Epifanía del Señor
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Oh lumbre fontanal, hogar
pacifico
Este es un himno para la Epifanía del Señor; de hecho, está escrito en
Jerusalén en la fiesta de la Epifanía del Señor en 1987.
Con todo, el lector orante
que toma estas palabras puede preguntarse: ¿de qué epifanía se habla? ¿de
la epifanía en el mero nacimiento o de la epifanía a los magos? De las
dos, del misterio como tal, que es epifanía, palabra griega que significa
manifestación. Cada “manifestación” de Jesús es, para el creyente, una
epifanía.
(Nota luingüística. La
palabra griega epiphaneia aparece en el Nuevo Testamento en estos pasajes:
2Ts 2,8; 1Tm 6,14; 2Tm 1,10; 4,1.8; Tt 2,13. Y es traducida en la Vulgata
por tres términos: adventus, illuminatio, illustratio, signo de que
tampoco podemos pagarnos con las meras palabras para perfilar la teología,
aunque siempre sea tan importante perfilar el vocablo).
Este himno tiene un neto
carácter trinitario: es la Trinidad la que se nos manifiesta en la cuna de
Jesús.
Oh lumbre fontanal, hogar
pacifico,
oh Padre sin principio, vida suma,
oh inmenso Creador, oh Dios amante,
oh dicha sin palabras, oh hermosura.
Oh santa Trinidad aquí nombrada,
visible aquí por gracia y por ternura,
un Niño pequeñito que sonríe
al Dios misterio santo nos anuncia.
Hoy es Epifanía en nuestra carne,
es luz inextinguible en una cuna,
hoy es revelación de lo escondido,
rasgados los secretos de la altura.
Hoy es la vocación del mundo entero,
llamado a lo que nadie ha osado nunca:
en fe, en cuerpo y alma de una Virgen,
Dios hace con el mundo eternas nupcias.
Venid, humanos, llenos de esperanza,
venid con humildad de criaturas
y henchidos de alegría, unidos todos,
que a todos llama Dios familia suya.
¡Oh excelsa Trinidad aquí patente,
aquí callada amando con dulzura,
nosotros damos gracias, bendecimos:
dignaos aceptar esta liturgia! Amén.
Jerusalén, Epifanía del Señor 1987
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