LAS POSADAS
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 


Sexta Jornada
Día 22


Rey de las naciones


O Rex Gentium, et desideratus earum,
lapisque angularis, qui facis utraque unum:
veni, et salva hominem,
quem de limo formasti.

Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia,
que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra.

“No hay como tú, Yahveh; grande eres tú, y grande tu Nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú” (Jr 10,6-7). Pero ahora le decimos a Jesús “Rex gentium”, porque el Padre ha pasado al Hijo toda la soberanía “para que todos honren al Hijo como honran al Padre” (Jn 5,23).

Y, con todo, a este Jesús que viene con atributos divinos queremos llamarle Rey, no por el esplendor de su soberanía, sino por la fascinación de su amor. Es el Deseado de los pueblos. Podemos llamarle “Rey Deseado”. No hay imperio más fuerte que el del amor, porque es imperio divino.

(Como anécdota. Studia di farti amare, san Juan Bosco: Tarsicio Bertone, Salesiano, Cardenal, primer colaborador del Papa, ha escrito en el dorso de su pectoral ese lema: Trata de hacerte amar. Lo sabemos: Ni en el cielo ni en la tierra hay autoridad superior al amor).

La obra del Rey de las gentes ha sido la de hacer de los dos pueblos – judíos y gentiles – uno (Ef 2,15). Dios quiere que el mundo, partido entre tantas religiones, sea una sola familia, y esto solo puede ser por el milagro del amor. El que ama, une. Y el que ama hasta morir, ha unido ya lo que Dios quiere uno, aunque quizás no se vea. El amor no fracasa nunca.

Este Rey de la familia humana, este nuestro Señor y nuestro Hermano, es el que viene.

Y María de Nazaret, peregrina de Belén, es la Madre de este Rey; por eso es la Madre de la unidad, por ser la Madre del amor.


Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada…!

           (Letrilla de San Juan de la Cruz, que sirve de estribillo)


I
Corazón de cielo y tierra,
corazón de Dios amado,
para cantar los amores
quedan cortos los vocablos.
Eres imperio al servicio,
eres el Rey Deseado,
eres triunfo del amor
por ser el Verbo Encarnado.

II
Eres la piedra angular
de un edificio ensamblado;
tu reinado es unidad,
hacer familia de hermanos.
Y para tal eres Rey,
para unir lo separado,
Rey oculto en nuestras venas,
y Dios humano entre humanos.

III
Reine el Rey y nadie más,
el que viene de lo alto,
y nos salve el Salvador
que conoce nuestro barro.
Brille Jesús, Dios de Dios,
Luz de luz en el santuario,
ungido de honor y gloria
por el Espíritu Santo.


IV
La Madre del Rey eterno
ya le prepara el regazo;
con la leche de sus senos
le dará vigor y amparo.
¡Dios te salve, Gran Señora,
madrecita de mis labios,
acuérdate de tus hijos
en el día de tu parto!


Puebla, diciembre 2009