TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS

(XXVIII)


En la esperanza salvados


Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es en esperanza (spe enim salvi facti sumus); y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia” (Romanos 8,19-25).

Contemplamos el misterio de la Encarnación a la luz de la esperanza, al eco de la encíclica que en la fiesta de San Andrés (30 de noviembre de 2007) acaba de publicar el Santo Padre Benedicto XVI. La carta inicia con el texto paulino de Romanos 8,24: Spe salvi, fórmula “praegnans”, que podemos glosar así: Hemos sido “ya” salvados en la realidad de la esperanza; la salvación está ya cumplida en Cristo, en el cielo, mientras nosotros seguimos caminando y gimiendo en el tiempo de “la espera”. Jesucristo es la Esperanza de Dios, objetivada en la Encarnación. Con estos sentimientos nos acercamos a adorar a Dios Encarnado en el seno de la Virgen María y puesto en el Pesebre.


1. En la esperanza salvados,
guardada mi vida en Cristo:
y en la esperanza mi espera
busca su rostro divino.

2. Gime conmigo la tierra,
que fue salvada conmigo:
es ya y no todavía
en los hijos redimidos.

3. Yace el Verbo en el Portal,
dispuesto a hacer mi camino;
mi Redentor, que es mi Hermano,
a este amor ha descendido.

4. El mundo que gime adora
amante y estremecido:
en tu Cuerpo y en tu Espíritu
queremos vernos metidos.

5. Tú eres, Señor, la esperanza,
Dios de amor amanecido:
eres presente y futuro
y el corazón de mí mismo.

6. Junto a tu Madre me postro
y adoro con sus latidos;
¡Madre, estrella de esperanza,
en el mar embravecido!

7. ¡Salve, Esperanza de Dios,
Todo Santo Jesucristo:
Desde el seno de tu Padre
sálvanos, por ti queridos!


Alfaro (La Rioja), 15 de diciembre de 2007.