VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN P. Rufino María Grández, ofmcap. |
II Tomó Jesús la cruz cual don nupcial JESÚS TOMA LA CRUZ
¡Cómo puede ser “don nupcial”, si no es contemplada desde el misterio que los santos han querido intuir? La cruz, al fin, solo puede entenderse como “misterio de amor”. ¡Oh Cruz de amor…! Contemplándola como sufrimiento y pena, no resolvemos el misterio trinitario que en ella se esconde. Por ser cruz de amor, los crímenes de Adán y de sus hijos a hombros de Jesús deshechos quedan. Como lo ha visto toda la tradición cristiana, Jesús es el nuevo Isaac con la leña del holocausto al hombro: “Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac” (Gn 22,6). Abraham dijo a su hijo: “Dios proveerá…” (v. 8). La pasión de Jesús es interpretada por san Juan como el cáliz que amorosamente acepta el Hijo (cf. Jn 18,11). No es una coacción violenta de los hombres – Jesús tiene poder para vencerlos - , es un cáliz recibido de manos del Padre. Jesús, pues, toma la cruz, él el primero, y “volviéndose” (Lc 14,25) a nosotros, que somos su santa asamblea, nos dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí…” Él ha sido el primero; todo es posible detrás de él, que ya el amor trazó segura senda.
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