Epistolario espiritual

San Juan de Ávila


III

 

Carta del autor á un predicador. Trata qué freqüencia de comunión se deve aconsejar y qual reprehender

 

Charissime:

La continua falta de mi salud me haze fa[l]tar á V. M. en el escrivirle, aunque me haze Nuestro Señor merced de darme algún sospiro y oración, que por el bien de V. M. yo le presenté, suplicándole cumpla Él sin mí y por mí lo que yo le debo y deseo.

En lo que V. M. pregunta de la freqüencia de comuniones que en essa ciudad ay, me parece que ninguno deve poner tassa absolutamente en la comida deste celestial pan, pues mirándolo assí es bien y gran bien tomarlo cada día si ay cada día aparejo para lo recebir. Todo el negocio ha de ser ver no aya engaño en el aparejo, pensando que lo ay donde no lo ay; y cierto se engaña alguna gente de la devota en ello, assí como los que solamente son movidos á lo hazer porque su amigo, ó vezino, ó igual lo haze; y algunas destas personas se afrentan por ser tenidas por menos sanctas de los confesores, si veen que dan licencia á la compañera que comulgue y á ella no. A estos no los llama Dios a su mesa, su liviandad los lleva, y lo que avían de imitar para tener igual llamamiento divino, queriendo imitar con igualdad de carne. Y claro es que aunque una persona sea menos buena que otra, puede la menos buena tener alguna causa justa de comulgar alguna vez, y más a menudo que la otra más buena, por aver mayor necessidad, ó por estar alguna temporada con más aparejo, y por otras particulares causas que no concurren en la más buena. Assí que este error se deve mucho reprehender; que cierto es dañoso y usado ir al celestial combite sin llevar llamamiento del Señor dél. Verdad es que aprovecha, y no poco, ver comulgar á otros, y uno de los provechos es gana de imitar tan sancta obra: mas han de entender que han de imitar el aparejo si quieren imitar la obra. Assí como si uno se va á soledad, ó vive vida en virginidad, ó es predicador, ó cosas semejantes, no es bien porque aquél lo hizo hazerlo yo, sin mirar que llevó aquel spíritu bueno y me lleva á mí spíritu humano: quísose Dios servir de aquel por allí y no de mí, y assí acá quiere el Señor que uno llegue á su celestial mesa más vezes que otro, y por esto no ha de ser regla lo que unos hazen para que lo hagan los otros. Otros se engañan en pensar que es aparejo sufficiente una gana tibia de hazerlo, más fundada en costumbre que tienen que en otra cosa, y si á esto se junta que echan alguna lagrimilla al tiempo del recebir al Señor, tienen por muy bien hecho su negocio; y el engaño destos consiste en no mirar al provecho que reciben del comulgar, que es ninguno, ó de no saber que la verdadera señal del bien comulgar es el aprovechamiento del ánima; y si este ay, es bien freqüentarlo, y pues no lo tienen no lo freqüenten. Vienen estos á un mal grande, del qual avía de temblar todo hombre que lo oyesse, que es: recebir al Señor y no sentir provecho de venida de huesped tan bueno y que ordena esta venida para bien de la posada: y quando los remedios, y tan grande como este lo es, no obra su operación, es cosa muy peligrosa y que mucho se deve huir; con condición que se mire, que algunos, aunque no parece que crecen, sacan este bien de la comunión, que no tornan atrás, teniendo experiencia que si no lo freqüentan, caen en cosas que no caen quando lo freqüentan: á estos bien les está hazerlo con freqüencia pues se sigue provecho de evitar caídas con la freqüencia del comulgar. Mas ay otros que ni van adelante, ni evitan males, sino con una vida como de molde, no aviendo más ni menos, assí como assí; á estos se les deve predicar quán terrible cosa es meter el fuego divino en el seno y no calentarse el celestial panal, y no sentir su dulçura y tan efficacíssima medicina y quedarse tan enfermos; y déveseles quitar el manjar como á gente ociosa, para que, lastimados con verse apartados de bien tan grande, aprendan á estimarlo en algo, y passen algún trabajo para ir mejor aparejados, castigando con rigor las faltas en que caen, desseando con ardor el remedio dellas, orando y haziendo el bien que pudieren, para que assí vayan al pan celestial con hambre interior; porque como S. Augustín dize: Panis hic interioris hominis esuriem desiderat. Aunque algunos ay que tan mal se saben aprovechar de quitarles la comunión, que no por esso se aparejan mejor, sino paréceles que es aparejo el ir más de tarde en tarde que solían, lo qual no es aparejo, como S. Hierónimo dize muy bien: que de essa manera mientras más tarde fuesse mejor aparejo llevaría, como lo dizen y hazen los que por desamor y pereza y gana de estarse en sus peccados dilatan la comunión para una vez en el año, pareciéndoles que por ir tarde van con más reverencia que si fueran más vezes, aunque llevaran menos peccados y mejor aparejo. Llaman reverencia á un temblor de esclavos y turbación que de la gran pesadumbre de pecados llevan, y aun gana de huir de la comunicación del Señor, si no fuera por miedo del mandamiento de la Iglesia. Quien dilata la comunión álo de hazer por algún día ó días, para en aquellos andar aparejándose con diligencia, y castigando sus caidas, y procurando todo bien, para que assí vaya con alguna mejoría al Señor todo bueno, que el sólo passar el tiempo no mejora á nadie.

Viniendo á lo particular queVuestra Merced escribe, de la mucha gente del estado de casados que en essa ciudad comulga cada día, digo que me engendra sospecha no ser Dios agradado de ello, por dezir que son muchos los que lo hazen. Porque como este negocio de comulgar cada día pida muy grande aparejo, y tanto que los teólogos, como V. M. sabe, specialmente Sancto Tomás y Sant Buenaventura, hablan dello más como de cosa posible qu[e] de inesse, y esta difficultad de aparejo crece en el estado del matrimonio, assí por los continuos cuidados que distraen el ánima como por el uso conjugal que en gran manera la embota, no entiendo que en muchos haya tan grande sanctidad que en tan grandes impedimentos haga aparejo qual quiere Dios, para que cada día le reciban. Tengo creído que estos no solo no saben qué es comulgar, mas ni aun qué es orar; porque el Apostol aconseja que para orar se aparten los casados, teniendo por impedimento de ello el usar el conjugal ajuntamiento: y quando teme que ay peligro de la parte de la carne, dize que revertantur in idipsum. Y conozco yo casados que él y ella se dieron á la oración, y como fueron entrando en ella, entendieron que no venía bien uso de matrimonio, y familiar plática y comunicación con Dios, y, movidos y enseñados con sola esta experiencia, apartaron la comunicación de la carne, por tenerla con el Señor, que es spíritu, é yá tres años que viven assí: lo qual concuerda asaz bien con el dicho de S. Pablo, porque el spíritu que le hizo á él hablar aquello hizo á estos hazer estotro. Pues si es doctrina de Dios no venir bien uso de carne con uso de oración, ¿cómo le parecerá bien que se junten en una cuidados que impiden la oración, y carne, que impide la elevación del Spíritu y lo embota para recebir al Señor, que quiere ser recebido con sentido que dijudicet corpus domini y lo discierna de todo lo que no es Él, y esté pronto para conocerle en la habla, como S. Juan, y en el frangimiento del pan, como los dos discípulos? Si me dixeran que algún casado ó casada hazían esto cada día, aún me maravillara, mas no mucho; mas que muchas, no alcança mi fe á creer que el Señor es dello contento, ni me mueve para aprovar lo que en la Iglesia primitiva se hazía, pues los casados de entonces eran tan sin cuidados temporales, tan devotos y llenos del Spíritu Sancto, qne con mucha abundancia en ellos se derramó, que no tienen los de agora por la mayor parte que defenderse con la sombra de aquellos en el comulgar cada día, pues no los imitan en la vida: y pues de los decretos que entonces se hazían se vee que pedían mucha limpieza en la carne á los casados para comulgar, y el dicho de S. Pablo no era tenido en poco, alguna moderación devía de aver en el comulgar cada día en lo que toca á los casados en general. Ni me mueve auctoridad de hombre devoto que agora aconseje á todos los que confiessa[n] ó van á él que hagan lo mismo, porque pienso que dize de la feria como le va en ella, y no mira á muchas partes que en esto ay que mirar: y aunque parezca esto temeridad juzgar sin oír, no valga por juizio, sino por una vehemente sospecha y temor, causado con mucha razón de dichos de Scriptura Sagrada y de sanctos y de muchas experiencias que tengo. Incitar á que vivan de arte que merezca[n] comulgar cada día, esto sí S. Ambrosio lo aconseja: mas creer que aya muchos casados que hazen esto que es menester para cosa tan alta, yo no lo creo, y absténgome de no lo juzgar. De solo S. Apolonio se lee entre los padres de los monasterios del yermo que hazía comulgar cada día á sus monges, mas avíalo con monges, y tales como los avía en aquel tiempo, y no con casados deste: y creo yo sería el cuidado del buen abbad tan ferviente porel aprovechamiento de sus monges, que con su oración y diligencia les haría andar aparejados para la alteza de la obra que les aconsejaba: ni ay agora aquellos padres ni aquellos discípulos, ni aquel aparejo, ni aquella vida que llama S. Hierónimo vida de ángeles, y que por oraciones de ellos el mundo se sustentava: ¡qué mucho que estos comulgassen cada día!: júntase á éstos lo que toca á terceros, que es la inquietud causada en los maridos por la tardança continua de las mugeres en la iglesia, y los males que acaescen en casa por la absencia de la señora: cosas claras son estas no ser de spíritu bueno, pues contradizen á los mandamientos de Dios dichos por boca de S. Pablo, que en una parte manda que obedezcan las mugeres á sus maridos como á Cristo, y les sean subjetas; y en otra qu[e] sint «domus curam habentes»; ó como el original griego dize: «domus custodes». Déveles V. M. predicar que cumplan con la obligación que á su estado tienen, y que lo que de aquí les sobrare den á su devoción, y no harán poco si reciben al Señor bien de ocho á ocho días, y esto no todas, y algunas más á menudo, que, como he dicho, no ay una regla para todos.

En lo que toca á essa persona que confiessa sentir provecho de la freqüencia de la comunión, y daño de la aver passado á ocho días, no se rinda V. M. luego: prueve si con añadir cuidado si le va bien con este modo de comulgar; que ay gente que el día que no comulgan no se saben tener en pie, ni ay más devoción ni aliento sino de aver comulgado. Bien lexos estava esto de aquellos padres passados, exemplo de verdadera sanctidad, que estavan días y meses sin comulgar, mas no por esso desaprovechados, porque la gran diligencia de aprovechar suplía el favor que de comulgar recibían. Y á este espejo es bien que miremos y hagamos á otros que miren, especialmente á moças, que les va la vida en tratar sus negocios con Dios á solas, sin medio de hombres; y si fuessen tales quales Dios quiere, con pocas comuniones se pasarían, y no alegarían para su andar y hablar: «siéntome mal sin comulgar cada día». Niñerías son estas de gente que pide alfeñique, y no son para comer pan de destetados. Trabajen y rebienten por poderse passar con poca plática de hombres; y si lo hazen assí verán á cabo de poco tiempo otro fructo en sus ánimas; mas si ay pereza y liviandad, no me aleguen que la falta de la comunión lo haze.

Lo que me pareze que se deve predicar es los grandes bienes que de la freqüencia se reciben, y que ninguno juzgue á otro por comulgar cada día, pues se puede bien hazer, antes se compun[j]a y acuse de floxo é indevoto, pues él no es para hazer bien hecho lo que el otro haze. Y con esto se avise á los que comulgan de los peligros que ay si bien no lo hazen; y que por no poderse dar una regla para todos, ni para uno en diversos tiempos, se remite el quando al juizio del confessor, con que sea prudente y devoto; y que parece ser término razonable para gente medianamente aprovechada comulgar de ocho á ocho días, salvo si no se offrece algún caso particular en la semana; y que quien más que esto quisiere, que le hable a Vuestra Merced en particular, y le dirá su parecer; y á quien viere claro que ay provecho de ello, concédalo (y esto es á pocos), y á los otros quítelo, pidiendo primero lumbre á Nuestro Señor para acertar; y puede ser más largo en esto con personas no casadas que casadas, y con personas de edad que moças; porque la madureza de seso y reverencia y peso es gran parte para fiarles la freqüencia de la comunión. Ya sabe que S. Francisco el de Assis no comulgaba cada día, ni S. Francisco de Paula, aun después de viejo, sino de ocho á ocho días. Y con esto entiendo que á los no tan sanctos es bien comulgar de ocho á ocho dias, y también más á menudo, porque entiendo que la gran necessidad que la malicia de tiempos, y engaños del demonio, y propria flaqueza causan agora, pide mayor recurso al remedio y mesa que contra todos los males acá Dios nos dexó, yendo á ello no como tan sanctos como aquellos, mas porque no lo somos; y como más necesitados, vamos al médico más veces para que nos cure.

Y assí concluyo: que en púlpito se favorezca mucho la comunión y se de un poco de aviso para que no se yerre quando comulgan muchas vezes, de arte que queden los tardíos en ella confundidos, y los que la freqüentan favorecidos, aunque avisados. Y es muy bien tratar esto en particular con los confessores. Y Cristo lo trate con unos y otros por su gran bondad, para que cosa en que tanto va se use mucho, y bien usada.

Mi salud es tal qual he dicho, y parece que el Señor me la ha dado para hazer esto. Vuestra Merced me encomiende á su misericordia y haga á otros que me encomienden.