EL AÑO LITÚRGICO |
III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones ¡Oh llave de los misterios!
- El misterio de la Trinidad, luz fontanal de todo, lo confesamos como misterio pascual, porque sólo en la Pascua se nos revela la divinidad de Cristo. - El misterio de la Encarnación, igualmente, es misterio pascual en el sentido de que al alcanzar a Jesús como Hijo de Dios en la sagrada Pascua, desde ahí asumimos el desrrollo íntegro del misterio de Cristo. Pero, más bien, en este himno tendemos la mirada al futuro: el “cielo encendido”, “el cielo perenne”. Al hacer la síntesis entre el “origen perfecto” y el futuro que ha irrumpido le pedimos a Jesús, con la carta a los Efesios, que infunda sus dones en la Iglesia. “Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres.¿Qué quiere decir « subió » sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo” (Ef 4,8-10).
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