Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS
(XXIV)
Espíritu de amor y Encarnación
“Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen”. Así confiesa
nuestra Fe. Esta fe interpreta lo que quedó escrito en las páginas del
Evangelio. “María respondió al ángel: -¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón? El ángel le respondió: -El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que
ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,34-35).
El mismo argumento aplicamos para explicar qué acontece en
la Eucaristía. Por el Espíritu se opera la consagración; sin Espíritu no
habría consagración. El reciente Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía ha
insistido repetidas veces en el valor y significado específico de la
epíclesis.
Y san Francisco trasladaba el mismo modo de pensar a la
comunión. “Así pues, es el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles,
el que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor” (Adm. 1: Del cuerpo
del Señor, 12).
Proseguimos la misma fe para entender el misterio de
Navidad. Lo que aconteció por el Espíritu, sólo por el Espíritu se puede
vivir. Por ti Iglesia vive el Nacimiento, / y adora estremecida el don
más grande.
En este himno navideño juntamos Encarnación y Eucaristía
para adorar el misterio de Belén. Belén es misterio del Espíritu. Adoremos
con ternura, conducidos por el Espíritu del Señor y su santa operación.
Espíritu de amor y Encarnación,
secreto de secretos inefables,
por ti, suave susurro, vivo germen,
el Verbo en una Virgen se hizo carne.
Por ti la Iglesia vive el Nacimiento,
y adora estremecida el don más grande;
por ti el pan se torna Eucaristía,
y el jugo de la vid divina Sangre.
Por ti llegamos, limpios, al Misterio,
postrados ante Dios, que en pajas yace,
amor de cielo y tierra en coro unísono,
al Verbo humilde rinden homenaje.
Espíritu, oh Cuna remecida
que el Hijo Dios del Padre al hombre trae,
con besos en los labios lo acogemos,
oh Niño, gozo y paz de los mortales.
Jesús, Rocío puro de los cielos,
y gracia sobre gracia en los pañales,
a ti con el Espíritu, el amor,
eterno Dios, ¡oh gozo de tu Padre! Amén.
(Para Navidad de 2005. En el año XXX de mi composición anual del Himno de
Navidad)
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