EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

III. Himnos pascuales enviados como felicitaciones

 

Cuanto la lengua a proferir no alcanza


Una vez más nos dirigimos al cuerpo del Señor resucitado, futuro de toda la historia que viene. En estas estrofas de cinco versos endecasílabos, sin preocupación por la concordancia o asonancia literaria de las terminaciones, el pensamiento y el amor quisieran ser densos desde la teología y la contemplación.

¿Qué es el cuerpo del Señor? ¿Qué es su santa carne? Es el todo: Cuanto la lengua a proferir no alcanza, tu cuerpo nos lo dice.

El cuerpo del Señor es la fuente bautismal. ¿No nos ha enseñado Pablo en este sentido?

El cuerpo del Señor, cuanto el amor humano sueña y quiere, es secreto de la creación, luz de las estrellas.

El cuerpo del Señor es la herencia trinitaria; y es el principio de lo que será la vida divina.

Este es el cuerpo incorruptible que nosotros queremos contemplar en su vuelo ascensional; este es el cuerpo de cuyos labios ha fluido el Espíritu, como testifica Juan: "Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 22).

Con este cuerpo, nosotros, salvados, ascendemos hasta la diestra poderosa.


Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!

Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.

Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.

Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.

Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.


RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (música) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona 1983. 123-126.