EL AÑO LITÚRGICO
EL CAMINO CUARESMAL

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

 

IV. Himnos varios de Cuaresma



Con ojos del corazón



La Teología del Cuerpo Místico, que tan fuertemente asumió san Agustín (354-430) con su expresión del Cristo total, hace vibrar a san León Magno, Papa (390-461), en este sermón.

* * *

"El que quiera venerar de verdad la pasión del Señor debe contemplar de tal manera, con los ojos de su corazón, a Jesús crucificado, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús. (...)

En primer lugar, aquella asunción de nuestra substancia de la Divinidad, por la cual La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, ¿a quién dejó excluido de su misericordia sino al que se resista a creer? ¿Y quién hay que no tenga una naturaleza común con la de Cristo, con tal de que reciba al que asumió la suya? ¿Y quién hay que no sea regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue engendrado? Finalmente, ¿quién no reconoce en él su propia debilidad? ¿Quién no se da cuenta de que el hecho de tomar alimento, de entregarse al descanso del sueño, de haber experimentado la angustia y la tristeza, de haber derramado lágrimas de piedad es todo ello consecuencia de haber tomado la condición de siervo? (...)

Es, por tanto, algo nuestro aquel que yació exánime en el sepulcro, que resucitó al tercer día y que subió a la derecha del Padre en lo más alto de los cielos; de manera que, si avanzamos por el camino de sus mandamientos, si no nos avergonzamos de confesar todo lo que hizo por nuestra salvación en la humanidad de su cuerpo, también nosotros tendremos parte en su gloria, ya que no puede dejar de cumplir lo que prometió: A todo aquel que me reconozca ante los hombres lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos".


(Sermones de san León Magno, Jueves de la V semana de Cuaresma)


Con ojos del corazón
yo te miro, Jesús mío,
tu cruz es paz y rocío,
lluvia de amor, bendición.

Y en tu divino semblante
mi carne contemplo y veo;
en tu pasión saboreo
el amor de Dios amante.

No hay dolor en mí presente
que en tu cruz no hayas tomado,
ni gozo que tú has gozado
negado a tu fiel creyente.

Yo vivo en ti porque antes
tú descendiste hasta mí,
y quisiste para ti
ser hombre con ignorantes.

Mi lenguaje es tu lenguaje
y mis penas son tus penas,
al tiempo que a manos llenas
das tu divino hospedaje.

La unidad de ser y vida
ser uno siempre contigo
es todo lo que persigo
ahora y en mi partida.

Es tu Misterio Pascual
mi presente y mi futuro,
Jesús, divino conjuro,
y mi patria celestial. Amén.


Puebla, 26 de marzo de 2009