VÍA CRUCIS DE JERUSALÉN P. Rufino María Grández, ofmcap. |
XIV Bajó a la tumba, muerto por nosotros JESÚS DESCIENDE A LA TUMBA
La Pasión de Jesús alcanza a la historia universal; su dolor y su gloria salva a los de antes, a los de ahora, a los de después. El descenso de Jesús al abismo, que pertenece al misterio de su muerte, tiene otro aspecto luminoso. Jesús es “el primogénito entre los muertos” (Col 1,15). Y “Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que duermen” (1Co 15,20). Nadie antes que él (cf. Mt 27,53), y con él, tras él, todos los que en él han puesto la esperanza. Jesús en su resurrección es “el Gran Pastor de las ovejas” (Hb 13,20). Con este trasfondo de la Sagrada Escritura está compuesto este himno. La tumba, meditada con fe, está anunciando un misterio de resurrección. Al final, puestos que mientras estamos en la tierra es hora de silencio y de espera, una parénesis para la Iglesia: retrata en tu semblante su presencia, que Cristo victorioso está contigo.
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