I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Nuestro Pastor se
ha alzado de la tumba
IV Domingo de
Pascua
Jesús, Buen Pastor. La contemplación del Buen Pastor que tiene la Iglesia
es mística y pascual. El tema del Buen Pastor en san Juan no es una
parábola, sino una alegoría, alegoría de la vida establecida entre Cristo
y su Iglesia.
El himno comienza
viendo al Buen Pastor que se alza de la tumba. El Pastor, que empuñando el
cayado, camina, camina con un rebaño de la resurrección al Padre. Él va
delante (Jn 10,4), va por el sendero de la vida (Sal 15,11), el rebaño lo
acompaña (Ap 7,17).
El rebaño no teme
el peligro del lobo: “Tu vara y tu cayado me sosiegan” (Sal 22,4). El
rebaño avanza tranquilo, porque avanza en obediencia a su Pastor.
Como pinta san
Juan, hay una interrelación vital de conocimiento y amor entre el Pastor y
las ovejas (estrofas cuarta y quinta). El Pastor nos conoce, somos suyos:
“Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía” (Salmo
94), “Él nos hizo y somos suyos, ovejas de su rebaño” (Salmo 99).
Y a su Pastor
conocen las ovejas: “Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas y las
mías me conocen a mí” (Jn 10,14).
Esta es la contemplación del Buen Pastor que nos introduce en los
silenciosos secretos del Señor.
Nuestro Pastor se
ha alzado de la tumba,
ha empuñado el cayado y se adelanta,
y va por el sendero de la vida,
un rebaño escogido lo acompaña.
No puede el lobo herir de eterna muerte
si el Pastor nos defiende con su vara;
el rebaño, seguro y obediente,
al lado del Pastor tranquilo avanza.
El rayo y la tormenta se disipan
por el sol que alumbró la clara Pascua;
ya no habrá noche ni temor maligno,
sigue el rebaño y canta su alabanza.
El Pastor nos conoce, somos suyos,
por el cuerpo y el alma nos traspasa;
y es su mirada espejo de su Padre,
la verdad y la paz, gozosa calma.
Y a su Pastor conocen las ovejas,
los suaves silbos, las secretas hablas;
igual que el Padre al Hijo bienamado,
el rebaño al Pastor le mira y ama.
¡Oh buen Pastor y guía de la Iglesia,
revestido de luz por la mañana,
bendito tú que muerto por tu grey
hoy te gozas al verla rescatada! Amén.
Rufino María GRÁNDEZ
(letra) – Fidel AIZPURÚA (música), capuchinos. Himnos para el Señor.
Editorial Regina 1983. Pp. 151-154.