Epistolario espiritual

San Juan de Ávila


XVII

 

Carta á un señor de título enfermo, animándole al amor del padecer, significándole el grande fruto que de aquesto viene

 

He sabido que después que de allá me partí ha ido á V. S. aún más trabajosamente que quando yo allá estava; y deve ser por hazerle Nuestro Señor más merced, pues lo son los trabajos para quien lo sabe entender. Y bien es que para tener parte en la venida de Jesu Cristo Nuestro Señor esté V. S. en ellos, pues dixo Él que avía venido para dar á los pobres buenas nuevas, y medicinar los quebrantados de coraçón y consolar los llorosos, y darles corona por la ceniza y alegría por el lloro. Y pues el consejo del Altíssimo es no dar parte de sí sino á quien destas cosas tuviere parte, tiémplese el sinsabor de ellas con venir Dios con ellas, ó tras ellas; lo qual no sólo las haze sufribles, mas deseables, porque muy mayor es la ganancia que traen que la pérdida; y siendo Dios el que se da á trueco de la hiel que ell[a]s tienen, en ninguna manera deven dexar de ser amadas, y assí bien recebidas quando vienen, y aun desseadas, y llamadas quando se tardan.

Fortíssima cosa es un coraçón determinado en querer á Dios, porque, como entiende que puede alcançar á este que desea, no teme meterse por lanças, teniéndose por cumplidamente dichoso con sólo este bien que alcance, aunque sea á trueco de todo lo que le pueden pedir: estima á Dios en mucho, y de aí le viene estimar los trabajos en poco, pues leemos de Jacob aver hecho esto con su amada Raquel, y aunque le echasen carga de nuevos trabajos, toda la llevó por gozar de su deseo; y pues á V. S. ha cabido suerte por la misericordia de Dios de estar apalabrado con Dios sobre que será Él su gualardón y descanso de sus trabajos, no dé esta mancha en su honra, que le parezcan grandes, siendo Dios la paga dellos y el mismo que los embía. Sufra V. S. la carga y la sobrecarga los siete años primeros y los siete siguientes, que si persevera en el amor de Raquel, su galardón será el eterno descanso, y cantará delante el acatamiento de Dios: L[a]etati sumus prodiebus quibus nos humiliasti: annis quibus vidimus mala; y entenderá entonces el valor de la enfermedad y dolores que Nuestro Señor agora le embía, y mirarlas ha como á simiente de su gozo, y á camino de su descanso y á cosas que le acarrearon á Dios; y pues el cristiano acá ha de tener parte de aquella luz que allá ha de poseer perfectamente, mire V. S. sus trabajos con ojos de fe, cotejándolos con lo que dellos saldrá, y serle han consuelo dellos mismos, y verá que aunque son cargosos, ellos mismos traen fuerça con que ser llevados; porque lo que afligen con lo presente consuelan con la esperança: y como ésta sea muy cierta, pues lleva la orden que Dios tiene puesta, que es que venga después de ser uno provado en la tribulación, ningún lugar queda para no ser bien recebidos los anunciadores de nueva tan buena, como es de llevarnos al cielo. Tenga V. S. cuidado de les dar compañía qual ellos dessean, que es paciencia en ellos y diligencia en hazer las buenas obras que pudiere; que pues Dios da á entender que le quiere salvar, no es razón ser floxo en effectuar lo que conviene para tan grande bien y que tan presto verná: y esté con mucha confiança en las piadossíssimas manos de Dios, el qual sea guarda de V. Illustríssima S., y todo su bien, y su eterna corona. Amen.