VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN
(Contemplación, alabanza y adoración)

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 
 

IV

A la hora del suplicio se encontraron

JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

 
El encuentro de Jesús con la Madre dolorosa está en el centro de la cruz (Jn 19,25). El encuentro con el Hijo camino del Calvario no es un hecho que pertenezca a la historia referida; sí a la historia real de los misterios. A la hora del suplicio se encontraron el Hijo con la Madre, santo encuentro.

La presencia de la mujer está en el nacimiento y está en la cruz, que es consumación del nacimiento. Están, juntos, él y ella, dispuesto estaba, Dios así lo quiso.

El corazón sabe, por don y por instinto que Dios ha puesto en lo hondo, que hay un fascinante misterio femenino: Misterio del eterno femenino, amor, fecundidad, secreto cielo.

Esta feminidad, que trae su origen del cielo, que es parto y dolor, que al mismo tiempo es gozo unitivo, se realiza en la realidad mistérica de la Iglesia, que es efigie de María.

Vienen a la mente las palabras apostólicas: “Grande misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5,32). María, la Iglesia, el creyente están implicados en el mismo misterio.

 
A la hora del suplicio se encontraron
el Hijo con la Madre, santo encuentro:
el Hijo, con la cruz y la corona,
la Madre, con la espada hundida al pecho.
 
El sí de la Mujer que dio la vida
con él presente estuvo en el comienzo,
y quiso Dios que juntos estuvieran
a la hora del dolor y del silencio.
 
La Madre de vivientes es regazo,
mas sólo Cristo es Vida y Luz y Verbo;
se encuentran Madre e Hijo, Dios los guía,
se funden en un solo sufrimiento.
 
Oh santa Iglesia, efigie de María,
Iglesia que respiras en mi cuerpo,
acércate al encuentro del Doliente,
si quieres con María el fruto pleno.
 
Misterio del eterno femenino,
amor, fecundidad, secreto cielo:
del huerto del Edén hasta el retorno
la Amada, la Mujer, está latiendo.
 
¡Oh Cristo, germen único del Padre,
y fruto de María, casto seno,
la Iglesia te bendice por tu muerte
y con la Virgen canta su deseo! Amén.