TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS

(XVI)


Y dijo Dios al fin: "Que sea el Hombre"


Esta Navidad (de 1996) está teñida para la familia humana con mucha sangre, y lleva por dentro un gran dolor, inconmensurable dolor, de hermanos hambrientos. Nos produce horror tener que pensar estas cosas, porque, al fin, cada hombre pertenece a mi propia familia. ¿O es que todos los humanos no formamos una misma familia bajo un mismo techo celeste? ¿Y es que no debe haber una misma mesa compartida para toda la humanidad? Por eso, es triste hasta la muerte tener que soportar ante nuestros ojos tanto dolor, tanta humillación.

Al evocar y celebrar el misterio del Nacimiento nos afianzamos en la fe de las Escrituras. ¡Oh santa Encarnación!, decimos, recordando verdades esenciales. Dios creó al Hombre. Pablo lo llamó el primer Adán (1Co 15,45) por referencia al último o segundo (1Co 15,45.47): Cristo. De hecho "Adán es figura del que había de venir" (Rm 5,14).


Y dijo Dios al fin: "Que sea el Hombre",
y fue el primer Adán y fue el Segundo,
y vino el Hijo amado a nuestros brazos
nacido en nuestra tierra, Dios desnudo:
¡oh santa Encarnación!

Viajó derecho, corazón adentro,
allí donde el dolor nos hace unos,
y allí clavó los palos de su tienda
y a todos nos llamó hermanos suyos:
¡oh santa Encarnación!

Quedó escondido en toda faz humana,
morando con la vida en lo profundo,
se puso a nuestros pies y entonces hizo
de cada hombre un templo para el culto:
¡oh santa Encarnación!

Belén es el camino hacia el Calvario
y fue la Cruz amor de Dios y triunfo,
caminos nuestros, senda de su Hijo,
que el Padre marca con final seguro:
¡oh santa Encarnación!

¡Que sea la alabanza a aquel Consejo
que hizo al Hijo, hijo de este mundo!
Honor, divinidad y eterno amor
por Él, con Él y en Él al Trino y Uno:
¡oh santa Encarnación!
Amén.


Diciembre 1996.