Himnos de Adviento
SAN JOSÉ II
Pensares de san José
(IV domingo de Adviento, ciclo A
Mt 1,18-25)
Las dudas de san José…
- ¿Qué pensó en realidad el esposo (prometido) José…?
- Pues lo que todo el mundo podría pensar…
- No, para pensar lo que todo el mundo podría pensar no se escribieron las
Escrituras…
Una exégesis crítica no obliga a este pensamiento (recordamos a nuestro
sabio profesor Max Zerwick, S.I, Análisis gramatical del griego del Nuevo
Testamento). No hay dificultad para interpretar exegéticamente la escena
en esta dirección:
Es verdad lo que estás pensando, José. El Dios de la santidad está aquí…,
y tú quieres retirarte; no te retires. Tú has sido llamado a participar en
esta zona sagrada. Tú tienes que darle nombre al Hijo engendrado del
Espíritu Santo. Tú, que eres verdadero esposo, tienes que hacer los
oficios verdaderos de padre.
Con este trasfondo exegético escribimos este himno.
(Nota. En el ángelus de este domingo, 19/12/2010, el Papa [Joseph
Ratzinger] ha dicho de San José:
“Abandonado el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma
consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios. San Ambrosio
comenta que “En José nos fue dada la amabilidad y la figura del justo,
para hacer más digna su calidad de testimonio” (Exp. Ev. sec. Lucam II, 5:
CCL 14,32-33). Él -prosigue Ambrosio- “no habría podido contaminar el
templo del Espíritu Santo, la Madre del Señor, el seno fecundado por el
misterio” (ibid., II, 6: CCL 14,33).
A pesar de haber experimentado turbación, José actúa “como le había
ordenado el ángel del Señor”, seguro de cumplir lo justo. También poniendo
el nombre de “Jesús” a ese Niño que rige todo el universo, él se sitúa en
las filas de los servidores humildes y fieles, parecidos a los ángeles y a
los profetas, parecidos a los mártires y a los apóstoles -como cantan
antiguos himnos orientales.
San José anuncia los prodigios del Señor, dando testimonio de la
virginidad de María, de la acción gratuita de Dios, y custodiando la vida
terrena del Mesías. Veneremos por tanto al padre legal de Jesús (cf. CCC,
532), porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía
al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la
infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo
de la salvación”).
I
Tu mente piensa, José,
y es verdad lo que medita:
“Dios está aquí; Él la habita;
no soy digno, yo me iré”.
Pero el ángel del Señor,
el enviado del cielo,
levantó el sagrado velo
que cubría tal dolor.
Es verdad que es zarza ardiente
María, virginidad,
y es poca toda humildad
cuando se ve al Dios viviente.
II
Tu mente piensa, José,
y es verdad lo que medita:
“Dios está aquí; Él la habita;
no soy digno, yo me iré”.
Es verdad que Dios es fuego
el Dios de la Encarnación,
que no hay limpio corazón
para decir: “Yo me llego”.
Es verdad que Dios es santo,
el Dios de los querubines
que no hay en nuestros confines
nadie digno de su manto.
III
Tu mente piensa, José,
y es verdad lo que medita:
“Dios está aquí; Él la habita;
no soy digno, yo me iré”.
Pero Dios así ha querido
por su amor, que es infinito,
hacerse pobre y chiquito
y encontrar aquí su nido.
Y en María ha preparado
su casa pura y preciosa,
y con gracia silenciosa
su vientre ha santificado.
IV
Tu mente piensa, José,
y es verdad lo que medita:
“Dios está aquí; Él la habita;
no soy digno, yo me iré”.
Por eso, vente, José,
porque Dios mismo te llama;
Dios te ha escogido y te ama
para un prodigio de fe.
Ven aquí, ya consagrado,
como esposo de María,
y en divina compañía
para ser el padre amado,
V
Tu mente piensa, José,
y es verdad lo que medita:
“Dios está aquí; Él la habita;
no soy digno, yo me iré”.
¡Gloria a Dios, origen y fin
de cielo, tierra e historia,
viva eterna su memoria
en Jesús, que es su jardín!
¡Gloria a Dios por ser quien es
en la santa Trinidad
y por la Natividad
de Jesús a nuestros pies! Amén.
Puebla, IV domingo de Adviento 2010
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