VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN
(Contemplación, alabanza y adoración)

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 
 

II

Tomó Jesús la cruz cual don nupcial

JESÚS TOMA LA CRUZ


Considerar que la cruz sea un don nupcial es pensar a Cristo como Esposo de la Iglesia: será esposo de sangre de su Iglesia. “Tú eres para mí esposo de sangre” (Ex 4,25).

¡Cómo puede ser “don nupcial”, si no es contemplada desde el misterio que los santos han querido intuir? La cruz, al fin, solo puede entenderse como “misterio de amor”. ¡Oh Cruz de amor…! Contemplándola como sufrimiento y pena, no resolvemos el misterio trinitario que en ella se esconde. Por ser cruz de amor, los crímenes de Adán y de sus hijos a hombros de Jesús deshechos quedan.

Como lo ha visto toda la tradición cristiana, Jesús es el nuevo Isaac con la leña del holocausto al hombro: “Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac” (Gn 22,6). Abraham dijo a su hijo: “Dios proveerá…” (v. 8).

La pasión de Jesús es interpretada por san Juan como el cáliz que amorosamente acepta el Hijo (cf. Jn 18,11). No es una coacción violenta de los hombres – Jesús tiene poder para vencerlos - , es un cáliz recibido de manos del Padre.

Jesús, pues, toma la cruz, él el primero, y “volviéndose” (Lc 14,25) a nosotros, que somos su santa asamblea, nos dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí…” Él  ha sido el primero; todo es posible detrás de él, que ya el amor trazó segura senda.


Tomó Jesús la cruz cual don nupcial
que el Padre en este día le presenta;
y eternamente ya sellado Esposo,
será esposo de sangre de su Iglesia.

¡Oh cruz de amor, la carga del pecado,
el peso de la historia entera y nuestra...!,
los crímenes de Adán y de sus hijos
a hombros de Jesús deshechos quedan.

Tomó Jesús la cruz de su Pasión
lo mismo que Isaac tomó la leña;
camina hacia el suplicio, Dios le guía:
en él puso su amor, que Dios provea.

“El cáliz que mi Padre me ha ofrecido
¿no habré yo de beberlo en esta mesa?;
es copa de amargura, mas es suya,
será copa de amor, si Dios la entrega”.

Tomó Jesús la cruz, él el primero,
y dijo entonces, vuelto a la asamblea:
Seguid en pos de mí, pisad mis pasos,
que ya el amor trazó segura senda.

¡Jesús crucificado, Señor mío,
alzado para verte en cielo y tierra,
la Nube luminosa de la Gloria
contigo cara a cara nos envuelva. Amén.