VI. Himnos para la Hora intermedia
Tercia
Con Cristo fui clavado en el
madero
Pablo proclama: Con Cristo estoy crucificado, y vivo, pero no yo, sino
es Cristo quien vive en mí (Ga 2,19-20). Con esta frase se abre el
himno.
Nos hundimos también en la fe de
la Escritura, para escuchar a Jesús: Quien pierda su vida por mí, la
encontrará (Mt 16,25).
Realidades que tienen una versión
sacramental en el bautismo: ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos
bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? ... Y si hemos
muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él... (Rm 6,3.8).
Cantamos así el misterio de la Cruz gloriosa, que es el misterio de la
revelación definitiva. Por Cristo Crucificado tenemos nombre y esperanza.
El himno sirve lo mismo para Sexta
y Nona.
Con Cristo fui clavado en el
madero,
y ya no vivo yo, quien vive es Cristo;
con él perdí la vida para hallarla,
con él morí naciendo en el bautismo.
Por esa Cruz gloriosa somos suyos,
con túnica de sangre nos vestimos;
por él tenemos nombre y esperanza,
por él, con él, en él por siempre ungidos.
¡Oh Cristo, que tendiste a los hermanos
la mano que salvaba del abismo,
por mil eternidades en tu gozo
las gracias que mereces te decimos! Amén
Jerusalén, 1985.
|