Epistolario espiritual

San Juan de Ávila


X

 

Carta del auctor á un sacerdote que estava alegre per las mercedes que el Señor le hazía. Alégrase juntamente con él y exórtalo á que sea agradecido y responda á la vocación de Dios si quiere gozar de los tesoros que su Magestad suele comunicar á los que animosamente se dan á Él

 

Si las flores de buenos principios que Dios en el ánima de Vuestra Merced ha producido por su misericordia la consuelan y dan contentamiento, como por su carta dize, ¡qué sería si Vuestra Merced se atreviesse á andar un poco más ligero por el camino de Dios, para que su misericordia tuviesse ocasión de, como ha produzido flores, produzir fructos? Creo encontraría Vuestra Merced con tales cosas, que dexaría el cántaro, como la Samaritana, por mejor gozar del agua viva que Cristo da; de la qual quien beve nunca más ha sed, porque se haze en el vientre una fuente de agua viva, que da saltos hasta la vida eterna. Entonces, señor, se quitarían de gana los deseos de las prosperidades desta vida, y antes serían aborrecidas que amadas, como cosa que estorva el gusto de las cosas divinales, y cuyos cuidados ahogan la palabra de Dios. Gran verdad dixo aquel sancto Pontífice que hablava lo que sentía: Gustata carne, desipit spiritus, ita gustato spiritu, desipit omnis caro; y en otra parte: Non habet in terra quod amet, qui [donu] Dei in veritate gustavit. Entonces vienen al hombre juntamente gozo y dolor; porque aquel nuevo vino que Dios le da á bever le embriaga con su dulcedumbre, y le haze despreciar todo lo visible. Y considerando quanto tiempo ha carecido dél y bevido de los ríos de Babilonia, y vanidad deste mundo, no puede dexar de dezir y llorar con Sancto Augustín: Sero te cognovi, pulchritudo tam antiqua, sero te cognovi, pulchritudo tam nova: v[a]e caecitati illi quando non te cognoscebam, vae tempori illi quando non te amabam: y aunque él llorava porque no avía conoscido á Dios por fe, andando embuelto en errores, mas si nosotros nos contentamos con conocer á Dios por fe, y no lo conocemos por la noticia esperimental que del amor nasce, y según las conjecturas humanas se puede tener, también ternemos por qué llorar como él, y dezir: ¡ay del tiempo quando no te amava! Y este sentimiento de la pérdida del tiempo passado es una gran señal que Dios entra en el ánima; porque con la luz se ve en las tinieblas, y con el amor es condenada la tibieza, y con los celestiales conocimientos la sabiduría mundana. Job era gran siervo de Dios, aun quando estava en su prosperidad, y creció tanto en el ánima con la tribulación corporal, que dixo: Auditu auris audivi te, nunc autem oculus meus videt te; idcirco ago p[o]enitentiam in favilla et cinere. Muy gran diferencia va, señor, quando Dios nos da lumbre del cielo para conocer (aunque á nuestro modo) quién es el bien sumo al qual emos offendido, ó no servido como devíamos, á quando lo miramos con la pequeña candelilla de nuestra propria lumbre; porque quanto excede el cielo á la tierra, tanto va de la inspiración del Espíritu Sancto que nos alumbra y ayuda á hacer penitencia, á la que es de nuestra cosecha. Y si Vuestra Merced quiere saber qué cosa es andar la mano de Dios por el ánima, si quiere bever en la tierra una gotilla del vino del deleite de Dios, si quiere llegarse á ver la visión de como Dios está en la çarça, y no se quema la çarça aunque arda, no aguze tanto el ingenio para inquirir, quanto el affecto para lo purificar. Más valen para esto amargos gemidos salidos del coraçón, que subtiles razones ni libros. Arrógese á los pies del Señor Crucificado como hombre culpado, ignorante, y que no ha sabido darle contentamiento, aunque ha gozado de muchos bienes que la divina liberalidad le ha dado: ensalce quanto pudiere la divina bondad, y cuente uno por uno los beneficios que le ha hecho en cuerpo y ánima desde que le crió: y cuente entre ellos que, no siendo él digno de servirle de moço de cozina, le dió en su casa tan honrrado lugar de sacerdote suyo. Mire bien cómo ha respondido á estas y otras mercedes; y conjure á la divina misericordia que por aquellas entrañas con que le ha hecho tantas mercedes, por las mismas dé el conoscimiento y agradecimiento dellas, y el servicio correspondiente á ellas: quéxesse Vuestra Merced mucho de su propria ingratitud, condene su tibieza en que ha vivido; arda en su coraçón el zelo de la honra de Dios, y vénguese de al mismo por aver preciado poco al que le preció á él tanto, que se puso en una cruz por él. Y si estas cosas no le movieren el coraçón, téngase no por hombre de carne, sino por coraçón de piedra, y confúndase mucho, y gima á Cristo, porque teniendo Él su coraçón sacratíssimo y limpíssimo abierto con lança, y manó dél sangre y agua en remissión de nuestros peccados, no se hiera y abra nuestro coraçón con la lança de su amor y salga de nuestro coraçón la podre y hedor de nuestras malas y vanas affecciones que en él están encerradas. ¡O infelice de aquel que no es herido con la lança, clavos y espinas del Señor, y se queda malsano y sobresano, y tiene lo de dentro podrido, según dixo el Señor al otro Obispo: Nomen habes quod vivas et mortuus es.

Despertemos, señor, despertemos antes que nos tome la muerte durmiendo, y metamos la mano en lo más íntimo de nuestro coraçón y escudríñémoslo con candelas, porque el juizio de Dios desde allí ha de començar como de lugar de su morada: Incipite a sanctuario meo, dixo Él á Ezequiel. Miremos á dónde mira nuestro coraçón, y si no mira al norte, que es Dios, gimamos y temamos, y pidamos: Averte oculos meos ne videant vanitatem. Porque ¿qué cosa es todo lo que está debaxo del sol, sino vanidad? ¿Y qué son los que estas cosas aman, sino vanos como las cosas que aman?: «Et telas araneae texerunt», quae non proderunt eis «in vestimentum, nec operientur operibus suis». El coraçón, señor, á Dios: Ocult mei semper ad Dominum. Dexe á los vanos seguir sus vanidades, que ellos y ellas perecerán: pásese á la región de la verdad, que ha de durar para siempre, y acuérdese que quando el juez soberano se sentare en su silla y juzgare según la verdad, aprovará por mejor el lloro que la risa, y la penitencia más que el regalo, y las temporales necessidades con paciencia llevadas, que las consolaciones que tienen los ricos, á los quales dixo: Vae vobis: y entonces se holgará uno de no aver tenido muchos á su cargo de quien le sea pedida cuenta; porque verá que tiene harto que hazer en darla de sí: y en fin parecerá más cuerdo quien emplea su vida y cuidado en purificar su ánima y ser amador de Dios, que el que se descuidó de esto, y puso su mayor cuidado en otras cosas que se le antojaron.

Y pues Nuestro Señor ha començado á abrir los ojos á Vuestra Merced, tiene por qué gozarse por la nueva merced; mas tiene por qué temer si no la sabe conocer y acrecentar. Passe adelante, señor, pase adelante, y sabrá qué es aquello que está escripto: Ducam te per semitas aequitatis; quas cum ingressus fueris non aretabuntur gressus tui, et currens non habebis offendiculum; y si quiere correr por los hermosos caminos de Dios, no vaya muy cargado de tierra, que quanto más dexare por Dios, tanto Él más le dará de su gracia, y quanta más gracia, más correrá, y mientras más corriere más gana le dará de dexar más por poder más correr; porque si el que halla el tesoro abscondido en el campo vende quanto tiene por lo comprar ¿qué hará quien encuentra con el dulcissimo manná abscondido de la dulcedumbre de Dios, sino por comer de él con entrambos paladares, ayunar de todo lo demás de la tierra, y dezir con sus entrañas: Quid mihi est in coelo? ¿Et a te quid volui super terram? Defecit caro mea et, cor meum: Deus cordis mei et pars mea, Deus in aeternum. ¡O parte rica, ó parte que es todo, al qual comparado todo es como grano de mijo á la grandeza del cielo! ¿Y quien es aquel que contigo no se contenta, y que no dessea estar desnudo para que tú seas su vestidura, pobre para que tú seas su riqueza? Y si hizieren burla dél, porque vendió quanto tenía por comprar aquel campo, él llorará de compasión de los otros, y se gozará de aver hecho tal trueco; que dexó muchas cargas para mejor seguir á Dios, y compró una perla, que sola ella vale más que lo que dexó y que todo el mundo.

Añida Vuestra Merced alguna poca de más penitencia á la que hazía, ore más, limosnas más, cuidado sobre su corazón, obras y lengua, y desta se guarde como del demonio, y téngala atada como á bestia fiera, dañosa, y no la suelte á hablar sino con grande acuerdo y encomendándose á Dios. Agradezca lo que le ha Nuestro Señor dado para que se haga capaz de más. Sea el altar su deseo, su gozo y descanso, como el nido para el pájaro: y el Señor, que es fiel, acabará lo començado y le dará augmento de gracia; y cada día le sea más agradable y su vida más meritoria, y á los próximos más provechosa; y pare en ganar aquella vida que sola es vida y digna de perder mil vidas por la ganar.

El Señor Jesus que con su muerte nos la ganó dé á Vuestra Merced fuerças, para que, holladas todas las cosas, á Él solo ame y á todos por Él. Y por su amor le pido se acuerde deste su servidor en sus oraciones y sanctos sacrificios; que yo según mi flaqueza lo mismo hago por Vuestra Merced. Algún día estoy agora para predicar, gracias á Dios.