P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM


 

Himnos de Adviento

La Inmaculada Concepción de la Virgen María – 4



Belleza del principio, sin pecado


En un memorable discurso el Papa Pablo VI, hablando el 16 de mayo de 1975 a los participantes del VII Congreso Mariológico Internacional y a los participantes del XIV Congreso Mariano Internacional, les decía cómo podemos acercarnos al misterio de la Virgen:
“Dos vías pueden ser seguidas. La vía de la verdad, ante todo, o sea, la de la especulación bíblico-histórico-teológica, que concierne a la exacta colocación de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia: es la vía de los doctos, aquella que vos seguís, ciertamente necesaria, por la cual progresa la doctrina mariológica.

Pero aparte de ella hay también otra, una vía accesible a todos, hasta incluso a las almas simples: es la vía de la belleza [via pulchritudinis], hacia la cual conduce, al final, la doctrina misteriosa, maravillosa y estupenda que constituye el tema del congreso mariano: María y el Espíritu Santo. En efecto, María es la criatura «tota pulchra»; es el «speculum sine macula»; es el ideal supremo de perfección que en todos los tiempos los artistas procuraron reproducir en sus obras; es «la mujer vestida de sol» (Ap. 12, 1), en la cual los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural”.

Desde entonces se ha escrito mucho de esta “via pulchritudinis” para acceder al misterio amoroso de María. Por este camino transitamos para acercarnos a nuestra Madre.


Belleza del principio, sin pecado,
el día en que estrenaba el mundo vida,
relieve y pulcritud de tierra virgen,
fragancia y transparencia, ¡oh María!

Belleza del Edén, al aire puro,
el hombre y la mujer en armonía,
oh Virgen fiel, sin mácula ni arruga
belleza no dañada y no perdida.

Belleza en la pobreza, suerte dura
que tuvo para sí Jesús Mesías,
belleza de la esposa, cuya frente
con perlas de la Cruz resplandecía.

Belleza y paz, sosiego de la gracia
y grande dulcedumbre en fe sentida,
oh Virgen del Espíritu, serena,
que emanas de tu faz sabiduría.

Belleza y gloria, cielo y añoranza
en búsqueda de amor el alma herida,
oh Madre de las sendas elevadas,
oh límpida belleza prometida.

¡Varón el más hermoso de los hombres,
oh Verbo-Esposo, bello de María,
recibe la alabanza, verde ramo,
y el cántico y la voz a ti debida! Amén.


Logroño, diciembre 1988, al concluir el Año Mariano de 1987-1988.