Misterio de Navidad
HIMNOS VARIOS
(V)
El Verbo Santo es mecido
Por medio de este himno, contemplando al Verbo santo Encarnado, la
comunidad litúrgica adora y suplica. Tiene entrañable y cercana la
presencia de la Virgen María. En cuatro estrofas dobles se explaya la
adoración pausada y la súplica humilde.
Adoramos al Verbo santo mecido en los brazos de una Virgen,
niño gimiente. Le pedimos el don de la encarnación amorosa entre los
hombres.
Adoramos al Verbo santo que calla. Al defensor de los
humildes algo queremos pedirle escuchando su doloroso silencio en medio de
los oprimidos de la tierra.
Adoramos al Verbo santo camino de libertad. Le pedimos la
paz y la liberación, desde las raíces, saliendo de los engaños sutiles.
Al mundo entero pasamos nuestra invitación: a las gentes de
acá de nuestras tierras. Y a los hermanos de lejanos y sangrientos países.
¡Venid, salgamos a recibirle! Es Jesús, el Verbo Santo es nuestro hermano.
Adoremos.
El Verbo Santo es mecido
en los brazos de una Virgen;
el Creador se hace niño
y al par de nosotros gime.
¡Oh Salvador encarnado,
que entre los hombres pervives,
quiero adorarte en los hombres
y entre los hombres servirte!
El Verbo Santo ha callado
sin saber de nuestros crímenes,
y el corazón de la Madre
su amor en silencio dice.
¡Oh Dios misericordioso,
defensor de los humildes,
enséñanos tu silencio
y tu espera incomprensible!
El Verbo Santo ha llegado
a librar nuestros confines,
y encerrado en una cuna
el Verbo de Dios es libre.
¡Oh, rompe las ataduras
de los engaños sutiles;
danos la paz que prometes
tú que la hiciste posible!
Gentes de nuestros dolores
y de sangrientos países,
a Dios venido a la tierra
salgamos a recibirle.
¡Te cantamos, Santo hermano,
a Ti con rostros felices:
Gloria en el seno del Padre
y en los brazos de la Virgen! Amén.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ, capuchino (letra) – FIDEL AIZPURÚA,
capuchino (música), Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona,
1983, pp. 65-69.
|