en Cruz, cayado de madera;
deshaces las tinieblas, que eres luz,
Pastor de amor, victoria verdadera.
Y el mundo en trance se alza contemplando
tu rostro amanecido en la ribera,
tus ojos, patrimonio de salvados,
tus dulces labios, donde el Verbo era.
(A ti levanta voz y canto nuevo
la esposa que te mira y te venera:
oh Cristo, Redentor del universo,
cautivos de tu gracia, vence, impera! Amén.
Laguna de Cameros, 11 marzo 1989