TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

La Virgen María en Navidad - 1

El Verbo se hizo carne en ti, María
Santa María, Madre de Dios


Este himno, compuesto en Jerusalén en la octava de Navidad, está diciendo la circunstancia: la octava de Navidad es la solemnidad de santa María Virgen. Vale para esta fiesta central y como himno en otras ocasiones para celebrar la participación de María en la Encarnación del Verbo. “En la nueva ordenación del periodo natalicio, Nos parece que la atención común se debe dirigir a la renovada solemnidad de la Maternidad de María; ésta, fijada en el día primero de enero, según la antigua sugerencia de la Liturgia de Roma, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la vida” (Pablo VI, Marialis cultus, 1974, n. 5).

El himno quisiera cantar con esa gravedad y profundidad de la gran himnodia de la Iglesia. Ya en la primera estrofa se habla de “Et Verbum caro factum est” (Jn 1,14), y se dice, con clara reminiscencia de San Ireneo, que María es la “tierra virgen”, que fecundada por el Espíritu da a luz al Hijo de Dios. Con una expresión que proviene de san Francisco se llama a María “Esposa del Espíritu divino”: “Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo” (Antífona de la Virgen María en el “Oficio de la Pasión”).

María es, según la fe de Éfeso, testigo de la fe de la Iglesia, la “divina Madre (Theotócos)”, la Madre verdadera.

Y con un gran principio de la patrística confesamos: “Tan solo lo asumido fue salvado”.

La revelación de la Gloria de Dios en el parto de María es una alusión a lo que dice una oración litúrgica de Adviento: “Dios y Señor nuestro, que en el parto de la Virgen María has querido revelar al mundo entero el esplendor de tu gloria… (Oración del 19 de diciembre).

Hemos querido que el himno tuviera una especial solemnidad para cantar la maternidad virginal de María, con un lenguaje apegado al “sensus” de la Escritura y a la santa tradición de la Iglesia.


El Verbo se hizo carne en ti, María,
oh tierra virginal de nuestra tierra,
Esposa del Espíritu divino,
divina Madre, Madre verdadera.

Tan solo lo asumido fue salvado;
por eso, Santa, en ti todo se encierra,
en ti, de cuya sangre el Unigénito,
tomó la raza humana toda entera.

Cuando él bajó a tu vientre y se hizo tuyo,
cuando él puso en tu nido su pureza,
cuando él vino a nosotros por tu parto,
en ti se reveló la Gloria excelsa.

¡Oh santa Madre, Virgen incorrupta,
oh puerta de la vida, Madre nuestra,
oh historia de Israel, que en ti termina,
oh Madre de Belén, que nos lo entregas!

En ti las profecías se han cumplido,
en ti todo lo humano alcanza meta,
y Dios, el Salvador, a ti desciende,
y en ti tu Creador la vida empieza.

Altísimo Señor, Hijo Unigénito,
nacido de mujer, la nueva Eva,
la Iglesia con María te bendice,
¡oh sumo bien que cielo y tierra llenas! Amén.


Jerusalén (Convento de La Flagelación), 1 enero 1987.