I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
El amor y la muerte han combatido
¿Quién podrá cantarle como se lo merece? Jesús, Señor, no lleves a mal que
nosotros te cantemos, que ya sabemos, sí, que eres más hermoso que la
hermosura de nuestras palabras y melodías... Más si te cantamos es porque,
por ti, nos ha tocado en suerte una infinita partecita de tu hermosura.
He aquí, una vez
más, un canto al Hermoso, a ese cuerpo que resucitado fue el amor
vencedor. Que el amor es más fuerte que 1a muerte y le vence a 1a muerte,
ya lo dijo el Cantar Divino (Ct 8,6) y lo han dicho todos los amantes
locos y verdaderos. Pero esto hasta e1 presente solo se ha visto cumplido
de modo acabado en Jesús. Ahí está su cuerpo perfecto, ahí está la
Eucaristía, ahí está 1a gracia santificante. ¿No lo veis?
Oh Jesús, desvela
tu rostro, porque tú estás con nosotros, realmente estás. Descubre tu
cabeza de Rey invicto, porque muriendo en 1a Cruz eras nuestro Rey
invicto.
¡Oh Jesús, amor y
hermosura, a ti te cantamos!
El amor y la
muerte
han combatido,
y la muerte al amor
no le ha podido.
Fue el amor lo primero
que el Padre quiso.
¡Ah!, qué cuerpo perfecto
- tacto divino - ;
con los labios y boca
yo lo he comido,
y esa sangre encendida
yo la he bebido.
La corona de espinas
la frente ha herido,
y de perlas preciosas
quedó ceñido;
reclinó la cabeza
cual Rey invicto.
Roja llama del día,
fuerte latido,
se quedaron los hombres
de luz vestidos,
y el pecado de Adán
se fue al olvido.
Es un canto de gloria
el Cuerpo Místico;
todos gracias te dicen,
¡oh Jesucristo!,
suave amor de la tierra,
cielo ofrecido. Amén.
Jerusalén, diciembre 1985
RUFINO MARÍA
GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnario de las
Horas. Editorial Regina, Barcelona 1990