EL AÑO LITÚRGICO |
III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones Rompió la luz la roca
¿Adónde miramos y a quién iremos, avanzando con vértigo en la historia? Pondremos los ojos en Jesús. ¡qué dulce sabor en la boca por llamarte así, tan sencillo, Jesús!, pondremos los ojos en él, que, al ir al regazo del Padre, su cuna y trono, ha pasado los tiempos y los ha llenado todos. Misterio entrañable y fructuosísimo ese de su transcendencia allá en el Padre con el Espíritu, inmanente, aquí en nosotros, en lo más íntimo de mi intimidad. Un año más cantamos al Señor de nuestra Pascua. Él vive en la Trinidad, porque es Uno de la Trinidad, y allí el tiempo deja de ser tiempo, porque Dios lo circunda todo y lo penetra todo. Nos basta la fe para contactar con esta actualidad y seguir remando mar adentro..., mar adentro, sabiendo que él, que ha pisado nuestra tierra, no nos puede faltar. Duc in altum! es la consigna del Sucesor de Pedro, novo millennio ineunte, evocando la pesca del lago (Lc 5,4). Y le miramos a él, resucitado, lo más bello del cielo y de la tierra, a él, que nos da serenidad, mientras no le demos el abrazo eterno.
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