TIEMPO DE NAVIDAD
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 


Bautismo del Señor
7



Comienza el Evangelio en el Jordán


Séame lícito citarme en mi propia homilía, pues ha sido ésta la que ha provocado el himno:

…"Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le (= a él) abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía desde el cielo: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias".

Esta fue la revelación que Jesús tuvo en el bautismo; este fue el disparo de salida para la vida pública. Jesús es confirmado por el Padre. Jesús había bajado hasta el fondo del ser humano; allí es donde quería verlo Dios. Jesús se había visto envuelto en todo el pecado humano. Pues, contemplándolo allí, Dios le decía que era su Hijo amado y que en él tenía sus complacencias.

Exactamente lo que va a pasar en la cruz y resurrección está pasando ahora. En el abismo está la revelación. Entendemos desde aquí perfectamente el sentido de las dos lecturas anteriores. Jesús es el Siervo de Dios, como lo había visto Isaías: Miren a mi Siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.

Dios, nuestro Padre, halla sus complacencias donde nosotros no las encontramos: en esas situaciones extremas de vida, que nos colocan al borde de la existencia. Jesús es la maravilla precisamente en su humildad, en su aniquilación. Allí es el amado del Padre, allí es donde el Padre halla su agrado, su reposo; allí es donde comienza el mundo nuevo.

Y allí es donde Jesús fue ungido por el Espíritu de Dios. Pasó haciendo el bien, dice san Pedro en la segunda lectura, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

He aquí la verdadera imagen de Jesús, que tiene que arrebatar nuestros corazones".


Comienza el Evangelio en el Jordán,
cuando a Jesús los cielos se le abrieron:
y oyó la voz del Padre que decía:
¡Amado, amado mío, mi consuelo!

Jamás esposa tal dulzura tuvo
como Jesús sintiera aquel requiebro;
era el morir de Dios, su primavera,
su nunca oída voz, de amor deshecho.

Jamás el sumo Dios de la Alianza
así su corazón había abierto;
su amor eterno, oculto, incandescente
ahora con su Hijo hacía estreno.

Jamás Jesús había oído tanto,
jamás tanta dulzura pecho adentro;
el Padre respondía desatado
a la última humildad del Hijo Siervo.

Jesús era pecado, así lo quiso,
por eso iba a un bautismo verdadero;
y al ver al Hijo en tal desgracia nuestra
el Padre descansó con gozo nuevo.

¡Adéntranos, oh Cristo, en tu espesura
en tu resurrección, el justo premio;
y sea nuestra vida tu alabanza,
tu gloria y tu conquista y tu trofeo! Amén.


Puebla, Bautismo del Señor 2008.