TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS

(XXIX)


Me saciaré, Dios mío, en tu presencia
Himno sobre la Encarnación


En el Oficio de lectura del 5 de enero leemos una sección de un sermón de San Agustín sobre el Nacimiento del Señor. He aquí el párrafo que nos ha inspirado este Himno sobre la Encarnación, que puede rezarse antes o después de la Epifanía.

“Y, en uno de los salmos, uno de nosotros, en nosotros y por nosotros, le dice al Señor: Me saciaré cuando aparezca tu gloria. Él y el Padre son una misma cosa, y el que lo ve a él ve también al Padre. Por tanto, el Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria. Cuando se vuelva a nosotros, nos mostrará su rostro; y seremos salvados y quedaremos saciados, y eso nos bastará.

Hasta que llegue este momento, hasta que nos muestre aquello que ha de bastarnos, hasta que podamos beber y saciarnos de aquella fuente de vida que es él mismo, mientras caminamos por la vía de la fe y vivimos en el destierro, lejos de él, mientras tenemos hambre y sed de perfección y santidad y deseamos con ardor inefable contemplar la belleza de Dios, celebremos con humilde devoción su nacimiento en condición de esclavo.

- No podemos aún contemplar cómo es engendrado por el Padre antes de la aurora;
festejemos su nacimiento de la Virgen en plena noche.

- Aún no percibimos cómo su nombre es eterno y su fama dura como el sol;
reconozcamos que su tienda ha sido puesta en el sol.

- Aún no vemos al Unigénito que permanece en el Padre;
recordemos al Esposo que sale de su alcoba.

- Aún no ha llegado el momento de sentarnos a la mesa de nuestro Padre;
veneremos el pesebre de nuestro Señor Jesucristo”.
(San Agustín, Sermón 194,3-4: PL 38, 1016-1017)


Me saciaré, Dios mío, en tu presencia
en el día feliz de la esperanza;
hoy en la fe te miro y te celebro
que un mismo sacramento nos enlaza.

Cuando era el tiempo luz, antes del tiempo,
eternamente el Padre te engendraba;
hoy cantamos tu santo nacimiento
cuando una Virgen pura te alumbraba.

Cual Unigénito del Padre existes
antes de ser visible en carme humana;
hoy te abraza la Iglesia como a Esposo
que sale de su alcoba hacia su amada.

Un día con el Padre tú y nosotros
hemos de celebrar tu eterna Pascua;
hoy, Navidad, la mesa es un Pesebre,
y tú eres Pan, Jesús, entre las pajas.

¡Jesús, Hijo de Dios, Verbo encarnado,
que inunde cielo y tierra la alabanza:
radiantes con los ángeles cantemos:
el Santo de los santos ama y salva! Amén.


Puebla, 5 enero 2008