TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

HIMNOS DE BELÉN

(En la gruta de Belén, 1984)

 

II

Hic involutus pannis
 
Sus manos virginales lo han envuelto

 
Miremos a la Virgen María en el misterio d la Encarnación del Verbo. A ella está dedicado este himno, a ella que tiene delante y en sus brazos a una criatura, el Hijo de Dios.

Tocar, lavar, acariciar, besar... Es lo que hace María con Dios Encarnado, y con ella el corazón creyente. Lo que hace María... Y todavía hay algo más: El pecho le ha ofrecido, dulce fuente que al Niño sacia y place.

María tiene el privilegio inaudito: y allá en el corazón siente que alguien con suave voz de amor le llama madre.

Bien puede llamar la Iglesia a la Virgen felicísima María. Con la fe evangélica, con los gritos de los salmos podemos decirle a María quién es su Hijo: espada tuya y Dios de tus cantares.

La Iglesia que así canta se transformará con los sentimientos de la Virgen Madre. ¡Conozca la santa Iglesia el gozo rebosante de la Natividad de Cristo!

 
Sus manos virginales lo han envuelto
en límpidos pañales,
y allá en el corazón siente que alguien
con suave voz de amor le llama madre.
 
Sus manos han palpado con caricias
aquella que es su carne;
con agua en un lebrillo lo ha bañado
a aquel que necesita que lo bañen.
 
El pecho le ha ofrecido, dulce fuente
que al Niño sacia y place;
el alma ella le diera licuada,
al darle el alimento de su sangre.
 
Sus labios lo han besado y han mullido
el cuerpo blando y suave;
oh, qué no diera el pobre encariñado
por ir, tomarlo en brazos y besarle.
 
Es suyo, suyo, fruto de su vientre,
predicho por el ángel;
es tuyo, felicísima María,
espada tuya y Dios de tus cantares.
 
Que suba, que descienda, que rebose
el canto de estas Laudes (de esta tarde):
¡oh Cristo, sea nuestro cielo el tuyo:
tenerte en fe, amarte y adorarte! Amén.