VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN
(Contemplación, alabanza y adoración)

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 
 

VI

Eterna luz, icono de tu Padre

JESÚS ES ENJUGADO POR LA VERÓNICA

 
La Verónica es un símbolo, el encuentro del alma amante con la hermosura de Jesús, hermoso en medio de la humillación y el dolor. Verónica significa: “Vero icono” (vera effigies), referida a la expresión del rostro de Jesús grabado en el lienzo.

¿Quién cantará la hermosura de Jesús, que es eterna luz, icono de tu Padre? La hermosura de esa mirada, dulcísima mirada, es la hermosura que viene de la Trinidad, porque, si Jesús es icono del Padre, de él decimos también que esos ojos están bañados en fuego del Espíritu divino. Aparentemente Jesús está desfigurado: el sudor de sangre, las bofetadas, la tristeza que le han puesto mis pecados en la cara. Pero no, Jesús es bello, y viene tu hermosura desde el alma. “¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador?” (Jn 8,46). Esa es su hermosura inmarcesible, hermosura que el cristiano puede contemplar, y así la ha contemplado, incluso en la Pasión. ¿No son bellísimos los rostros de nuestros crucifijos?

Se acerca, pues, una mujer a Jesús, le enjuga el rostro con amor, y he aquí que el rostro divino queda grabado en el lienzo: y tú le dejas vivo, estremecido, tu rostro, recogido entre sus palmas.


 
Eterna luz, icono de tu Padre,
Señor Jesús, dulcísima mirada,
en fuego del Espíritu divino
tus ojos profundísimos se bañan.
 
Tu frente suda sangre hasta la tierra,
y los necios te dan de bofetadas;
atenta contra ti mi fea culpa,
poniéndote tristeza en esa cara.
 
Mas tú eres bello, puro, esplendoroso,
y viene tu hermosura desde el alma;
¿qué lodo ha de manchar esos tus ojos,
intactos de pecado antes del alba?
 
Tus labios, suaves labios que dijeron
parábolas, palabras nunca habladas,
serán hermosos siempre, eterno Hombre,
y en cruz pronunciarán perdón y gracia.
 
Se acerca una creyente con un lienzo,
enjuga tu sudor, te palpa y ama,
y tú le dejas vivo, estremecido,
tu rostro, recogido entre sus palmas.
 
Jesús, visión de paz, cielo presente,
mirándote, ya entramos en la patria;
a ti te bendecimos, te cantamos:
¡Señor Jesús, maránatha, maránatha! Amén