EL AŃO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

I. Himnos múltiples para el tiempo pascual



Memoria de Jesús radiante y clara
Espíritu de Pascua

(Sobre Jn 14,23 26,
del Evangelio del VI domingo de Pascua, ciclo C)


Dice así Pablo, y lo proclama la liturgia pascual de los jueves por la mańana: Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros (Rm 8,10 11).

Es el misterio trinitario que queremos cantar y vivir. El Padre ha resucitado a Jesús por el Espíritu. Por el Espíritu se hizo la encarnación; por el Espíritu aconteció la resurrección.

El Espíritu es la energía de Dios, es la vida de amor de Dios. Y el amor todo lo puede cuando el amor es de Dios. Jesús murió a consecuencia del pecado, no del suyo, sino del nuestro; porque el mismo Pablo se atreve a decir que Dios “a quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2Co 5,21).

Y ésta es nuestra realidad: que hoy nuestro cuerpo está muerto, por causa del pecado; mas no el espíritu, que está vivo y resucitado por la justificación. Y el Espíritu habita en nuestra morada y es germen vivificador. Un día este “cuerpo de pecado” será cuerpo de gloria, porque lo ungirá el Espíritu, como penetró a Jesús el día de la resurrección.

Este himno se presenta como evocación, un gusto al paladar, de palabras que Jesús pronuncia en la sobremesa de despedida, anunciando que él nos va a mandar el Espíritu de junto al Padre.

El Espíritu del Seńor es para nosotros Espíritu de Pascua. Con esta palabra, colofón de cada estrofa, queremos subrayar lo más específico del Espíritu en la revelación del Nuevo Testamento. En efecto, el Espíritu, ya presagiado en la vena profunda del Antiguo Testamento, que era Palabra de un Dios que, siendo como es Padre, Hijo y Espíritu iba tejiendo una historia de salvación, se revela en su esplendor en la santa resurrección de Cristo Jesús. El Espíritu es el fruto de la Pascua, la culminación de todo lo que entregó al mundo, la entrega misma de Jesús como Resucitado, Espíritu de Pascua.

El Espíritu de Pascua va a ser memoria de Jesús, Memoria de Jesús radiante y clara. Va a ser Memoria de Jesús tras su partida. Él nos va a ir diciendo, en cada momento de la historia, cómo ha de afrontar el cristiano las nuevas situaciones que la vida le presente. Y esta misión la cumple el Espíritu “recordando”, haciéndonos volver al significado mismo de la vida de Jesús hechos y palabras en quien el Padre nos ha dado la revelación plenaria.

En fin, el Espíritu, como el Padre y el Hijo, tiene morada en el corazón. La Iglesia como comunidad, el fiel como creyente, es templo de la Trinidad. El Dios de nuestra fe habita inmanente y fecundo dentro de mi corazón, es el mismo Dios que con amor rige cielo y tierra, haciendo una historia de salvación.

(Acaso el himno pueda ser especialmente oportuno para el tiempo que va de la Ascensión a Pentecostés).


Memoria de Jesús radiante y clara,
maestro que haces vida el Evangelio,
aliento del Seńor en sus palabras,
perenne novedad de sus recuerdos,
Espíritu de Pascua.

Espíritu de Pascua, amante Espíritu,
seguro timonel que lleva a puerto,
Espíritu de amor, delicia honda
que late suavemente en nuestro pecho,
Espíritu de Pascua.

Memoria de Jesús tras su partida,
anillo de Dios trino aquí en el suelo,
testigo permanente, luz fecunda,
Espíritu de paz y de consuelo,
Espíritu de Pascua.

ˇOh, ven, divino Espíritu y habita,
y cumple entre los tuyos tu deseo!,
la Iglesia es tu morada deseada,
y cada corazón tu santo templo,
Espíritu de Pascua.

Venid los Tres, conforme a la promesa,
poned en mí la mesa del encuentro,
los Tres conmigo en unidad de gracia,
el alma en el hondón, confín el cielo,
Espíritu de Pascua.

ˇDivina Eternidad, oh Tres Personas,
oh historia celestial en Dios terreno,
en cielo y tierra sea la alabanza,
cantando por Jesús el himno nuevo,
Espíritu de Pascua!


Estella, 27 de mayo de 2001, domingo VI de Pascua.