VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN
(Contemplación, alabanza y adoración)

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 
 

XIV

Bajó a la tumba, muerto por nosotros

JESÚS DESCIENDE A LA TUMBA

 
Jesús desciende a la tumba, y de la tumba, como confiesa el credo apostólico, desciende al abismo “ad ínferos”. “En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados” (1P 3,19).

La Pasión de Jesús alcanza a la historia universal; su dolor y su gloria salva a los de antes, a los de ahora, a los de después.

El descenso de Jesús al abismo, que pertenece al misterio de su muerte, tiene otro aspecto luminoso. Jesús es “el primogénito entre los muertos” (Col 1,15). Y “Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que duermen” (1Co 15,20). Nadie antes que él (cf. Mt 27,53), y con él, tras él, todos los que en él han puesto la esperanza. Jesús en su resurrección es “el Gran Pastor de las ovejas” (Hb 13,20).

Con este trasfondo de la Sagrada Escritura está compuesto este himno. La tumba, meditada con fe, está anunciando un misterio de resurrección.

Al final, puestos que mientras estamos en la tierra es hora de silencio y de espera, una parénesis para la Iglesia: retrata en tu semblante su presencia, que Cristo victorioso está contigo.


Bajó a la tumba, muerto por nosotros,
bajó desde la tumba hasta el abismo,
y fue a anunciar la paz a los espíritus
y a dar la libertad a los cautivos.
 
La luz fulgura, irrumpe en las tinieblas
y brilla en la prisión cuando entra Cristo;
a coro exultan, gritan los que esperan,
mirando al Gran Pastor de su destino.
 
La cruz gloriosa reina en lo profundo,
en manos de Jesús que reina vivo;
y junto a él, primicia de los muertos,
con gloria emprenden ellos su camino.
 
La tumba mientras tanto calla muda
y aguarda en paz al ángel matutino;
la tierra se ha cubierto de sosiego
y a Alguien se presagia en lo más íntimo.
 
Iglesia del silencio y de la espera,
no quieras hoy hacer verdad y juicio,
retrata en tu semblante su presencia,
que Cristo victorioso está contigo.
 
ˇOh Cristo, consumado en la Pasión,
eternamente amado como Hijo,
a ti, principio y fin del universo,
te alaban con amor tus elegidos! Amén.