IV.
Himnos varios de Cuaresma
Bendita aquella aldea de
Efraím
“La antigua Ofrá, luego Efraím, hoy es Thaybé (La Buena, de la misma
raíz que TOB, bueno) es una aldea que se ha mantenido cristiana, no
obstante que le circunda población judía. Es, según la tradición, la
aldea que recibió a Jesús, cuando se escondió antes de la Pasión, según
cuenta san Juan: “Desde entonces decidieron darle muerte. Por eso Jesús
no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a
la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí
residía con sus discípulos” (Jn 11,53-54). En la iglesia católica, de
construcción reciente, hay un mosaico en el ábside, que representa esta
escena: Jesús con sus discípulos camina por una calle, y una familia,
sale a la puerta de su casa - padre, madre, niños - para invitarle a que
entre.
Nos explica el Párroco que las casas tienen bodegas y escondrijos, y
que, incluso, hay túneles, por los cuales se puede salir fuera del
pueblo, y estamos en el desierto...
Allí se celebra la fiesta, en memoria de este episodio evangélico, el
domingo V de Cuaresma, es decir, el domingo anterior a Ramos. Está al
norte de Jerusalén. Este sitio, que no es importante, no figura en el
itinerario de las peregrinaciones a Tierra Santa.
El Párroco ha sido atentísimo con
nosotros, peregrinos de La Flagelación. Nos ha hablado de Jesús, de las
parábolas de Jesús, de cómo se puede perder una moneda entre la paja del
suelo y nos ha hecho una prueba... Nos ha hablado de otro recuerdo
entrañable que guarda esta ciudad. Aquí estuvo durante un tiempo Charles
de Foucauld, y aquí escribió sus Meditaciones sobre el Evangelio” (De
mis notas de las excursiones con el P. Virginio Ravanelli, OFM,
estudiando en Jerusalén).
Bendita aquella
aldea de Efraím
que dio refugio a Cristo perseguido;
llamada ahora "La Buena", en ti florezca
la viva fe que siempre ha florecido.
El fin se ha decretado: que uno muera
y no perezcan todos los judíos;
Caifás lo dijo, Sumo sacerdote,
y así ha de ser, pues Dios así lo dijo.
Le acosan cual jauría de mastines
y tiene que escapar del enemigo;
la gente compasiva de la aldea
a Cristo en su indigencia ofrece asilo.
Será suyo el desierto, si lo quiere,
las cuevas de los santos y bandidos,
en casa de los pobres tendrá mesa
y a salvo quedará con sus discípulos.
Así Jesús se esconde hasta su hora,
cobarde no, mas cauto y prevenido,
que luego irá al encuentro de la muerte,
bajando en Betfagé por entre olivos.
¡Oh Cristo, cuyo alcázar fue tu Padre,
y en él vivías, quieto y escondido,
desvélanos tu faz, tu fuerte brazo
y triunfe tu poder y amor salvífico! Amén.
Nota. Jerusalén, La
Flagelación, al ir al oficio vigiliar del Santo Sepulcro 23/24 marzo
1985, noche del 23/24 marzo 1985, escrito para el Domingo V de Cuaresma,
precedente al Domingo de Ramos.
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