EL AÑO LITÚRGICO
EL CAMINO CUARESMAL

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

II. Himnos en torno a los Domingos de Cuaresma

Domingo II de Cuaresma (3)


Ha transido tu carne


El himno, compuesto en Jerusalén y en un domingo cuaresmal de la Transfiguración (lo que puede darle cierto atractivo añadido) es teológico (quiere serlo), contemplativo y con aire pascual. El Jesús prepascual y el Jesús postpascual – el Jesús de la historia y el Cristo de la fe – son el mismo. Pero solo una visión teológica de fe puede hacer la unidad. Jesús del Tabor, Jesús del Calvario, Jesús de la Pascua son el mismo. El “Jesús de este suelo” es “el Verbo de Dios”, y a él le pertenece el esplendor de la gloria.

En el aspecto histórico nos detenemos en un dato. ¿Por qué se aparecen Moisés y Elías, y precisamente ellos…? No hay respuesta…, pero el exegeta y el teólogo, sin traspasar las fronteras de su cometido, puede tener ciertamente una intuición. Se aparecen porque Jesús los llevaba dentro, porque pertenecían su mundo espiritual: los llevabas contigo / a los dos en tu pecho: / al Vidente de Dios / y al Profeta de fuego. No es demostrable, pero es razonable contemplar este panorama…

Dentro del carácter teológico del texto se invita a toda la creación a que entre en la órbita del Tabor. ¡Escuhadle!, dice la voz del Padre a los discípulos. Y en el fondo del ser sentimos que la invitación va dirigida a toda la creación. Jesús, el Hijo amado, es el Señor y Salvador del cosmos.


Ha transido tu carne
tu figura de dentro,
¡oh divina hermosura,
oh Jesús de este suelo!;
ha pasado a tu rostro
tu esplendor, que es el Verbo.

Se ha vestido de gloria
tu oración de silencio;
los llevabas contigo
a los dos en tu pecho:
al Vidente de Dios
y al Profeta de fuego.

Conversabais del Padre
en la luz del secreto,
del amor a los hombres
que conduce al madero,
¡oh Jesús en la cumbre,
preparado al degüello!

Escuchadle, creyentes,
disfrutadle, universo;
anunciad a los siglos
que surgió de los muertos,
que el Señor es Espíritu,
que ha vencido el Cordero.

¡Oh Jesús del Tabor,
oh Jesús, carne y hueso,
oh Jesús del Calvario,
para ti sea el Reino,
oh Jesús, luz del mundo,
oh Jesús, rumbo nuestro! Amén.


Jerusalén, II domingo de Cuaresma 1986.