VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN
(Contemplación, alabanza y adoración)

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 
 

V

Echaron mano de uno que pasaba

JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO

 
“Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús” (Lc 23,26).

Al mencionar a Simón, decimos: bendito su recuerdo. Sí, la comunidad lo recuerda. Es el “padre de Alejandro y de Rufo”, anota san Marcos (15,21), hombres apreciados en la comunidad de Roma (Rm 16,13).

Nosotros también queremos ser para Jesús cual otro Cireneo. Dicen san Mateo y san Marcos que “le obligaron…”, ajeno a aquel gran don que se le hacía. Pensando en nosotros, bien podemos decir: Acaso necesite que alguien fuerce la débil voluntad con que me veo .

En este contexto recordamos a Pedro: “otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras” (Jn 21,18).

Le pedimos también a Jesús, fiados de él: Hermano de dolor, iremos juntos, mas tú delante, en todo tú el primero. Con Jesús se hace dulce la amargura. San Francisco es testigo: “Lo que antes me parecía amargo, me fue convertido en dulzura del alma y del cuerpo” (Testamento de san Francisco). Y aquello que me pidas quiero y puedo.

 
Echaron mano de uno que pasaba,
un tal Simón, bendito su recuerdo,
y, ajeno a aquel gran don que se le hacía,
cargáronle la cruz detrás del reo.
 
Hermano de los hombres, fiel amigo,
que aceptas mi flaqueza y mi deseo,
es mucho lo que pido: yo quisiera
llegarme a ti cual otro Cirineo.
 
Acaso necesite que alguien fuerce
la débil voluntad con que me veo,
que alguno, como a Pedro, me conduzca
al puesto de la cruz que yo no quiero.
 
Hermano de dolor, iremos juntos,
mas tú delante, en todo tú el primero;
contigo se hace dulce la amargura
y aquello que me pidas, quiero y puedo.
 
Jesús, que has indicado tu presencia,
oculta hasta tu vuelta en los pequeños,
si yo busco ayudarte, estar contigo,
¡qué cerca de mi mano a ti te tengo.'
 
Oh Cristo, Dios sufriente y encarnado,
que fuiste sabedor del hombre enfermo,
tu cruz ya es dicha, gloria que compartes:
¡oh gozo que nos da sólo el saberlo! Amén.