III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones
Simón, hijo de
Juan
El himno se
presenta como una meditación afectuosa del Evangelio de Jn 21,15-19
Noticia. En la época de mis estudios en Jerusalén (Convento de la
Flagelación, 1984-1987), tuve la gracia de compartir unos días con mis
hermanos franciscanos de la pequeña fraternidad de Tabgha, en la mismísima
ribera del lago. Allí escribí unos “Himnos del Lago”, y el primero, el del
PRIMADO DE PEDRO
Simón, hijo de
Juan,
le dijo junto al lago,
¿me amas de verdad y humildemente,
al modo como yo os he amado,
con todo el corazón y toda el alma,
con sangre y en silencio hasta el Calvario?
Simón, hijo de Juan,
apóstol designado,
¿aceptas ser pastor de los pastores,
el báculo de amor para tu mando,
aceptas ser primero en el servicio,
el último lugar por tu primado?
Simón, hijo de Juan,
pastor que yo consagro,
¿aceptas mis ovejas y corderos,
la Cruz que ha redimido por cayado?,
¿me quieres de verdad, Simón querido,
que pueda yo entregarte mi rebaño?
Señor, le dijo Pedro,
humilde y confesando,
Señor, mi vida es tuya, tú la sabes,
tú sabes que te quiero sin engaño,
y más decir no puedo, me conoces,
ya sólo en tu mirada yo me amparo.
Jesús ató este amor
y nadie ha de soltarlo;
lo dio como carisma de pastores,
el don para regir al pueblo santo,
allí al amanecer junto a las aguas
después de dar el pan y el pez asado.
¡Oh Cristo, Buen Pastor,
Jesús Resucitado,
viviente estás en medio de tu Iglesia,
estás presente en Pedro y sus hermanos;
sumisos a tu vara te sentimos
y a ti te bendecimos y adoramos! Amén
Tabgha, 6 marzo1987