I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Es la roca manantial
Pablo pudo decir: “Bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca
era Cristo” (1Co 10,4). Y nosotros confesamos que la roca abierta de donde
brota el agua (Nm 20,13) es el costado del Señor, y de ese río de delicias
quisiéramos beber.
O recordando El
Cantar Divino, quisiéramos que la grieta de la roca fuera nido, donde
cobijarse la paloma (Ct 2,14).
Quisiéramos ser
como las dos aves más vecinas del hombre, el gorrión y la golondrina, que
ponen su nido en nuestro domicilio, según lo canta el salmo 83.
El cuerpo del
Señor, que según los cuatro Evangelio fue honrado antes de la cruz con una
unción amorosa, y que en Betania fue ungido con un perfume de nardo puro,
muy caro, para la sepultura (cf. Jn 12,1ss), ese cuerpo es nuestro templo
y altar. Por eso acudimos a él para cobijarnos.
Este cuerpo es el
cielo; en él se vierte toda la Trinidad. Es un cuerpo para poseerlo ya hoy
desde la fe, para cantarlo con un in menos amor, y esto es lo que
quisiéramos hacer, adorando al Señor resucitado.
Es la roca
manantial
tu pecho, fontana pura,
río del río de Dios,
destilas por la hendidura,
sangre virgen, agua limpia,
dulzura de la dulzura.
Desde esa fontana nace
el cielo, la Pascua tuya;
el cielo es tu cuerpo vivo,
carne y luz de la hermosura,
hogar para siempre estar,
amor que mi fe disfruta.
¡Oh cuál quisiera, paloma,
libre soltarme a la altura,
y por tu peña horadada
hallar la casa segura,
y habitar donde el Amor
fue más fuerte que la tumba!
El gorrión de alegre vuelo
y la golondrina oscura
en nuestros techos hallaron
cálida casa a sus plumas:
así, Señor, tus altares,
tu cuerpo, amorosa cuna.
Fuiste rociado de nardo
antes de la sepultura,
cuerpo adorable -¡Jesús!-,
cuerpo de vida incorrupta,
ara del culto celeste,
ribera de nuestra ruta.
¡Oh cuerpo divino, alzado,
inmortal fruta madura,
seas glorioso y bendito,
radiante de tu blancura,
antes del alba engendrado
y hoy coronado en la lucha! Amén.
Rufino María GRÁNDEZ
(letra) – Fidel AIZPURÚA (música), capuchinos. Himnos para el Señor.
Editorial Regina 1983. Pp. 158-161.