TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS

(XVII)


Es tu ternura, ¡oh Padre!


Nuestra sensibilidad, celosa de derechos y reivindicaciones como condición irrenunciable de la dignidad humana, quizás no vea con la misma iluminación la otra ladera del misterio: la piedad, la ternura, la compasión... Palabras recias para el teólogo, palabras teologales; palabras débiles, pretendidamente débiles, para muchos que se lanzan a la lucha.

Para acceder reverentes y comprometidos al misterio de la Encarnación ¿no serán éstas, palabras grávidas del pensar divino, palabras que nos abren ruta hacia el corazón de Dios para regresar, por el mismo camino, al corazón de los hombres, nuestros hermanos?

Las fuentes franciscanas se deleitan en contemplar la “compasión” de Francisco, que le llevaba al misterio de la Cruz y al misterio de Belén, a los pobres, enfermos y leprosos, incluso a todas las criaturas, a quienes daba el dulce nombre de hermanas. El ministro general de los capuchinos escribe una carta con este título: Compasión: Para un acercamiento franciscano al tema de la Justicia, Paz y Ecología.

Francisco de Asís es un prodigio de ternura..., pietas decían los medievales (S. Buenaventura, Legenda maior 8,1). Y esta ternura le ha descubierto el misterio de Belén, el misterio de Dios humanado.


Es tu ternura, ¡oh Padre!,
la cuna que mece al Hijo,
y el cáliz donde lo entregas
la Virgen que ha florecido.

Tu compasión se ha humanado
batiendo el pecho de un Niño
y tu grandeza infinita
cabe en pequeño cobijo.

Jesús, oh Hijo de Dios,
de nuestro afecto mendigo,
permite que de ternura
lloremos tu escalofrío.

Tú eres la paz derramada,
tú eres celeste rocío
y suavidad que traspasa
el corazón agresivo.

En tu banquete de amor
Jesús, perenne latido,
nosotros, los agraciados
con gozo nos reunimos.

Al Padre con el Espíritu
sea el amor siempre vivo
por ti, oh Verbo encarnado,
el sí de Dios por los siglos.

Amén.


Diciembre, 1997.