EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

Domingo II de Adviento

 

Trae el desierto voces de un profeta


El Bautista es el protagonista de las lecturas de este domingo segundo de Ad-viento (Mt 3,1-12: Mc 1,1-8; Lc 3,1-6). Y el Bautista tiene un mensaje: “¡Conver-tíos!” Y al mismo tiempo, como mensaje perenne, estamos escuchando un mensaje dulcísimo en las palabras del libro de Isaías: Is 11,1-10; Is 40,1-5. 9-11.

Is 40ss es el libro del consuelo: la gracia de Jesús será el consuelo. Queremos copiar también a Isaías (c. 40,2), al decir que este consuelo será el desquite de todo lo sufrido. Y del viejo Isaías tomamos la promesa de la paz paradisíaca: harán pa-ces el lobo y el cordero. Hay un niño entre medio. Ojalá que la versión de hoy fue-ra ésta: los hombres poderosos con los niños. (Me podría referir a lo que sobre el niño dice “El Principito” de Saint-Exupery).

Reinterpretamos la Escritura al pensar que hoy la Iglesia frente a Juan Bautista es la Jerusalén dispuesta. Por eso le brindamos al Profeta el recinto de la santa Iglesia para que en este Adviento venga a decirnos la verdad y gritarnos la Noticia: ¡lo estamos esperando arrepentidos!

Quisiera prestar particular atención a la doxología, que en este caso de un modo muy especial quiere lograr la culminación de todo el himno.


Para escuchar este himno cantado


Trae el desierto voces de un profeta
hasta el río fecundo del bautismo:
«¡Convertíos; volved de vuestras sendas,
miradlo ya venir, abrid camino!»

No doblegó su voz ante los reyes,
no pactó su mensaje con rabinos:
«¡Convertíos, decid vuestros pecados,
se acerca el Santo, convertíos!”

Cuando venga el Señor, la tierra nuestra
se llenará de paz y regocijo;
la gracia del Señor será el consuelo
y el desquite de todo lo sufrido.

Harán paces el lobo y el cordero,
los hombres poderosos con los niños;
se abrazarán las razas y familias,
porque viene a su casa el Compasivo.

Bautista, mensajero del Mesías,
Jerusalén te brinda su recinto,
dile la verdad, grita tu Noticia;
¡lo estamos esperando arrepentidos!

¡Honor a ti, Jesús, siempre esperado,
y más gozado cuanto más creído;
ven, Santo cual el Padre y el Espíritu,
ven por amor desde el hogar divino! Amén.


RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona, 1983, pp. 21-24.