EL AŃO LITÚRGICO |
III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones ˇBendito seas, Padre! (Para Pascua 1999, en el ańo dedicado al Padre)
Impulsados por el precepto saludable del Seńor, nos atrevemos a decir: Padre nuestro... El verso principal de este himno pascual es la coronación de cada estrofa: ˇOh Padre de Jesús y nuestro Padre! Cuando Jesús llamaba a Dios “Padre” y él oraba llamándole siempre así se hundía en el misterio divino; su vida entera, su origen sin confines, su destino que el Padre poseía, todo, era pronunciado en un acto de confianza y arrojo total. Llamar a Dios “Padre” era toda su fe, todo el sentido de su existencia, toda su vocación. La palabra “Padre” nos introduce en el secreto ardiente de la Trinidad; no tiene fronteras. Y nos adentra igualmente en la entrańa de nuestra vida.
Padre, simplemente
Padre, es nuestra suprema confesión de fe. Y desde ahí miramos el mundo que el Padre tiene en su diestra, que el Padre acaricia con su mirada. Desde el Padre contemplamos el perdón sin fondo, la casa abierta. Y escribimos estas cosas oh dolor en el cuarto día de los bombardeos de Kosovo. El Padre no quiere esto, no puede quererlo.
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