EL AÑO LITÚRGICO |
III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones ¡Oh Rey de paz, hermano de los hombres!
* * * El 11 de marzo fue un nuevo día de sangre para la humanidad. Doscientos inocentes, trabajadores del pan de cada día, cayeron bajo las bombas de los terroristas en Madrid. ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tanto absurdo, tanta inhumanidad, tanto desgarro y desolación entre seres queridos? Nuestras razones se quedan quebradas, porque no hay causa razonable que explique la muerte de un ser humano... Nosotros mismos, en nuestro desvarío, somos nuestros propios verdugos. Entonces, como creyentes, miramos con una súplica a Dios; como cristianos, miramos a la Cruz del Redentor. Y, al final, miramos a Jesús vencedor que impera sobre el odio, al iniciar su vida nueva. Y esto quiere cantar este himno pascual: la victoria cierta del amor, por la muerte de Jesús. Lo que siguió a su muerte es lo que nos espera. Y esto que siguió está hoy en acción en el mundo. Por eso, anclamos en él nuestra esperanza, para cantarle como, pese a todos los pesares, puede cantar un enamorado: ¡Oh Rey de paz, hermano de los hombres...!
|