Epistolario espiritual

San Juan de Ávila


IV

 

Carta del autor á un predicador. Trata que es sobre humanas fuerças ser buen ministro de la palabra de Dios, y qué es lo que en ella se ha de buscar, y del miramiento que en no faltar á su aprovechamiento ha de tener, y de la freqüencia de comuniones y el silencio que han de tener los siervos de Dios

 

Charissime:

Las señas que Vuestra Merced me da para que dél me acuerde no son menester, porque quiso Nuestro Señor que tenga tanta memoria de Vuestra Merced que después de una vez visto no le olvidase más: y cierto, digno es que yo, que soy un gusano, me acuerde de aquel de quien Dios se acuerda para le hazer misericordias, y del que Dios se acuerda para se las servir. Ruego á la misericordia del Salvador Cristo que quiera acabar con próspero fin lo que ha començado en essa ánima con tan buen principio, para que no sea sicut luna, quae semper mutatur, mas qu[e] crescit usque ad perfectum diem. Piense, padre, muchas vezes en qué negocio le ha puesto Nuestro Señor, y verá con quanta vigilancia lo debe tratar. No tiene Dios negocio que más le importe que el de las ánimas, y por ellas lo crió todo, y Él mismo se hizo hombre para en la carne que tomó poder comunicarse con los hombres. Gran dignidad es traer officio en que se exercitó el mismo Dios, ser vicario de tal predicador, al qual es razón de imitar en la vida como en la palabra. Sobre fuerças humanas es ser buen ministro de Dios en la conversión de las ánimas; y por esto dize el Apóstol: Quis idoneus? Cierto, no de nosotros; mas sufficientia nostra ex Deo est: Qui idoneos nos fecit ministros Novi Testamenti, non litera sed spiritu.

Trabajemos, padre, por morir antes que demos maculam in gloriam nostram, y pidamos al Señor con cuidado que del todo y en todo obre Él y hable en nosotros, porque, nosotros hollados, Él sea el precioso en nuestros ojos y en los de todos. No miremos á otra parte sino á la gloria de Dios, y esta busquemos, y desta seamos pregoneros; que quien mira á la propria es semejable al que fuesse á dezir á una donzella que la quería por muger el hijo del rey, si ella quería dar consentimiento, y el tal mensajero grangeasse para sí la que avía de ganar para el hijo del rey. Embiados somos, que quieran á Cristo, pues que Él las quiere; miremos no nos busquemos á nosotros, que sería extrema traición. Fidelíssimo fue Cristo á su Padre, cuya gloria siempre predicó y buscó: en los milagros que hazía y palabras que predicava todo dezía que le venía del Padre, y assí los predicadores de Cristo su gloria han de predicar, y á Él referir todo lo que bien obran y hablan, para que assí sean coronados por Él como Él lo fué por el Padre. Todas las cosas dixo Josef que le avía dado su señor, mas no la muger, aunque ella lo combidava consigo. Y assí piense el pregonero de Cristo que todo lo que quisiere le dará Él, salvo la honra y el amor de las ánimas; que esto, padre, aunque se os offrezca no lo aveis de tomar, mas holgarvos con que amen á Cristo y le honren, y á nosotros que nos aborrezcan, y huellen, y nos escupan en la cara, para que assí ganen ellos y ganemos nosotros, ellos con mirar á Cristo, nosotros con ser despreciados por Él. Muchas vezes, padre, acaesce en este officio ser honrados y ser despreciados, mas el siervo de Dios tan sordo deve passar á lo uno como á lo otro, aunque más se deve alegrar con el desprecio que con la honra, quanto más le hazen conforme á Cristo, que por buscar la honra del Padre fué Él deshonrado.

Tengamos la conciencia pura y nuestros ojos puestos en Dios, y esperemos su reino, que todo lo que acá se puede offrecer es ruido que presto se passa, y ligeramente es vencido de quien vive bien y se esconde en las llagas de Cristo, pues para nuestro refugio están abiertas. Allí hallamos descanso para quando somos de la prosperidad combatidos y de la adversidad; y ninguna cosa puede turbar á quien allí ha fixado su pensamiento. Dízenme que Vuestra Merced trabaja mucho: querría que se templasse, á lo menos en las confessiones, porque cierto somos de carne, la qual es flaca aunque el espíritu sea fuerte: y no querría verle como yo estoy de indiscretos trabajos, que á cada sermón me da una calentura. Esto es en quanto á lo del cuerpo, en lo qual encomiendo que ni sea regalado ni demasiadamente lo trabaje: y porque por carta no se puede esto especificar, basta esto. Quanto á lo del ánima, le encomiendo que de tal manera aproveche á otros que nunca pierda su oración mental y recogimiento; y en esto mire muy mucho, porque he visto algunos que han dado quanto tenían y quedáronse pobres para sí y para otros. Suelen, padre, dezir que dello con dello: y en la limosna temporal dize S. Pablo: Non ut aliis sit remissio, vobis autem tribulatio, sed ex aequalitate. Más dura y más aprovecha lo que va más poco á poco, y más imprime una palabra después de aver estado en oración, que diez sin ella: no en mucho hablar, mas en devotamente orar y bien obrar está el aprovechamiento: y por esso assí emos de mantener á los otros, como nunca nos apartemos de nuestro pesebre, y nunca falte el fuego de Dios en nuestro altar. No sea pues muy continuo demasiadamente en darse á otros, mas tenga sus buenos ratos diputados para sí; y crea en esto á quien lo ha bien provado.

También le aviso que no se dé mucho á confessiones de mugeres, especialmente moças, que es una muy peligrosa negociación, si no ay muy particular don de Dios, que haga la carne como insensible. Y generalmente ponga más los ojos en aprovechamiento de hombres, porque si comiença á mirar á ellas, no le vagará entender en otra cosa, según hazen gastar el tiempo en cosas de poco provecho. Su principal intento querría que fuesse predicar, que mucho hará si bien lo haze: y el confessar ni tomarlo del todo, ni dexarlo del todo. Espero en Cristo que él enseñará el quándo, y cómo, y á quien.

Sabido he que se usa mucho la comunión por allá, y en algunas tierras más de lo que yo querría, aunque no ay cosa que á mí más alegría me dé que este exercicio quando es como se debe hazer. Visto he algunos, que, siendo floxos en el cuidado del aprovechar, piensan que con comulgar muchas vezes, y con sentir un poco de devoción entonces, que dura poco y no dexa fructo en el ánima de aprovechamiento, les parece que comulgan bien, y despues vienen á perder aun aquella poca devoción, y quedan tales que no sienten ya más de la comunión que si no comulgassen; lo qual se causó de la freqüentación deste sacrosanto misterio sin aver vida digna de ello. Por tanto esté sobre aviso, que no todas vezes abra la puerta deste sagrado y divino pan, mas, mirando la conciencia de cada uno, assí dispensarlo. No querría que uviesse quien más freqüentemente lo tomasse que de ocho á ocho días, como Sancto Augustín lo aconseja, salvo si no uviesse alguna tan particular necessidad, ó particular hambre, que pareciesse hazer injuria á tanto desseo quitarle su desseado: y á los demás ó de quinze á quinze días, ó de mes á mes se les dé, avisándoles que si les deleita este combite, que les ha de costar algo en la enmienda de la vida, que si viven floxamente no quieran rescibir el pan que para los que sudan y trabajan en resistir á sus passiones y en mortificar su voluntad se ordenó. Cierta sentencia es la de S. Pablo en el un pan y en el otro, que quien no trabaja no coma, que de otra manera el pan come de balde: y este sanctíssimo pan ¿quien sin trabajar y pelear lo tiene en su ánima? Y no olvide, padre, de encom[e]ndar á los que á Dios se allegaren, que obren y callen; no presuman enseñar á otros, antes tiemblen de nombrar al Señor en su boca, y piensen, aunque muy adelante les parezca que están, que no han començado. Nunca vi durar mucho en el bien á quien presto lo parla. No hagan caso de revelaciones, ni digan lo que en su coraçón sienten, sino es á su confessor, y esto no sin necessidad, sino para pedirle consejo, por no ser del demonio engañados. Escondan las buenas obras lo más que pudieren; si no, acaecerles ha lo que á las florezitas del arbol, que un viento que viene se las lleva por su ternura. Destas y otras cosas es menester avisar á los que comiençan á servir al Señor, porque no pierdan por imprudencia la merced que el Señor les ha hecho, ylloren después quando se les aya ido la gracia, la qual no tornará tan presto como se va. Encamíneles en leer vuenos libros, y Vuestra Merced también lea, y ore, y ruegue al Señor por mí.