TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS

(IX)


El frágil tiempo cede a tu cayado


Este himno navideño se centra en torno a una palabra: el tiempo. ¿Qué es realmente el tiempo? ¿Es una dimensión interna de la materia? Y en este caso la materia ¿Dónde comienza, donde termina…, dónde está contenida? ¿O es ella misma el continente y el contenido…?

No son preguntas que se las hace el sabio que trabaja con la Física, sino un cristiano, que ha depositado su confianza en el Señor, y se interroga sobre su tránsito por este espacio limitado (porque infinito sólo es Dios) y este tiempo pasajero (porque eterno, sin principio, sólo es Dios).

Nuestra postura es la fe, que se mantiene con sus representaciones, sean cuales sean las respuestas que presenta el científico. Así pues, con la fe de la Iglesia afirmamos que el Eterno se hace temporal y mediante esa temporalidad de Cristo alcanzamos nuestra eternidad. El tiempo pertenece a la concretez de Dios encarnado, pertenece a la gracia que se nos ha dado en una “historia” de salvación.

¡Gloria y alabanza sea al Señor, nuestro Dios! Nosotros adoramos, y desde la adoración se expande nuestro amor.


El frágil tiempo cede a tu cayado,
Pastor de eternidades, santo Niño,
que siendo eterno te haces pasajero
y encierras tu sustancia en años mínimos.

Milenios y milenios son las pajas
que ofrecen cuna al Verbo acontecido;
un día fue, cantamos recordando,
un día exacto, gozne de los siglos.

El tiempo es carne, pulso para Dios,
ternura de un encuentro siempre vivo;
el tiempo Encarnación es sacramento,
entrada al Corazón del Infinito.

Jesús, Jesús, Infante que aprendiste
la lengua para hablar, oh Dios, conmigo,
los juegos de tu aldea, oh Creador,
hermano nuestro nunca arrepentido.

En este aniversario te adoramos
nosotros, los humanos peregrinos;
oh Cristo, reconoce en nuestros ojos
la faz que tienes tú, que así has querido.

¡Oh Santa Trinidad, eterno tálamo
del Hijo del amor, Jesús dulcísimo,
oh término del mundo, fin del mal,
que sea gloria y paz, oh Dios bendito! Amén.


Año 1987.