EL AÑO LITÚRGICO |
VI.
Himnos para Pasión y Semana
Santa
Murió el Señor…, Murió el Señor…, Murió el Señor… Tres veces repite el himno esta frase. El cristiano se queda meditativo, absorto, contemplando lo que el amor humano no puede alcanzar. El himno es la contemplación sagrada y litúrgica de la muerte del Señor escuchada en el Evangelio de san Juan. Muere el Rey. En la cruz Jesús fue coronado como “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. Y Pilato dijo: Lo que he escrito, escrito está. Muere el Rey coronado, inclinando suavemente la cabeza. San Juan, testigo, nos dice: “E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30).
Prosigue el evangelista: “uno de
los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió
sangre y agua” (v. 34). Desde entonces los cristianos –es decir, los amadores de Jesús – continuamos meditando el infinito amor, y todavía no hemos terminado. Con este amor también nosotros un día inclinaremos la cabeza.
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