VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN P. Rufino María Grández, ofmcap. |
VI Eterna luz, icono de tu Padre JESÚS ES ENJUGADO POR LA VERÓNICA
¿Quién cantará la hermosura de Jesús, que es eterna luz, icono de tu Padre? La hermosura de esa mirada, dulcísima mirada, es la hermosura que viene de la Trinidad, porque, si Jesús es icono del Padre, de él decimos también que esos ojos están bañados en fuego del Espíritu divino. Aparentemente Jesús está desfigurado: el sudor de sangre, las bofetadas, la tristeza que le han puesto mis pecados en la cara. Pero no, Jesús es bello, y viene tu hermosura desde el alma. “¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador?” (Jn 8,46). Esa es su hermosura inmarcesible, hermosura que el cristiano puede contemplar, y así la ha contemplado, incluso en la Pasión. ¿No son bellísimos los rostros de nuestros crucifijos? Se acerca, pues, una mujer a Jesús, le enjuga el rostro con amor, y he aquí que el rostro divino queda grabado en el lienzo: y tú le dejas vivo, estremecido, tu rostro, recogido entre sus palmas.
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