EL AÑO LITÚRGICO
EL CAMINO CUARESMAL

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

VI. Himnos para Pasión y Semana Santa


Sábado Santo

Por fin descansa Dios, la paz sin fin


El arte español ha ido creando, a través de los siglos, crucifijos de talla, que son maravillas de fe, de espiritualidad, de estética. Los artísticas cristianos han dado lo mejor para el Santo Cristo.

Este himno es una contemplación de amor ante Jesús Crucificado, tal como ha quedado tras la muerte. Por fin descansa Dios. Al morir, “inclinó la cabeza”. Contemplamos, el corazón atónito, esa cabeza vencida hacia la derecha, en el arranque del brazo.

Miramos los ojos, miramos los labios, miramos la frente, miramos el pecho: todo es amor y dulzura. No podemos ver otra cosa.

Y, al mismo tiempo, esa corona, ceñida como burla, es la corona de la victoria.

Definitivamente ha vencido el amor en el mundo, y nosotros para toda la eternidad nos encontramos bajo ese amor.

¡Silencio, alabanza, amor!


Por fin descansa Dios, la paz sin fin
miradle reclinado sobre el brazo,
echando amor y luz por esos ojos,
dulzura de su pecho por los labios.

La noble frente queda coronada
porque él es Rey, por Dios, que no Pilato;
y ¿quién le va a quitar esa diadema
clavada en la cabeza con acanto?

Mirando está a la muerte no vencido,
mirando está a su amor y dialogando,
mirándome, bajando hasta mi cueva,
los ojos nunca muertos sino amando.

Está viviente dentro, muy adentro,
adentro de mi pecho derramado,
caliente esa mirada que traspasa
y deja tierna paz y nunca engaño.

Tu rostro es la victoria, yo me rindo,
dulcísimo Señor Crucificado;
que muera yo, mirándonos los dos,
de amor a ti, herido por tu dardo.

¡A Ti te alaba el Padre y el Espíritu,
porque eres la delicia, Bienamado,
oh Cristo soberano, omnipotente,
eternamente vive y reina, Santo! Amén.


(Noticia. Este himno está escrito dando Ejercicios en septiembre de 1988, en la Casa de Oración “Santa Teresa”, Zaragoza, de la Compañía de Santa Teresa ante el cuadro de Alejandro Cañada, que interpreta la frase del Evangelio de San Juan: “E inclinando la cabeza, entregó es espíritu” 19,30).