EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

Completas - 2


Si tras la noche oscura


¿Qué habrá detrás de esta vida…? Así teme, de su propio natural, el corazón. La muerte semeja a una cortina oscura. ¿Qué hay detrás de la cortina? Pero he aquí que se adelanta la fe, y la fe proclama: Si tras la noche oscura tu rostro luz irradia, oh Cristo, ya no hay noche ni muerte ni desgracia.

Tras la muerte hay una presencia vencedora; es Cristo. A la hora de acostarnos, en la oscuridad pueden venir los connaturales pensamientos del fin. Cantemos la fe. Venciste las tinieblas, decimos a Cristo. “Las tinieblas no la vencieron” (a la Palabra encarnada, Jn 1,5). Confesamos a Jesús como a Vencedor, como aquel que permanece para siempre. Él, la lámpara del alba, y Verbo sin ocaso (el Verbo que procedía desde la eternidad) es amor que no se apaga.

Al contemplarle en este final de una jornada – síntesis de todo un final de vida – el alma se solaza, y gusta ya lo eterno, mirando tu mirada. Queden grabados en nuestros ojos esos ojos de Jesús que se muestran dulces, penetrantes y eternos.



Si tras la noche oscura
tu rostro luz irradia,
oh Cristo, ya no hay noche
ni muerte ni desgracia.

Venciste las tinieblas,
oh lámpara del alba,
oh Verbo sin ocaso,
amor que no se apaga.

Verdad de los mortales,
hermano, estirpe santa,
allí donde tú habitas
dispón nuestra morada.

Llegado el fin del día,
el alma se solaza,
y gusta ya lo eterno,
mirando tu mirada.

¡Oh Cristo verdadero,
mi boca a ti te alaba,
que sea mi descanso
obsequio de tu gracia! Amén.


Belén, septiembre 1984

RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnario de las Horas. Editorial Regina, Barcelona 1990, pp. 149-151 - Con el título de "Himnos para Completas" están publicados en: La alabanza de las Horas: Espiritualidad y pastoral. Dossier CPL, 46 (1991) 137-142 (Previamente en la revista “Oración de las Horas”).