TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

Hora Intermedia
(Nona)


Jamás pudiera el amor


Cuando cantamos a Jesús en Navidad debemos pensar... hasta lo infinito. Pero pensar amando, que esto es (según Carlos de Foucauld) orar. Tratándose del misterio de la Encarnación, no se acaba de pensar. Este misterio agota todo pensamiento y lo supera felizmente.

¿Qué sucedió? Que Dios amando - amando y siempre amando, infinitamente amando - se hizo aquello que amaba: hombre.

He aquí lo que canta el himno: un amor que puede tanto, que queda traspasado en el ser a quien ama, y entonces Dios en hombre se ha sustanciado.

Misterio de la Encarnación, fusión de cielo y tierra. Misterio de la Encarnación que nos lleva a encontrar a Dios en el hombre, en cualquier hombre. Porque desde que todo esto ha acontecido, cualquier hombre es divino.

Cantemos. Y que realizado este insondable misterio, nos veamos un día al lado de Cristo.


Jamás pudiera el amor
pensar milagro tan alto,
que amando Dios en divino
pasara hasta el hombre humano.

Misterio de amor exhausto,
que alcanza cuanto ha anhelado;
no deja Dios lo que es
y en hombre se ha sustanciado.

Y el hombre mira en su faz
a Dios mismo en vivos rasgos;
¡qué cerca el cielo y la tierra,
si el cielo es el Hijo dado!

¡Oh Cristo, nuestro Mesías,
Señor y Dios confesado,
por tu santa Encarnación
levántanos a tu lado!. Amén.


Jerusalén, 1985