Epistolario espiritual

San Juan de Ávila


V

 

Carta del autor á un predicador. Enséñale en qué se deve exercitar el día y la noche, y cómo se avrá consigo y con los próximos

 

Muy Reverendo padre mío:

Puesto que he sabido que mi carta no ha parecido allá á todos muy bien, no dexara de obedecer la voluntad de Vuestra Merced, que quiere ser informado de lo que deve hazer, pues con tanta humildad lo demanda que parece que lo devo tomar por mandamiento de Dios; cuyo favor invocando, digo: que el exercicio principal de V. Merced por agora deve ser en quitar los ojos de la encomienda de la vida agena y ponerlos en la suya, y rogar á otros que le ayuden á ello. Y la regla particular que para esto me pide parece que deve ser esta: recogerse ha cada noche en tocando á la oración del Ave María, ó un poquito antes, é hincando las rodillas, hecha la señal de la cruz, diga el Confiteor Deo y el Psalmo de Miserere, é hiriendo sus pechos, confiesse al Señor su propria indignidad y peccados, pidiéndole misericordia por el sacrificio de la Passiónde su Hijo, que amansó la ira que nuestros peccados merecían; y luego se sossiegue de rodillas, si lo pudiere suffrir sin daño del cuerpo y sin vagueamiento del pensamiento, el qual suele acaecer quando el cuerpo está penado, ó sentado en el suelo ó en silla. Piense con attención en el passo de su muerte lo más entrañablemente que pudiere como si en ella estuviere, notando particularmente cómo estará en la cama, la candela en la mano, y todo lo demás que el Señor le diere; y tras esto como, salida el ánima, quedará acá el cuerpo, y será llevado á enterrar, y haga cuenta que oye los cantos, y lloros, y todo lo demás que se suele hazer; y cómo echado su cuerpo debaxo de la tierra, será hollado, y quiçá de los animales, y podrá ser que anden rodando los huessos, y les den con los pies. Y pues esto ha de venir, haga cuenta que ha venido, y dese por muerto á este mundo, bolviéndole dé verdad las espaldas, y echando de su coraçón toda criatura, y todo amor de honra, y todo temor de deshonra; y haga cuenta que ya está en el otro mundo, y viva acá como en una immutabilidad entre las mudanças, mirando como ya es todo passado, assí como agua que corría con çurrido. Y cumplido con el pensamiento del cuerpo, piense como su ánima ha de ser juzgada con verdadero juizio, y preséntese delante del tribunal de Cristo ni más ni menos que se presenta un ladrón delante de un juez, las manos atadas, y los ojos baxos, y con vergüença en el rostro, porque le tomaron con el hurto en las manos. Piense como allí será acusado de demonios y de su propria conciencia y trabaje por sentir esto, que no el pensar, mas el sentimiento es el fin del pensar. Y entonces deve supplicar al Señor que le haga merced de le descubrir algo de los méritos de su processo, y darle á entender quien ha sido en la vida passada, y qué ha hecho contra Dios, y qué ha hecho Dios con él, començando desde que fué criado, y qué bienes ha rescibido de Dios, y quán mal le ha respondido á ellos: el qual pensamiento quando viene de spíritu humano solamente haze entristecerse un poco; mas quando viene del spíritu del Señor es tan lucido que vee el hombre en sí tal indignidad que le parece milagro suffrirlo la tierra, y tiene mucho que hazer en creer que tiene Diostanta bondad que baste para le suffrir; y tiene tan grande enojo contra sí mismo por aver assí vivido, que si no fuesse por no offender al Señor, pornía las manos en al mismo, y dessea que todas las criaturas vengassen la injuria de su Señor. Lo que aquí se siente quando Dios descubre al hombre en qué quilates deve estimar lo que ha hecho, no se puede dezir, porque es por spíritu sobrehumano. Y no deve Vuestra Merced acordarse muy en particular de todos los peccados: basta acordarse de algunos más graves, que humillen mucho al hombre; y en lo demás mirarse en general como una cosa abominable, á lo menos después de aver algunos días examinádose particularmente. Tras esto debe pensar los infernales tormentos, y los del purgatorio, y el día del juizio; y el fin desto es el sentirlo. Deve tambien examinar los defectos aquel día hechos, y sentirlos más que los peccados passados, mirando muy attentamente sus inclinaciones, y pedir luz al Señor para escudriñar este abismo, que solo Dios le escudriña, y el hombre quanto Dios le da de lumbre para ver los rincones dél. Esto es en lo que se deve de ocupar desde en anocheciendo hasta dos buenas horas, que sean las ocho ó ocho y media; y luego coma un bocado de cosas livianas, porque assí ha de ser la cena, que en ninguna manera dé pesadumbre al ánima para entender en la oración. Y querría que sobre la cena no hablasse, mas que guardasse silencio desde anocheciendo hasta ver dicho missa otro día. Digo pues que después de aver tomado el bocado, deve rezar vocalmente alguna cosilla, y leer algo que más le incite á devoción que á sutileza de ingenio, y en esto serán ya casi las nueve y media; y entonces aparéjese un poquito para dormir, lo qual ha de ser como lo hazen los otros para morir. Y recogiendo un poco el ánima, y encomendándola en las manos del Señor, duerma pensando cómo le han de tender en la sepultura, ó cómo el Señor fué sepultado. Y començando á dormir á las diez, dormirá hasta las tras, y entonces levántese y reze Maitines, y estos acabados, piense, hincadas las rodillas, un passo de la Passión del Señor, tomando cada día un passo, porque no ande vagueando con el pensamiento, y puede ordenarlos assí: que el lunes piense la ida al huerto, y oración, y prendimiento; martes, desde allí hasta la columna inclusive; miércoles, la coronación y Ecce Homo; jueves, la sentencia y llevada de la cruz; viernes, la crucificación y muerte; sábado, la deposición de la cruz y sepultura; domingo, la resurrección, y gloria que tienen los del cielo, figurada en la resurrección de Cristo: en esto estará casi dos horas, y después recline un poquito la cabeça para tomar un poco de sueño por causa de la cabeça hasta las seis ó seis y media: y despues reze Prima, Tercia y Sexta; y póngase en oración, aparejándose para la missa, pensando en este profundíssimo misterio: y considerada su propria indignidad irá a recebir á Aquel mismo cuya passión pensó en la madrugada; porque pensando al Señor en la missa de la forma que lo pensó en su oración, ayúdase mucho lo uno á lo otro. La missa acabada, recójase media hora á dar gracias y holgarse con el que en sus entrañas tiene, y aprovéchese dél, no de otra manera que como quando acá vivía fué recebido de Zaqueo ó de Mateo ó de otro que se lea, porque el más quieto tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el qual tiempo no se deve gastar en otra cosa, si extrema necessidad á otra cosa no nos constriñesse. Tras este ratico estudie hasta comer, que serán un par de horas y el estudio será començar á passar el Nuevo Testamento, y si fuesse possible querría que lo tomasse de memoria. El estudiar será, alçando el coraçón al Señor, leer el texto sin otra glossa, si no fuere quando algo dudare, que entonces puede mirar á Crisóstomo, ó á Nicolao, o á otro que le parezca que declara la letra no más: y no se meta sino en saber el sentido proprio que el Señor quiso allí entender, que por agora no es menester leer más. Despues de comer huelgue un poco el pensamiento, que aunque parece que quando pican la piedra del molino no se haze nada, mas mucho se haze en aparejarla para más moler. Y si su cabeça ha menester un poco de sueño, tómelo en hora buena, y despues reze Nona y Vísperas y Completas; y gaste la tarde en provecho de sus próximos desta manera: que sepa qué enfermos ay peligrosos para morir, y váyalos á visitar y animar, y trabaje por hallarse á la muerte de ellos, porque ganará mucho él yaprovechará mucho á ellos; y otras vaya al hospital, y consuele á los enfermos; otra vez, si supiere que algunos están en discordia, que cree que podrá aprovecharles, hábleles; y querría que ordinariamente leyesse, aviendo algunos mancebos bien inclinados, cada tarde alguna cosa de buenas costumbres, assí como Tulio, ó [É]ticas de Aristóteles, ó algo de Platón, ó cosas semejantes, sin meterse en misterio de cosa de cristiandad, porque de aquellos ha de tenerse aún por insufficiente aun para ser discípulo, y en esto se passará la tarde, y sucederá la orden ya dicha.

Resta avisalle de algunas cosas acerca de lo dicho: que quando pensare la Passión no se vaya el pensamiento muy lexos de sí á los lugares do acaesció lo que piensa, mas todo lo piense como si dentro de sí mismo ó cerca de sí acaesciesse; y no trabaje por llorar ni sentir pena, sino lo más sosegadamente que pudiere; imagine, no con demasiada fuerça, el passo que quiere, y párese á mirar simplemente lo que el Señor pasava, como si presente estuviera; digo simplemente porque no ha de curar de razones, ni de mucho discurrir de pensamientos, mas con una vista sosegada, á modo de intelligencia, mire al Señor, y las más veces sus pies, y considerarlo cómo estava, esperando lo que el Señor allí le diere; porque lo principal deste negocio es recebir los movimientos é influencias del Señor, y antes que estas vengan est vanum ante lucem surgere, aunque se deve hazer lo que en nosotros es: y lo que entonces le fuere dado, agora sea compassión, agora sea amor, ó temor, ó dolor de peccados, ó edificación de costumbres, ó lágrimas, tómelo sin desechar nada; y si ninguna cosa le dieren, no se altere, mas renunciándose en las manos del Señor, tenga por muy gran merced aver su Magestad consentido delante de su presencia un tan hediondo leproso como él es, y con esto se consuele. Item si pensando en algunas cosas de las dichas sintiere que el ánima se deleita en dexar aquello y pensar otro, deve seguir lo que el ánima quiere con libertad, con tal que no sea á cada viento, sino quando sintiere que es llevada á otra cosa: que si no, estese quedo, aunque no sienta devoción en lo que piensa. Item trabaje de las más vezes que pudiere recogerse dentro de su coraçón todo el día, aunque ande en ocupaciones, y traiga á la memoria el passo de la Passión que aquel día le cabe de pensar; porque los que esto no hazen hállanse muy indevotos quando despues tornan á la oración: y por esto dezían los sanctos padres del yermo, que devía el monje hazer algunas oraciones breves y freqüentes, porque no se apagasse la oración. Item, porque ay algunos que no pueden entrar en el pensamiento de la Passión sino tarde y con mucha pena, es bien que sepa, si fuere uno destos, que es muy buen remedio començar primero á leer algun buen libro devoto de la Passión, y leer aquel passo que entonces quiere pensar, y quédanse en la memoria las circunstancias de aquel passo, y queda la voluntad algo movida. Querría que Vuestra Merced lo hiziesse, y de los libros que para esto me parecen mejor es Passio duorum, ó la primera parte del Abecedario Espiritual: provándolos verá qual es mejor. Item se deve exercitar en libros simples, que sean devotos y espirituales, assí como Vitas Patrum, y Casianus, De Collationibus Patrum, Summa de Virtutibus et Vitiis, sin el qual no esté; y estos bastan por agora. Oya sermones de persona que le pareciere que mora en ella Dios, y de buena doctrina, y comunique con los tales poco y como discípulo rudíssimo, y mire bien lo que le fuere dicho y óbrelo.

Suelen venir en la oración algunas cosas muyvivas para el entendimiento, y otras vezes la misma persona que ora se pone allí para predicarlo, o enseñarlo, o para saberlo no más. Todo lo qual ha de mortificar V. M., endereçando su intención á su propria edificación, y diziendo á su ánima que aquellos ratos los quiere para sí mismo, que no quiere allí aprender cosas para otros, que otro tiempo avrá para ello: y assí en toda simplicidad y humildad busque el provecho de su ánimo, sin querer hazer escuela del entendimiento lo que es de la voluntad. Lo que en su coraçón passa con Dios cállelo con grande aviso, como deve callar la muger casada lo que con su marido passa: y no diga palabra por la qual le puedan tener en algo, mas con toda dissimulación y llaneza conversará con sus próximos, para que no le sean estorbo para la comunicación del Señor. Isaías dize: Secretum meum michi: y dize S. Bernardo que lo ha de tener el siervo de Dios escripto en su celda ó coraçón. Esto está en la epístola ad fratres de Monte Dei; la qual lea y si quiere también los Cantares: no descubrir su coraçón es cosa que le ayudará para mucho sosiego. Diga missa cada día, aunque no sienta devoción, y confiesse á más tardar de tres á tres días con profundo conoscimiento de sus males, y crédito que son muy más y mayores que él conosee, y con entera fe y devoción en este Sacramento por la palabra del Señor: Quorum remiseritis peccata; y si Dios le da luz con que se conozca y fe para esta palabra, serle ha este Santíssimo Sacramento grandissima dulcedumbre y consolación. Si alguna persona le importunare mucho que la confiesse, hágalo con aquel aparejo como quando va á dezir missa; y no querría que fuessen mugeres, ni que fuesse á muchos, sino á alguna cosa particular queparezca mandarla Dios.

En el predicar deve pensar que no es para ello; y secundum indulgentiam dico, y no secundum imperium. Los advientos y quaresmas predique de ocho á ocho días poco más ó menos, estudiando primero el sermón tres ó quatro días sin congoxa, y el día antes del sermón occuparlo en gustar lo que ha de dezir, y no predicar sin estudio ni sin este día tener recogimiento particular.

La exterior conversación sea llana, sin que pueda notar dél devoción exterior, y sin juzgar á nadie, ni llorar las perdiciones de los otros; mas olvidado de las faltas agenas, y mirando sus bienes, bolver los ojos sobre sus proprios males, y estos llorar y remediar.

Esto es lo que se me ha offrecido por agora y depriessa, y lo que más se offreciere escribiré á Vuestra Merced; y lo uno y lo otro examine Vuestra Merced para tomar lo que bien le pareciere, que yo con tal intento lo escribo.