EL AÑO LITÚRGICO
EL CAMINO CUARESMAL

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

IV. Himnos varios de Cuaresma



Martes, miércoles y jueves
de la IV semana de Cuaresma.

Evangelio del día: Jn 5
 


¿Quieres tú quedar sanado?

 


En la IV semana de Cuaresma, en los días martes, miércoles y jueves, leemos completo, en la Eucaristía, el capítulo 5 de san Juan. Y a partir de ahora san Juan nos va a introducir en la Pasión íntima de Jesús: el enfrentamiento con el pueblo que no le recibe, y la victoria de su amor.

El capítulo V, que la Biblia de Jerusalén lo introduce como "Primera oposición a la revelación" acontece en Jerusalén en "una fiesta de los judíos" (5,1). Ignoramos de qué fiesta se trata. El signo sacramental acontece en la piscina de Betesdá (Casa de Misericordia; otra lectura: Betzatá).
La piscina, cuyas aguas estaban removidas por el Ángel Señor (versículo de la tradición, hoy críticamente omitido, v. 4) nos evoca el Bautismo. Jesús es la totalidad de la salvación. El signo es proseguido por el Discurso sobre la obra del Hijo.

Los textos que la Iglesia nos pone, en Cuaresma, para penetrar diversos aspectos de este mensaje son: el agua (Ez 47,1-9.12), martes; "los conducirá a los manantiales...": la alianza (Is 49,8-15), miércoles; rebelión, pero "no castigues a tu pueblo por sus maldades" (Ex 32,7-14), jueves.

En este Canto para después de la comunión nos fijamos en Jesús y en el enfermo, y en la pregunta que Jesús le hace: ¿Quieres quedar sanado? Vis sanus fieri?


I
(Jesús)

¿Quieres tú quedar sanado
del mal que tu cuerpo hiere?
¿Quieres con todo querer
del viejo mal que padeces
sentir la nueva salud
y sano por siempre verte?


II
(El enfermo)

No tengo, Señor, al Hombre
que al Espíritu me lleve;
no tengo, Jesús, la mano
que hasta las aguas me acerque;
carezco del sacramento
que me lave y me alimente.


III
(Jesús)

Quiero yo, por ti, sin fuerzas
en mis brazos recogerte;
yo soy el agua sanante
que el Espíritu remueve;
yo soy el amor del Padre
que tu cuerpo y alma envuelve.


IV
(El enfermo sanado)

Jesús de la Comunión,
que eres presencia inmanente;
Jesús de suaves preguntas
que, al preguntar, ya prometes:
conmigo estás, yo te adoro,
y el corazón se enternece.


V
(Jesús)

Levántate, recreado,
olvida el mal que padeces;
y cual trofeo de gloria
coge tu lecho de muerte;
y con el don de la vida
camina como viviente.


VI
(El enfermo sanado)

¡Oh Jesús Misericordia,
debilidad del Más Fuerte;
el amor se hizo de carne,
la carne, manjar celeste;
y aquí te tengo comido
Dios en mi entraña presente!


VII
(Jesús)

Mi Padre es Dios Creador,
mi Padre trabaja siempre,
y yo trabajo con él
pues su amor así lo quiere;
el Padre y yo somos uno,
venidos a este banquete.


VIII
(El enfermo sanado)

(En ti, Jesús, me abandono,
acógeme tú, clemente,
mi voluntad temerosa
hazla en tu fuerza valiente!
¡Señor, que entero te entregas,
guarda mi fe de creyente! Amén.


20 de marzo de 2007