Surco


Por San Josemaría Escrivá de Balaguer

 

 

PRESENTACIÓN

Ya en 1950 el Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer prometía al lector, en el prólogo de la 7´ edición castellana de Camino, un nuevo encuentro en otro libro -Surco que pienso entregarte dentro de pocos meses (1). Este deseo del Fundador del Opus Dei se hace realidad ahora, cuando se cumple el undécimo aniversario de su tránsito al Cielo. Realmente, Surco podía haber visto la luz hace muchos años. En varias ocasiones Mons. Escrivá de Balaguer estuvo apunto de enviarlo a la imprenta, pero sucedió lo que solía decir con palabras de un viejo refrán castellano: no se puede repicar y andar en la procesión. Su intenso trabajo fundacional, la labor de gobierno al frente del Opus Dei, su amplísima labor pastoral con tantas almas y otras mil tareas al servicio de la Iglesia, le impidieron dar un último repaso sosegado al manuscrito. Sin embargo, Surco estaba terminado -a falta de ordenar numéricamente las papeletas y de la postrera revisión estilística, no llevada acabo- desde hacía tiempo, incluso con los títulos de los diversos capítulos que lo integran.

Al igual que Camino -libro que ha alcanzado ya una tirada superior a los tres millones de ejemplares, y que ha sido traducido a más de treinta lenguas-, Surco es fruto de la vida interior y de la experiencia de almas de Mons. Escrivá de Balaguer. Está escrito con la intención de fomentar y facilitarla oración personal. Su género y su estilo no es, pues, el de los tratados teológicos sistemáticos, aunque su rica y profunda espiritualidad encierra una subida teología.
Surco quiere alcanzar la persona entera del cristiano -cuerpo y alma, naturaleza y gracia-, y no sólo la inteligencia. Por esto, no es su fuente la sola reflexión, sino la misma vida cristiana: refleja las oleadas de movimiento y de quietud, de energía espiritual y de paz, que la acción del Espíritu Santo fue imprimiendo en el alma del Siervo de Dios y en las de quienes le rodeaban. Spiritus, ubi vult, spirat, el Espíritu sopla donde quiere (2), y trae consigo una hondura y armonía de vida inigualables, que no se pueden -ni se deben- aherrojar en los estrechos límites de un esquema hecho a lo humano.

Ahí está el porqué de la metodología de este libro. Mons. Escrivá de Balaguer nunca quiso en ningún campo -y menos aún en las cosas de Dios- hacer primero el traje para después meter, por la fuerza, a la criatura. Prefería, por su respeto a la libertad de Dios y a la de los hombres, ser un observador atento, capaz de reconocer los dones de Dios, para aprender y, sólo después, enseñar. Tantas veces le he oído decir, cuando llegaba a un nuevo país o se reunía con un nuevo grupo de personas, yo aquí he venido a aprender, y aprendía: aprendía de Dios y de las almas, y su aprendizaje se convertía, para los que le rodeábamos, en una continua enseñanza.
Entresacadas de su amplia experiencia de almas, las consideraciones del Fundador del Opus Dei hacen desfilar en este libro un conjunto de cualidades que deben relucir en la vida de los cristianos: generosidad, audacia, alegría, sinceridad, naturalidad, lealtad, amistad, pureza, responsabilidad... La simple lectura de los títulos del sumario permite descubrir el amplio panorama de perfección humana -virtudes de hombre(Prólogo)- que Mons. Escrivá de Balaguer descubre en Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre (3).

Jesús es el Modelo acabado del ideal humano del cristiano, pues Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre (4). Valgan como resumen de todas estas virtudes las palabras con que el autor de Surco da gracias a Nuestro Señor por haber querido hacerse perfecto Hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que vela por los pobres y por los ricos; que cuida de los pecadores y de los justos... (n. 813).

Lo que en estas páginas aparece es la vida misma del cristiano, en la que -al paso de Cristo- lo divino y lo humano se entrelazan sin confusión, pero sin solución de continuidad. No olvides que mis consideraciones, por muy humanas que te parezcan, como las he escrito -y aun vivido- para ti y para mí cara a Dios, por fuerza han de ser sacerdotales (Prólogo). Son virtudes humanas de un cristiano, y precisamente por eso se muestran en toda su sazón, dibujando el perfil del hombre y de la mujer maduros, con la madurez propia de un hijo de Dios, que sabe a su Padre cercano: Vamos a no engañarnos... -Dios no es una sombra, un ser lejano, que nos crea y luego nos abandona; no es un amo que se va y ya no vuelve (...). Dios está aquí, con nosotros, presente, vivo: nos ve, nos oye, nos dirige, y contempla nuestras acciones, nuestras intenciones más escondidas (n. 658).

Monseñor Escrivá de Balaguer presenta así las virtudes ala luz del destino divino del hombre. El capítulo Más allá sitúa al lector en esta perspectiva, sacándole de una lógica exclusivamente terrena para anclarle en la lógica eterna (cfr. n. 879). De este modo, las virtudes humanas del cristiano se colocan muy por encima de las virtudes meramente naturales: son virtudes de los hijos de Dios. La conciencia de su filiación divina ha de informar el entero vivir del hombre cristiano, que encuentra en Dios la razón y la fuerza de su empeño por mejorar, también humanamente: Antes eras pesimista, indeciso y apático. Ahora te has transformado totalmente: te sientes audaz, optimista, seguro de ti mismo..., porque al fin te has decidido a buscar tu apoyo sólo en Dios (n. 426).
Otro ejemplo de cómo las virtudes humanas del cristiano echan raíces divinas es el del sufrimiento. Ante las penas de esta vida, la reciedumbre cristiana no se confunde con un aguantar estoicamente la adversidad, sino que -con la mirada puesta en la Cruz de Cristo- se convierte en fuente de vida sobrenatural, porque ésta ha sido la gran revolución cristiana: convertir el dolor en sufrimiento fecundo; hacer, de un mal, un bien (n. 887). Mons. Escrivá de Balaguer sabe ver la acción de Dios detrás del dolor, tanto en esta vida -déjate tallar, con agradecimiento, porque Dios te ha tomado en sus manos como un diamante (n. 235)-, como después de la muerte: El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con El (n. 889).


Las virtudes humanas no aparecen nunca a modo de un añadido a la existencia cristiana: forman, con las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, el entramado de la vida diaria de los hijos de Dios. La gracia penetra desde lo más íntimo la naturaleza, para sanarla y divinizarla. Si, como consecuencia del pecado original, lo humano no llega a su plenitud sin la gracia, no es menos cierto que ésta no aparece yuxtapuesta y como obrando al margen de la naturaleza; al contrario, le hace alumbrar sus mejores perfecciones, para poder divinizarla. Mons. Escrivá de Balaguer no concibe que se pueda vivir a lo divino sin ser muy humanos, siendo este paso la primera victoria de la gracia. Por eso, concede tanta importancia a las virtudes humanas, cuya ausencia determina el fracaso de la misma vida cristiana: muchos son los cristianos que siguen a Cristo, pasmados ante su divinidad, pero le olvidan como Hombre, y fracasan en el ejercicio de las virtudes sobrenaturales -a pesar de todo el armatoste externo de piedad-, porque no hacen nada por adquirir las virtudes humanas (n. 652).Este sentido entrañablemente humano de la vida cristiana ha estado siempre presente en la predicación y en los escritos del Fundador del Opus Dei. No le gustaban los espiritualismos desencarnados, porque -así solía repetir- el Señor nos ha hecho hombres, no ángeles, y como seres humanos hemos de conducirnos.

La doctrina de Mons. Escrivá de Balaguer aún a los aspectos humanos y divinos de la perfección cristiana, como no puede dejar de suceder cuando se conoce con hondura y se ama y vive apasionadamente la doctrina católica sobre el Verbo encarnado. En Surco quedan firmemente trazadas las consecuencias prácticas y vitales de esa gozosa verdad. Su autor va delineando el perfil del cristiano que vive y trabaja en medio del mundo, comprometido en los afanes nobles que mueven a los demás hombres y, al mismo tiempo, totalmente proyectado hacia Dios. El retrato que resulta es sumamente atractivo. El hombre cristiano es sereno y equilibrado de carácter (n. 417), y por eso sabe dar las notas de la vida corriente, las que habitualmente escuchan los demás(n. 440). Está dotado de inflexible voluntad, fe profunda y piedad ardiente (n. 417), y pone al servicio de los demás hombres las cualidades de que está adornado (cfr. n. 422). Su mentalidad, universal, tiene las siguientes características: amplitud de horizontes, y una profundización enérgica, en lo permanentemente vivo de la ortodoxia católica; afán recto y sano -nunca frivolidad- de renovar las doctrinas típicas del pensamiento tradicional, en la filosofía y en la interpretación de la historia; una cuidadosa atención a las orientaciones de la ciencia y del pensamiento contemporáneos; y una actitud positiva y abierta, ante la transformación actual de las estructuras sociales y de las formas de vida (n. 428).

En abierto contraste con este retrato, Mons. Escrivá de Balaguer dibuja también las características del hombre frívolo, privado de verdaderas virtudes, que es como una caña movida por el viento (5) del capricho o de la comodidad. Su excusa típica es ésta: no me gusta comprometerme en nada (n. 539); y su existencia transcurre en el más desolador de los vacíos. Frivolidad que, desde un punto de vista cristiano, tiene también otros nombres: cuquería, tibieza, frescura, falta de ideales, adocenamiento (n. 541).

Al diagnóstico de la enfermedad sigue la indicación del remedio. Nada perfecciona tanto la personalidad como la correspondencia a la gracia (n. 443), y brinda después al lector un consejo concreto bien seguro: procura imitar a la Virgen, y serás hombre -o mujer- de una pieza (n. 443). Junto a Jesús, el cristiano descubre siempre a su Madre, Santa María, y a Ella acude en todas sus necesidades: para imitarla, para tratarla, para acogerse a su intercesión poderosa. Cargado de sentido está el hecho de que todos los capítulos de Surco terminen con un pensamiento relativo a la Santísima Virgen: cualquier esfuerzo cristiano por crecer en virtud conduce a la identificación con Jesucristo, y no hay para esto camino más seguro y directo que la devoción a María; todavía me parece oír la voz del Siervo de Dios, en uno de mis primeros encuentros, explicándome gozoso que a Jesús siempre se va y se vuelve por María.

Roma, 26 de junio de 1986Alvaro del Portillo


(1) Camino, 7´ ed., Rialp, Madrid 1950.(2) Ioann. III, 8.(3) Símbolo Quicumque.(4) Juan Pablo II, Litt. enc.
Redemptor hominis, 4-III-1979, n. 10.(5) Cfr. Matth. XI, 7.


Introducción

Déjame, lector amigo, que tome tu alma y le haga contemplar virtudes de hombre: la gracia obra sobre la naturaleza. Pero no olvides que mis consideraciones, por muy humanas que te parezcan, como las he escrito -y aun vivido- para ti y para mí cara a Dios, por fuerza han de ser sacerdotales. Ojalá que estas páginas hasta tal punto sirvan de provecho- así lo pido a Nuestro Señor- que nos mejoren y nos muevan a dejar en esta vida, con nuestras obras, un surco fecundo.


GENEROSIDAD


1. Son muchos los cristianos persuadidos de que la Redención se realizará en todos los ambientes del mundo, y de que debe haber algunas almas - no saben quiénes- que con Cristo contribuyen a realizarla. Pero la ven a un plazo de siglos, de muchos siglos...: serían una eternidad, si se llevara a cabo al paso de su entrega.
Así pensabas tú , hasta que vinieron a "despertarte".

2. La entrega es el primer paso de una carrera de sacrificio, de alegría, de amor, de unión con Dios. - Y así, toda la vida se llena de una bendita locura, que hace encontrar felicidad donde la lógica humana no ve más que negación, padecimiento, dolor.

3. "Pida por mí - decías- : que sea generoso, que adelante, que llegue a transformarme de tal modo que algún día pueda ser útil en algo".
Bien. - Pero, ¿qué medios pones para que esos propósitos resulten eficaces?

4. Muchas veces te preguntas por qué almas, que han tenido la dicha de conocer al verdadero Jesús desde niños, vacilan tanto en corresponder con lo mejor que poseen: su vida, su familia, sus ilusiones.
Mira: tú , precisamente porque has recibido "todo" de golpe, estás obligado a mostrarte muy agradecido al Señor; como reaccionaría un ciego que recobrara la vista de repente, mientras a los demás ni siquiera se les ocurre que han de dar gracias porque ven.
Pero... no es suficiente. A diario, has de ayudar a los que te rodean, para que se comporten con gratitud por su condición de hijos de Dios. Si no, no me digas que eres agradecido.

5. Medítalo despacio: es muy poco lo que se me pide, para lo mucho que se me da.

6. Para ti, que no acabas de arrancar, considera lo que me escribía un hermano tuyo: "cuesta, pero una vez tomada la decisión, qué respiro de felicidad, al encontrarse seguro en el camino!"

7. Estos días -me comentabas- han transcurrido más felices que nunca. -Y te contesté sin vacilar: porque "has vivido" un poco más entregado que de ordinario.

8. La llamada del Señor -la vocación- se presenta siempre así: "si alguno quiere venir detrás de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame".
Sí: la vocación exige renuncia, sacrificio. Pero qué gustoso resulta el sacrificio -"gaudium cum pace", alegría y paz-, si la renuncia es completa!

9. Cuando le hablaron de comprometerse personalmente, su reacción fue razonar así: "en ese caso, podría hacer esto..., tendría que hacer lo otro..."
- Le contestaron: "aquí no chalaneamos con el Señor. La ley de Dios, la invitación del Señor se toma o se deja, tal como es. Es preciso decidirse: adelante, sin ninguna reserva y con mucho ánimo, o marcharse. Qui non est mecum... -el que no está Conmigo, contra Mí está ".

10. De la falta de generosidad a la tibieza no hay más que un paso.


11. Para que no lo imites, copio de una carta este ejemplo de cobardía: "desde luego, le agradezco mucho que se acuerde de mí, porque necesito muchas oraciones. Pero también le agradecería que, al suplicarle al Señor que me haga apóstol, no se esfuerce en pedirle que me exija la entrega de mi libertad".

12. Aquel conocido tuyo, muy inteligente, buen burgués, buena persona, decía: "cumplir la ley, pero con tasa, sin pasarse de la raya, lo más escuetamente posible".
Y añadía: "¿pecar?, no; pero darse, tampoco".
Causan verdadera pena esos hombres mezquinos, calculadores, incapaces de sacrificarse, de entregarse por un ideal noble.

13. Hay que pedirte más: porque puedes dar más, y debes dar más. Piénsalo.

14. " Es muy difícil!", exclamas desalentado.
Oye, si luchas, con la gracia de Dios basta: prescindirás de los intereses personales, servirás a los demás por Dios, y ayudarás a la Iglesia en el campo donde se libra hoy la batalla: en la calle, en la fábrica, en el taller, en la universidad, en la oficina, en tu ambiente, en medio de los tuyos.

15. Me has escrito: "en el fondo, lo de siempre, mucha falta de generosidad. Qué lástima y qué vergüenza, descubrir el camino y permitir que unas nubecillas de polvo - inevitables- enturbien el final!"
No te enfades si te digo que eres tú el único culpable: arremete valientemente contra ti mismo. Tienes medios más que suficientes.

16. Cuando tu egoísmo te aparta del común afán por el bienestar sano y santo de los hombres, cuando te haces calculador y no te conmueves ante las miserias materiales o morales de tus prójimos, me obligas a echarte en cara algo muy fuerte, para que reacciones: si no sientes la bendita fraternidad con tus hermanos los hombres, y vives al margen de la gran familia cristiana, eres un pobre inclusero.

17. ¿La cima? Para un alma entregada, todo se convierte en cima que alcanzar: cada día descubre nuevas metas, porque ni sabe ni quiere poner límites al Amor de Dios.

18. Cuanto más generoso seas, por Dios, serás más feliz.

19. Con frecuencia viene la tentación de querer reservarse un poco de tiempo para uno mismo...
Aprende de una vez a poner remedio a tanta pequeñez, rectificando enseguida.

20. Eras de los de "todo o nada". Y como nada podías..., qué desgracia!
Empieza a luchar con humildad, para encender esa pobre entrega tuya, tan cicatera, hasta hacerla "totalmente" efectiva.

21. Los que nos hemos dedicado a Dios, nada hemos perdido.

22. Me gustaría gritar al oído de tantas y de tantos: no es sacrificio entregar los hijos al servicio de Dios: es honor y alegría.

23. Le ha llegado el momento de la dura prueba, y ha venido a buscarte desconsolado.
- ¿Te acuerdas? Para él - el amigo que te daba consejos "prudentes"- , tu modo de proceder no era más que utopía, fruto de una deformación de ideas, captación de voluntades, y... "agudezas" por el estilo.
- "Este entregarse al Señor - sentenciaba- es una exacerbación anormal del sentimiento religioso". Y, con su pobre lógica, pensaba que entre tu familia y tú se había interpuesto un extraño: Cristo.
Ahora ha entendido lo que tantas veces le repetías: Cristo no separa jamás a las almas.

24. He aquí una tarea urgente: remover la conciencia de creyentes y no creyentes - hacer una leva de hombres de buena voluntad- , con el fin de que cooperen y faciliten los instrumentos materiales necesarios para trabajar con las almas.

25. Mucho entusiasmo y comprensión demuestra. Pero cuando ve que se trata de "él", que "él" ha de contribuir en serio, se retira cobardemente.
Me recuerda a aquellos que, en momentos de grave peligro, gritaban con falsa valentía: guerra, guerra!, pero ni querían dar dinero, ni alistarse para defender a su patria.

26. Produce lástima comprobar cómo algunos entienden la limosna: unas perras gordas o algo de ropa vieja. Parece que no han leído el Evangelio.
No os andéis con reparos: ayudad a las gentes a formarse con la suficiente fe y fortaleza como para desprenderse generosamente, en vida, de lo que necesitan.
- A los remolones, explicadles que es poco noble y poco elegante, también desde el punto de vista terreno, esperar al final, cuando por fuerza ya no pueden llevarse nada consigo.

27. "Quien presta, no cobra; si cobra, no todo; si todo, no tal; si tal, enemigo mortal".
¿Entonces?... Da!, sin cálculo, y siempre por Dios. Así vivirás, también humanamente, más cerca de los hombres y contribuirás a que haya menos ingratos.

28. Vi rubor en el rostro de aquel hombre sencillo, y casi lágrimas en sus ojos: prestaba generosamente su colaboración en buenas obras, con el dinero honrado que él mismo ganaba, y supo que "los buenos" motejaban de bastardas sus acciones.
Con ingenuidad de neófito en estas peleas de Dios, musitaba: " ven que me sacrifico... y aún me sacrifican!"
- Le hablé despacio: besó mi Crucifijo, y su natural indignación se trocó en paz y gozo.

29. ¿No sientes unas ganas locas de hacer más completa, más "irremediable" tu entrega?

30. Qué ridícula actitud la de los pobrecitos hombres, cuando negamos una y otra vez pequeñeces al Señor! Pasa el tiempo, las cosas se van viendo con su verdadero relieve,... y nacen la vergüenza y el dolor.

31. "Aure audietis, et non intelligetis: et videntes videbitis, et non perspicietis". Palabras claras del Espíritu Santo: oyen con sus propios oídos, y no entienden; miran con sus ojos, pero no perciben.
¿Por qué te inquietas si algunos, "viendo" el apostolado y conociendo su grandeza, no se entregan? Reza tranquilo, y persevera en tu camino: si ésos no se lanzan, otros vendrán!

32. Desde que le dijiste "sí", el tiempo va cambiando el color del horizonte - cada día, más bello- , que brilla más amplio y luminoso. Pero has de continuar diciendo "sí".

33. La Virgen Santa María, Maestra de entrega sin límites. - ¿Te acuerdas?: con alabanza dirigida a Ella, afirma Jesucristo: el que cumple la Voluntad de mi Padre, ése - ésa- es mi madre!...
Pídele a esta Madre buena que en tu alma cobre fuerza - fuerza de amor y de liberación- su respuesta de generosidad ejemplar: "ecce ancilla Domini!" - he aquí la esclava del Señor.


RESPETOS HUMANOS

34. Cuando está en juego la defensa de la verdad, ¿cómo se puede desear no desagradar a Dios y, al mismo tiempo, no chocar con el ambiente? Son cosas antagónicas: o lo uno o lo otro! Es preciso que el sacrificio sea holocausto: hay que quemarlo todo..., hasta el "qué dirán", hasta eso que llaman reputación.

35. Qué claramente veo ahora que la "santa desvergüenza" tiene su raíz, muy honda, en el Evangelio! Cumple la Voluntad de Dios..., acordándote de Jesús difamado, de Jesús escupido y abofeteado, de Jesús llevado ante los tribunales de hombrecillos..., y de Jesús callado!! - Propósito: abajar la frente a los ultrajes y - contando también con las humillaciones que, sin duda, vendrán- proseguir la tarea divina, que el Amor Misericordioso de Nuestro Señor ha querido encomendarnos.

36. Asusta el daño que podemos producir, si nos dejamos arrastrar por el miedo o la vergüenza de mostrarnos como cristianos en la vida ordinaria.

37. Hay algunos que, cuando hablan de Dios, o del apostolado, parece como si sintieran la necesidad de defenderse. Quizá porque no han descubierto el valor de las virtudes humanas y, en cambio, les sobra deformación espiritual y cobardía.

38. Es inútil pretender agradar a todos. Descontentos, gente que proteste, siempre habrá . Mira cómo lo resume la sabiduría popular: "cuando va bien a los corderos, va mal a los lobos".

39. No te conduzcas como ésos que se asustan ante un enemigo que sólo tiene la fuerza de su "voz agresiva".

40. Comprendes la labor que se hace..., te parece bien (!). Pero pones mucho cuidado en no colaborar, y más aún en conseguir que los demás no vean o no piensen que colaboras.
-Tienes miedo de que te crean mejor de lo que eres!, me has dicho. - ¿No será que tienes miedo de que Dios y los hombres te exijan más coherencia?

41. Parecía plenamente determinado...; pero, al tomar la pluma para romper con su novia, pudo más la indecisión y le faltó valentía: muy humano y comprensible, comentaban otros. Por lo visto, según algunos, los amores terrenos no están entre lo que se ha de dejar para seguir plenamente a Jesucristo, cuando El lo pide.

42. Hay quienes yerran por flaqueza - por la fragilidad del barro con que estamos hechos-, pero se mantienen íntegros en la doctrina.
Son los mismos que, con la gracia de Dios, demuestran la valentía y la humildad heroicas de confesar su yerro, y de defender - con ahínco- la verdad.

43. Algunos llaman imprudencia y atrevimiento a la fe y a la confianza en Dios.

44. Es una locura confiar en Dios...!, dicen. - ¿Y no es más locura confiar en sí mismo, o en los demás hombres?


45. Me escribes que te has llegado, por fin, al confesionario, y que has probado la humillación de tener que abrir la cloaca - así dices- de tu vida ante "un hombre".
- ¿Cuándo arrancarás esa vana estimación que sientes de ti mismo? Entonces, irás a la confesión gozoso de mostrarte como eres, ante "ese hombre" ungido - otro Cristo, el mismo Cristo!-, que te da la absolución, el perdón de Dios.

46. Tengamos la valentía de vivir pública y constantemente conforme a nuestra santa fe.

47. No podemos ser sectarios, me decían con aire de ecuanimidad, ante la firmeza de la doctrina de la Iglesia.
Después, cuando les hice ver que quien tiene la Verdad no es sectario, comprendieron su equivocación.

48. Para convencerse de que resulta ridículo tomar la moda como principio de conducta, basta mirar algunos retratos antiguos.

49. Me gusta que ames las procesiones, todas las manifestaciones externas de nuestra Madre la Iglesia Santa, para dar a Dios el culto debido..., y que las vivas!

50. "Ego palam locutus sum mundo": Yo he predicado públicamente delante de todo el mundo, responde Jesús a Caifás, cuando se acerca el momento de dar su Vida por nosotros.
- Y, sin embargo, hay cristianos que se avergüenzan de manifestar "palam" - patentemente- veneración al Señor.

51. Cuando se ha producido la desbandada apostólica y el pueblo embravecido rompe sus gargantas en odio hacia Jesucristo, Santa María sigue de cerca a su Hijo por las calles de Jerusalén. No le arredra el clamor de la muchedumbre, ni deja de acompañar al Redentor mientras todos los del cortejo, en el anonimato, se hacen cobardemente valientes para maltratar a Cristo.
Invócala con fuerza: "Virgo fidelis!" - Virgen fiel!, y ruégale que los que nos decimos amigos de Dios, lo seamos de veras y a todas las horas.

ALEGRÍA


52. Nadie es feliz, en la tierra, hasta que se decide a no serlo. Así discurre el camino: dolor, en cristiano!, Cruz; Voluntad de Dios, Amor; felicidad aquí y, después, eternamente.

53. "Servite Domino in laetitia!" - Serviré a Dios con alegría! Una alegría que será consecuencia de mi Fe, de mi Esperanza y de mi Amor..., que ha de durar siempre, porque, como nos asegura el Apóstol, "Dominus prope est!"... - el Señor me sigue de cerca. Caminaré con El, por tanto, bien seguro, ya que el Señor es mi Padre..., y con su ayuda cumpliré su amable Voluntad, aunque me cueste.

54. Un consejo, que os he repetido machaconamente: estad alegres, siempre alegres. -Que estén tristes los que no se consideren hijos de Dios.

55. Procuro dejarme la piel, para que mis hermanos pequeños "pisen blando", como usted nos dice. Hay tantas alegrías en este "pasarlas negras"!

56. Otro hombre de fe me escribía: "cuando por necesidad se está aislado, se nota perfectamente la ayuda de los hermanos. Al considerar que ahora todo he de soportarlo solo, muchas veces pienso que, si no fuese por esa compañía que nos hacemos desde lejos- la bendita Comunión de los Santos!-, no podría conservar este optimismo, que me llena".

57. No me olvides que a veces hace falta tener al lado caras sonrientes.

58. "Sois todos tan alegres que uno no se lo espera", oí comentar.
De lejos viene el empeño diabólico de los enemigos de Cristo, que no se cansan de murmurar que la gente entregada a Dios es de la "encapotada". Y, desgraciadamente, algunos de los que quieren ser "buenos" les hacen eco, con sus "virtudes tristes".
- Te damos gracias, Señor, porque has querido contar con nuestras vidas, dichosamente alegres, para borrar esa falsa caricatura.
- Te pido también que no lo olvidemos.

59. Que nadie lea tristeza ni dolor en tu cara, cuando difundes por el ambiente del mundo el aroma de tu sacrificio: los hijos de Dios han de ser siempre sembradores de paz y de alegría.

60. La alegría de un hombre de Dios, de una mujer de Dios, ha de ser desbordante: serena, contagiosa, con gancho...; en pocas palabras, ha de ser tan sobrenatural, tan pegadiza y tan natural, que arrastre a otros por los caminos cristianos.

61. "¿Contento?" - Me dejó pensativo la pregunta.
- No se han inventado todavía las palabras, para expresar todo lo que se siente - en el corazón y en la voluntad- al saberse hijo de Dios.

62. Navidad. Me escribes: "al hilo de la espera santa de María y de José , yo también espero, con impaciencia, al Niño. Qué contento me pondré en Belén!: presiento que romperé en una alegría sin límite. Ah!: y, con El, quiero también nacer de nuevo..."
-Ojalá sea verdad este querer tuyo!

63. Propósito sincero: hacer amable y fácil el camino a los demás, que bastantes amarguras trae consigo la vida.

64. Qué maravilla convertir infieles, ganar almas!...
- Pues tanto, y aún más grato a Dios, es evitar que se pierdan.

65. Otra vez a tus antiguas locuras!... Y luego, cuando vuelves, te notas con poca alegría, porque te falta humildad.
Parece que te obstinas en desconocer la segunda parte de la parábola del hijo pródigo, y todavía sigues apegado a la pobre felicidad de las bellotas. Soberbiamente herido por tu fragilidad, no te decides a pedir perdón, y no consideras que, si te humillas, te espera la jubilosa acogida de tu Padre Dios, la fiesta por tu regreso y por tu recomienzo.

66. Es verdad: no valemos nada, no somos nada, no podemos nada, no tenemos nada. Y, simultáneamente, en medio de la lucha cotidiana, no faltan los obstáculos, las tentaciones... Pero la "alegría" de tus hermanos disipará todas las dificultades, en cuanto te reúnas con ellos, porque los verás firmemente apoyados en El: "quia Tu es Deus fortitudo mea" - porque Tú eres, Señor, nuestra fortaleza.

67. Se repite la escena, como con los convidados de la parábola. Unos, miedo; otros, ocupaciones; bastantes..., cuentos, excusas tontas.
Se resisten. Así les va: hastiados, hechos un lío, sin ganas de nada, aburridos, amargados. Con lo fácil que es aceptar la divina invitación de cada momento, y vivir alegre y feliz!

68. Resulta muy cómodo decir: "no valgo; no me sale - no nos sale- una a derechas". - Aparte de que no es verdad, ese pesimismo cela una poltronería muy grande... Hay cosas que haces bien, y cosas que haces mal. Llénate de contento y de esperanza por las primeras; y enfréntate - sin desaliento- con las segundas, para rectificar: y saldrán.

69. "Padre, como me aconsejó, me río de mis miserias -sin olvidar que no he de transigir- , y entonces me siento mucho más alegre.
En cambio, cuando hago la tontería de ponerme triste, me hace el efecto de que pierdo el camino".

70. Me has preguntado si tengo cruz. Y te he respondido que sí, que nosotros siempre tenemos Cruz. - Pero una Cruz gloriosa, sello divino, garantía de la autenticidad de ser hijos de Dios. Por eso, siempre caminamos felices con la Cruz.

71. Sientes más alegría. Pero esta vez se trata de una alegría nerviosa, un poco impaciente, acompañada de la sensación clara de que en ti algo se desgarra en sacrificio.
Escúchame bien: aquí en la tierra, no hay felicidad completa. Por eso, ahora, inmediatamente, sin palabras y sin victimismos, ofrécete en oblación a Dios, con un entregamiento total y absoluto.

72. Estás pasando unos días de alborozo, henchida el alma de sol y de color. Y, cosa extraña, los motivos de tu gozo son los mismos que otras veces te desanimaban!
Es lo de siempre: todo depende del punto de mira.-"Laetetur cor quaerentium Dominum!"- cuando se busca al Señor, el corazón rebosa siempre de alegría.

73. Qué diferencia entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su existencia vacía, expuestos como veletas a la "variabilidad" de las circunstancias, y nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme, maciza, en razón del conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino sobrenatural!

74. No eres feliz, porque le das vueltas a todo como si tú fueras siempre el centro: si te duele el estómago, si te cansas, si te han dicho esto o aquello...
-¿Has probado a pensar en El y, por El, en los demás?

75. "Miles" -soldado, llama el Apóstol al cristiano.
Pues, en esta bendita y cristiana pelea de amor y de paz por la felicidad de las almas todas, hay, dentro de las filas de Dios, soldados cansados, hambrientos, rotos por las heridas..., pero alegres: llevan en el corazón las luces seguras de la victoria.

76. "Le envío, Padre, el propósito de estar siempre sonriente: corazón risueño, aunque me lo apuñalen".
-Me parece un propósito acertado. Rezo para que lo cumplas.

77. En algunos momentos te agobia un principio de desánimo, que mata toda tu ilusión, y que apenas alcanzas a vencer a fuerza de actos de esperanza. -No importa: es la hora buena para pedir más gracia a Dios, y adelante! Renueva la alegría de luchar, aunque pierdas una escaramuza.


78. Han venido nubarrones de falta de ganas, de pérdida de ilusión. Han caído chubascos de tristeza, con la clara sensación de encontrarte atado. Y, como colofón, te acecharon decaimientos, que nacen de una realidad más o menos objetiva: tantos años luchando..., y aún estás tan atrás, tan lejos.
Todo esto es necesario, y Dios cuenta con eso: para alcanzar el "gaudium cum pace" - la paz y la alegría verdaderas, hemos de añadir, al convencimiento de nuestra filiación divina, que nos llena de optimismo, el reconocimiento de la propia personal debilidad.

79. Has rejuvenecido! Efectivamente, adviertes que el trato con Dios te ha devuelto en poco tiempo a la época sencilla y feliz de la juventud, incluso a la seguridad y gozo - sin niñadas- de la infancia espiritual... Miras a tu alrededor, y compruebas que a los demás les sucede otro tanto: transcurren los años desde su encuentro con el Señor y, con la madurez, se robustecen una juventud y una alegría indelebles; no están jóvenes: son jóvenes y alegres!
Esta realidad de la vida interior atrae, confirma y subyuga a las almas. Agradéceselo diariamente "ad Deum qui laetificat iuventutem" - al Dios que llena de alegría tu juventud.

80. La gracia de Dios no te falta. Por lo tanto, si correspondes, debes estar seguro.
El triunfo depende de ti: tu fortaleza y tu empuje -unidos a esa gracia- son razón más que suficiente para darte el optimismo de quien tiene segura la victoria.

81. Quizá ayer eras una de esas personas amargadas en sus ilusiones, defraudadas en sus ambiciones humanas. Hoy, desde que El se metió en tu vida -gracias, Dios mío!- ríes y cantas, y llevas la sonrisa, el Amor y la felicidad dondequiera que vas.

82. Muchos se sienten desgraciados, precisamente por tener demasiado de todo. - Los cristianos, si verdaderamente se conducen como hijos de Dios, pasarán incomodidad, calor, fatiga, frío... Pero no les faltará jamás la alegría, porque eso -todo!- lo dispone o lo permite El, que es la fuente de la verdadera felicidad.

83. Ante un panorama de hombres sin fe, sin esperanza; ante cerebros que se agitan, al borde de la angustia, buscando una razón de ser a la vida, tú encontraste una meta: El!
Y este descubrimiento inyectará permanentemente en tu existencia una alegría nueva, te transformará, y te presentará una inmensidad diaria de cosas hermosas que te eran desconocidas, y que muestran la gozosa amplitud de ese camino ancho, que te conduce a Dios.

84. Tu felicidad en la tierra se identifica con tu fidelidad a la fe, a la pureza y al camino que el Señor te ha marcado.

85. Da gracias a Dios porque estás contento, con una alegría honda que no sabe ser ruidosa.

86. Con Dios, pensaba, cada día me parece más atractivo. Voy viviendo a "cachitos". Un día considero magnífico un detalle; otro, descubro un panorama que antes no había advertido... A este paso, no sé lo que ocurrirá con el tiempo.
Luego, he notado que El me aseguraba: pues cada día será mayor tu contento, porque ahondarás más y más en la aventura divina, en el "lío" tan grande en que te he metido. Y comprobarás que Yo no te dejo.

87. La alegría es una consecuencia de la entrega. Se confirma en cada vuelta a la noria.

88. Qué alegría inmutable te produce el haberte entregado a Dios!... Y qué inquietud, y qué afanes has de tener de que todos participen en tu alegría!

89. Todo lo que ahora te preocupa cabe dentro de una sonrisa, esbozada por amor de Dios.

90. ¿Optimismo?, siempre! También cuando las cosas salen aparentemente mal: quizá es ésa la hora de romper a cantar, con un Gloria, porque te has refugiado en El, y de El no te puede venir más que el bien.

91. Esperar no significa empezar a ver la luz, sino confiar con los ojos cerrados en que el Señor la posee plenamente y vive en esa claridad. El es la Luz.

92. Deber de cada cristiano es llevar la paz y la felicidad por los distintos ambientes de la tierra, en una cruzada de reciedumbre y de alegría, que remueva hasta los corazones mustios y podridos, y los levante hacia El.

93. Si cortas de raíz cualquier asomo de envidia, y si te gozas sinceramente con los éxitos de los demás, no perderás la alegría.

94. Me abordó aquel amigo: "me han dicho que estás enamorado". -Me quedé muy sorprendido, y sólo se me ocurrió preguntarle el origen de la noticia.
Me confesó que lo leía en mis ojos, que brillaban de alegría.

95. Cómo sería la mirada alegre de Jesús!: la misma que brillaría en los ojos de su Madre, que no puede contener su alegría - "Magnificat anima mea Dominum!" - y su alma glorifica al Señor, desde que lo lleva dentro de sí y a su lado.
Oh, Madre!: que sea la nuestra, como la tuya, la alegría de estar con El y de tenerlo.


AUDACIA

96. No seáis almas de vía estrecha, hombres o mujeres menores de edad, cortos de vista, incapaces de abarcar nuestro horizonte sobrenatural cristiano de hijos de Dios. Dios y audacia!

97. Audacia no es imprudencia, ni osadía irreflexiva, ni simple atrevimiento.
La audacia es fortaleza, virtud cardinal, necesaria para la vida del alma.

98. Te decidiste, más por reflexión que por fuego y entusiasmo. Aunque deseabas tenerlo, no hubo lugar para el sentimiento: te entregaste, al convencerte de que Dios lo quería.
Y, desde aquel instante, no has vuelto a "sentir" ninguna duda seria; sí, en cambio, una alegría tranquila, serena, que en ocasiones se desborda. Así paga Dios las audacias del Amor.

99. He leído un proverbio muy popular en algunos países: "el mundo es de Dios, pero Dios lo alquila a los valientes", y me ha hecho reflexionar.
- ¿A qué esperas?

100. No soy el apóstol que debiera ser. Soy... el tímido.
- ¿No estarás achicado, porque tu amor es corto? - Reacciona!

101. Las dificultades te han encogido, y te has vuelto "prudente, moderado y objetivo".
- Recuerda que siempre has despreciado esos términos, cuando son sinónimos de cobardía, apocamiento y comodidad.

102. ¿Miedo?: es propio de los que saben que obran mal. Tú , nunca.

103. Hay una cantidad muy considerable de cristianos que serían apóstoles..., si no tuvieran miedo.
Son los mismos que luego se quejan, porque el Señor - dicen!- les abandona: ¿qué hacen ellos con Dios?

104. Somos muchos; con la ayuda de Dios, podemos llegar a todas partes, comentan entusiasmados.
- ¿Por qué te amilanas, entonces? Con la gracia divina, puedes llegar a ser santo, que es lo que interesa.

105. Cuando remuerde la conciencia, por haber dejado de realizar una cosa buena, es señal de que el Señor quería que no la omitiéramos.
- Efectivamente. Además, ten por cierto que "podías" haberla hecho, con la gracia de Dios.

106. No lo olvidemos: en el cumplimiento de la Voluntad divina, las dificultades se pasan por encima..., o por debajo..., o de largo. Pero..., se pasan!

107. Cuando se trabaja para extender una empresa apostólica, el "no" nunca es una respuesta definitiva: insistid!

108. Eres demasiado "precavido" o demasiado poco "sobrenatural" y, por eso, te pasas de listo: no te inventes tú mismo las "pegas", ni quieras despejarlas todas.
- Quizá el que te escucha sea menos "listo" o más "generoso" que tú y, como cuenta con Dios, no te pondrá tantos peros.

109. Hay unos modos de obrar tan prudenciales que, en una palabra, significan pusilanimidad.

110. Convéncete: cuando se trabaja por Dios, no hay dificultades que no se puedan superar, ni desalientos que hagan abandonar la tarea, ni fracasos dignos de este nombre, por infructuosos que aparezcan los resultados.

111. Tu fe es demasiado poco operativa: se diría que es de beato, más que de hombre que lucha por ser santo.

112. Serenidad!, audacia!
Desbarata con esas virtudes la quinta columna de los tibios, de los asustados, de los traidores.

113. Me aseguraste que querías luchar sin tregua. Y ahora me vienes alicaído.
Mira, hasta humanamente, conviene que no te lo den todo resuelto, sin trabas. Algo - mucho!- te toca poner a ti. Si no, ¿cómo vas a "hacerte" santo?

114. No te lanzas a trabajar en esa empresa sobrenatural, porque -así lo dices tú- tienes miedo a no saber agradar, a hacer una gestión desafortunada. - Si pensaras más en Dios, esas sin razones desaparecerían.

115. A veces considero que unos pocos enemigos de Dios y de su Iglesia viven del miedo de muchos buenos, y me lleno de vergüenza.

116. Mientras hablábamos, afirmaba que prefería no salir nunca del chamizo donde vivía, porque le gustaba más contar las vigas de "su" cuadra que las estrellas del cielo.
- Así son muchos, incapaces de prescindir de sus pequeñas cosas, para levantar los ojos al cielo: ya es hora de que adquieran una visión de más altura!

117. Comprendo la alegría sobrenatural y humana de aquél, que tenía la fortuna de ser una avanzadilla en la siembra divina.
"Es estupendo sentirse único, para remover toda una ciudad y sus alrededores", se repetía muy convencido.
- No esperes a contar con más medios o a que vengan otros: las almas te necesitan hoy, ahora.

118. Sé atrevido en tu oración, y el Señor te transformará de pesimista en optimista; de tímido en audaz; de apocado de espíritu en hombre de fe, en apóstol!

119. Los problemas que antes te acogotaban - te parecían altísimas cordilleras- han desaparecido por completo, se han resuelto a lo divino, como cuando el Señor mandó a los vientos y a las aguas que se calmaran.
- Y pensar que todavía dudabas!

120. " No ayudéis tanto al Espíritu Santo!", me decía un amigo, en broma, pero con mucho miedo.
Contesté : pienso que "le ayudamos" poco.

121. Cuando veo tantas cobardías, tantas falsas prudencias..., en ellos y en ellas, ardo en deseos de preguntarles: entonces, ¿la fe y la confianza son para predicarlas; no, para practicarlas?

122. Te encuentras en una actitud que te parece bastante rara: por una parte, achicado, al mirar para adentro; y, por otra, seguro, animado, al mirar para arriba.
-No te preocupes: es señal de que te vas conociendo mejor y, esto sí que importa!, de que le vas conociendo mejor a El.

123. ¿Has visto? -Con El, has podido! ¿De qué te asombras?
- Convéncete: no tienes de qué maravillarte. Confiando en Dios -confiando de veras!- , las cosas resultan fáciles. Y, además, se sobrepasa siempre el límite de lo imaginado.

124. ¿Quieres vivir la audacia santa, para conseguir que Dios actúe a través de ti? - Recurre a María, y Ella te acompañará por el camino de la humildad, de modo que, ante los imposibles para la mente humana, sepas responder con un "fiat!" - hágase!, que una la tierra al Cielo.


LUCHAS

125. No todos pueden llegar a ser ricos, sabios, famosos... En cambio, todos -sí, "todos"- estamos llamados a ser santos.

126. Ser fiel a Dios exige lucha. Y lucha cuerpo a cuerpo, hombre a hombre - hombre viejo y hombre de Dios-, detalle a detalle, sin claudicar.

127. La prueba, no lo niego, resulta demasiado dura: tienes que ir cuesta arriba, a "contrapelo".
- ¿Qué te aconsejo? - Repite: "omnia in bonum!", todo lo que sucede, "todo lo que me sucede", es para mi bien... Por tanto - ésta es la conclusión acertada-: acepta eso, que te parece tan costoso, como una dulce realidad.

128. Hoy no bastan mujeres u hombres buenos. - Además, no es suficientemente bueno el que sólo se contenta con ser casi... bueno: es preciso ser "revolucionario".
Ante el hedonismo, ante la carga pagana y materialista que nos ofrecen, Cristo quiere anticonformistas!, rebeldes de Amor!

129. La santidad, el verdadero afán por alcanzarla, no se toma pausas ni vacaciones.

130. Algunos se comportan, a lo largo de su vida, como si el Señor hubiera hablado de entregamiento y de conducta recta sólo a los que no les costase - no existen!-, o a quienes no necesitaran luchar.
Se olvidan de que, para todos, Jesús ha dicho: el Reino de los Cielos se arrebata con violencia, con la pelea santa de cada instante.

131. Qué afán tienen muchos de reformar!
¿No sería mejor que nos reformáramos todos, cada uno, para cumplir fielmente lo que está mandado?

132. Chapoteas en las tentaciones, te pones en peligro, juegas con la vista y con la imaginación, charlas de... estupideces. - Y luego te asustas de que te asalten dudas, escrúpulos, confusiones, tristeza y desaliento.
- Has de concederme que eres poco consecuente.

133. Después del entusiasmo inicial, han comenzado las vacilaciones, los titubeos, los temores. - Te preocupan los estudios, la familia, la cuestión económica y, sobre todo, el pensamiento de que no puedes, de que quizá no sirves, de que te falta experiencia de la vida.
Te daré un medio seguro para superar esos temores - tentaciones del diablo o de tu falta de generosidad!- : "desprécialos", quita de tu memoria esos recuerdos. Ya lo predicó de modo tajante el Maestro hace veinte siglos: " no vuelvas la cara atrás!"

134. Hemos de fomentar en nuestras almas un verdadero horror al pecado. Señor - repítelo con corazón contrito- , que no te ofenda más!
Pero no te asustes al notar el lastre del pobre cuerpo y de las humanas pasiones: sería tonto e ingenuamente pueril que te enterases ahora de que "eso" existe. Tu miseria no es obstáculo, sino acicate para que te unas más a Dios, para que le busques con constancia, porque El nos purifica.

135. Si la imaginación bulle alrededor de ti mismo, crea situaciones ilusorias, composiciones de lugar que, de ordinario, no encajan con tu camino, te distraen tontamente, te enfrían, y te apartan de la presencia de Dios. - Vanidad.
Si la imaginación revuelve sobre los demás, fácilmente caes en el defecto de juzgar - cuando no tienes esa misión- , e interpretas de modo rastrero y poco objetivo su comportamiento. - Juicios temerarios.
Si la imaginación revolotea sobre tus propios talentos y modos de decir, o sobre el clima de admiración que despiertas en los demás, te expones a perder la rectitud de intención, y a dar pábulo a la soberbia.
Generalmente, soltar la imaginación supone una pérdida de tiempo, pero, además, cuando no se la domina, abre paso a un filón de tentaciones voluntarias.
-No abandones ningún día la mortificación interior!

136. No me seas tan tontamente ingenuo de pensar que has de sufrir tentaciones, para asegurarte de que está firme en el camino. Sería como si desearas que te parasen el corazón, para demostrarte que quieres vivir.

137. No dialogues con la tentación. Déjame que te lo repita: ten la valentía de huir; y la reciedumbre de no manosear tu debilidad, pensando hasta dónde podrías llegar. Corta, sin concesiones!

138. No tienes excusa ninguna. La culpa es sólo tuya. Si sabes - te conoces lo suficiente- que, por ese sendero - con esas lecturas, con esa compañía,... puedes acabar en el precipicio, ¿por qué te obstinas en pensar que quizá es un atajo que facilita tu formación o que madura tu personalidad?
Cambia radicalmente tu plan, aunque te suponga más esfuerzo, menos diversiones al alcance de la mano. Ya es hora de que te comportes como una persona responsable.

139. Mucho duele al Señor la inconsciencia de tantos y de tantas, que no se esfuerzan en evitar los pecados veniales deliberados. Es lo normal - piensan y se justifican-, porque en esos tropiezos caemos todos!
Oyeme bien: también la mayoría de aquella chusma, que condenó a Cristo y le dio muerte, empezó sólo por gritar - como los otros!- , por acudir al Huerto de los Olivos - con los demás!- ,...
Al final, empujados también por lo que hacían "todos", no supieron o no quisieron echarse atrás..., y crucificaron a Jesús!
- Ahora, al cabo de veinte siglos, no hemos aprendido.

140. Altibajos. Tienes muchos, demasiados! altibajos.
La razón es clara: hasta aquí, has llevado una vida fácil, y no quieres enterarte de que del "desear" al "darse" media una distancia notable.

141. Como necesariamente, antes o después, has de tropezar con la evidencia de tu propia miseria personal, quiero prevenirte contra algunas tentaciones, que te insinuará entonces el diablo y que has de rechazar enseguida: el pensamiento de que Dios se ha olvidado de ti, de que tu llamada al apostolado es vana, o de que el peso del dolor y de los pecados del mundo son superiores a tus fuerzas de apóstol...
- Nada de eso es verdad!

142. Si luchas de verdad, necesitas hacer examen de conciencia.
Cuida el examen diario: mira si sientes dolor de Amor, porque no tratas a Nuestro Señor como debieras.

143. Del mismo modo que muchos acuden a la colocación de "primeras piedras", sin preocuparse de si se acabará después la obra así iniciada, los pecadores se engañan con las "últimas veces".

144. Cuando se trata de "cortar", no lo olvides, la "última vez" ha de ser la anterior, la que ya pasó.

145. Te aconsejo que intentes alguna vez volver... al comienzo de tu "primera conversión", cosa que, si no es hacerse como niños, se le parece mucho: en la vida espiritual, hay que dejarse llevar con entera confianza, sin miedos ni dobleces; hay que hablar con absoluta claridad de lo que se tiene en la cabeza y en el alma.

146. Cómo vas a salir de ese estado de tibieza, de lamentable languidez, si no pones los medios! Luchas muy poco y, cuando te esfuerzas, lo haces como por rabieta y con desazón, casi con deseo de que tus débiles esfuerzos no produzcan efecto, para así auto justificarte: para no exigirte y para que no te exijan más.
-Estás cumpliendo tu voluntad; no la de Dios. Mientras no cambies, en serio, ni serás feliz, ni conseguirás la paz que ahora te falta.
-Humíllate delante de Dios, y procura querer de veras.

147. Qué pérdida de tiempo y qué visión tan humana, cuando todo lo reducen a tácticas, como si ahí estuviera el secreto de la eficacia.
-Se olvidan de que la "táctica" de Dios es la caridad, el Amor sin límites: así colmó El la distancia incomible que abre el hombre, con el pecado, entre el Cielo y la tierra.

148. Ten sinceridad "salvaje" en el examen de conciencia; es decir, valentía: la misma con la que te miras en el espejo, para saber dónde te has herido o dónde te has manchado, o dónde están tus defectos, que has de eliminar.

149. Necesito prevenirte contra una argucia de "satanás" - así, con minúscula!, porque no se merece más-, que intenta servirse de las circunstancias más normales, para desviarnos poco o mucho del camino que nos lleva a Dios.
Si luchas, y más aún si luchas de veras, no debes extrañarte de que sobrevenga el cansancio o el tiempo de "marchar a contrapelo", sin ningún consuelo espiritual ni humano. Mira lo que me escribían hace tiempo, y que recogí pensando en algunos que ingenuamente consideran que la gracia prescinde de la naturaleza: "Padre: desde hace unos días estoy con una pereza y una apatía tremendas, para cumplir el plan de vida; todo lo hago a la fuerza y con muy poco espíritu. Ruegue por mí para que pase pronto esta crisis, que me hace sufrir mucho pensando en que puede desviarme del camino".
- Me limité a contestar: ¿no sabías que el Amor exige sacrificio? Lee despacio las palabras del Maestro "quien no toma su Cruz cotidie” - cada día, no es digno de Mí". Y más adelante: "no os dejaré huérfanos...". El Señor permite esa aridez tuya, que tan dura se te hace, para que le ames más, para que confíes sólo en El, para que con la Cruz corredimas, para que le encuentres.

150. Qué poco listo parece el diablo!, me comentabas. No entiendo su estupidez: siempre los mismos engaños, las mismas falsedades...
- Tienes toda la razón. Pero los hombres somos menos listos, y no aprendemos a escarmentar en cabeza ajena... Y Satanás cuenta con todo eso, para tentarnos.

151. Oí en cierta ocasión que en las grandes batallas se repite un curioso fenómeno. Aunque la victoria esté asegurada de antemano por la superioridad numérica y de medios, luego, en el tráfago del combate, no faltan momentos en los que amenaza la derrota por la debilidad de un sector. Vienen entonces las órdenes tajantes del alto mando, y se cubren las brechas del flanco en dificultad.
- Pensé en ti y en mí. Con Dios, que no pierde batallas, seremos siempre vencedores. Por eso, en la pelea para la santidad, si te notas sin fuerzas, escucha los mandatos, haz caso, déjate ayudar,... porque El no falla.

152. Abriste sinceramente el corazón a tu Director, hablando en la presencia de Dios..., y fue estupendo comprobar cómo tú solo ibas encontrando respuesta adecuada a tus intentos de evasión.
Amemos la dirección espiritual!

153. Te lo concedo: te portas decorosamente... Pero, déjame que te hable con sinceridad!: con ese paso cansino - reconócelo -, además de que no eres feliz del todo, te quedas muy lejos de la santidad.
Por eso te pregunto: ¿de veras te portas decorosamente?, ¿no tendrás un concepto equivocado del decoro?

154. Así, tonteando, con esa frivolidad interior y exterior, con esas vacilaciones ante la tentación, con ese querer sin querer, es imposible que avances en la vida interior.

155. Siempre he pensado que muchos llaman "mañana", "después", a la resistencia a la gracia.

156. Otra paradoja del camino espiritual: el alma necesitada de menor reforma en su conducta, se afana más por conseguirla, no se detiene hasta alcanzarla. Y al revés.

157. A veces te inventas "problemas", porque no acudes a la raíz de tus modos de comportarte.
- Lo único que necesitas tú es un decidido cambio de frente: cumplir lealmente tu deber y ser fiel a las indicaciones que te han dado en la dirección espiritual.

158. Has notado con más fuerza la urgencia, la "idea fija" de ser santo; y has acudido a la lucha cotidiana sin vacilaciones, persuadido de que has de cortar valientemente cualquier síntoma de aburguesamiento.
Luego, mientras hablabas con el Señor en tu oración, has comprendido con mayor claridad que lucha es sinónimo de Amor, y le has pedido un Amor más grande, sin miedo al combate que te espera, porque pelearás por El, con El y en El.

159. ¿Líos?... Sé sincero, y reconoce que prefieres ser esclavo de un egoísmo tuyo, en lugar de servir a Dios o a aquella alma. - Cede!

160. "Beatus vir qui suffert tentationem..." - bienaventurado el hombre que sufre tentación porque, después de que haya sido probado, recibirá la corona de Vida.
¿No te llena de alegría comprobar que ese deporte interior es una fuente de paz que nunca se agota?

161. "Nunc coepi!" - ahora comienzo!: es el grito del alma enamorada que, en cada instante, tanto si ha sido fiel como si le ha faltado generosidad, renueva su deseo de servir - de amar!- con lealtad enteriza a nuestro Dios.

162. Te ha dolido en el alma cuando te dijeron: tú, lo que buscas no es la conversión, sino un estuche para tus miserias...; y así, seguir cómodamente - pero con sabor de acíbar!- arrastrando esa triste carga.

163. No sabes si será decaimiento físico o una especie de cansancio interior lo que se ha apoderado de ti, o las dos cosas a la vez...: luchas sin lucha, sin el afán de una auténtica mejora positiva, para pegar la alegría y el amor de Cristo a las almas.
Quiero recordarte las palabras claras del Espíritu Santo: sólo será coronado el que haya peleado "legitime" - de verdad, a pesar de los pesares.

164. Podría portarme mejor, ser más decidido, derrochar más entusiasmo... ¿Por qué no lo hago?
Porque - perdona mi franqueza- eres un majadero: el diablo conoce de sobra que una de las puertas del alma peor guardadas, es la de la tontería humana: la vanidad. Por ahí carga ahora con todas sus fuerzas: recuerdos pseudo sentimentales, complejo de oveja negra en su visión histérica, impresión de una hipotética falta de libertad...
¿A qué esperas para enterarte de la sentencia del Maestro: vigilad y orad, porque no sabéis ni el día ni la hora?

165. Me comentaste con aire fanfarrón e inseguro: unos suben y otros bajan... Y otros, como yo!, estamos tumbados en el camino.
Me dio tristeza tu indolencia, y añadí: de los haraganes tiran a remolque los que suben; y, de ordinario, con más fuerza los que bajan. Piensa qué descamino tan penoso te buscas!
Ya lo señaló el santo obispo de Hipona: no avanzar es retroceder.

166. En tu vida hay dos piezas que no encajan: la cabeza y el sentimiento.
La inteligencia - iluminada por la fe- te muestra claramente no sólo el camino, sino la diferencia entre la manera heroica y la estúpida de recorrerlo. Sobre todo, te pone delante la grandeza y la hermosura divina de las empresas que la Trinidad deja en nuestras manos.
El sentimiento, en cambio, se apega a todo lo que desprecias, incluso mientras lo consideras despreciable. Parece como si mil menudencias estuvieran esperando cualquier oportunidad, y tan pronto como - por cansancio físico o por pérdida de visión sobrenatural- tu pobre voluntad se debilita, esas pequeñeces se agolpan y se agitan en tu imaginación, hasta formar una montaña que te agobia y te desalienta: las asperezas del trabajo; la resistencia a obedecer; la falta de medios; las luces de bengala de una vida regalada; pequeñas y grandes tentaciones repugnantes; ramalazos de sensiblería; la fatiga; el sabor amargo de la mediocridad espiritual... Y, a veces, también el miedo: miedo porque sabes que Dios te quiere santo y no lo eres.
Permíteme que te hable con crudeza. Te sobran "motivos" para volver la cara, y te faltan arrestos para corresponder a la gracia que El te concede, porque te ha llamado a ser otro Cristo, "ipse Christus!" - el mismo Cristo. Te has olvidado de la amonestación del Señor al Apóstol: " te basta mi gracia!", que es una confirmación de que, si quieres, puedes.

167. Recupera el tiempo que has perdido descansando sobre los laureles de la complacencia en ti mismo, al creerte una persona buena, como si fuese suficiente ir tirando, sin robar ni matar.
Aprieta el paso en la piedad y en el trabajo: te queda tanto por recorrer aún!; convive a gusto con todos, también con los que te molestan; y esfuérzate para amar -para servir!- a quienes antes despreciabas.

168. Mostraste tus miserias pasadas -llenas de pus- en la confesión. Y el sacerdote actuó en tu alma como un buen médico, como un médico honrado: cortó donde hacía falta, y no permitió que cerrara la herida hasta que la limpieza fue completa. - Agradécelo.

169. Da muy buenos resultados emprender las cosas serias con espíritu deportivo... ¿He perdido varias jugadas? - Bien, pero -si persevero- al fin ganaré.

170. Conviértete ahora, cuando aún te sientes joven... Qué difícil es rectificar cuando ha envejecido el alma!

171. "Felix culpa!", canta la Iglesia... Bendito error el tuyo - te repito al oído-, si te ha servido para no recaer; y también para mejor comprender y ayudar al prójimo, que no es demás baja calidad que tú.

172. ¿Es posible -preguntas después de haber rechazado la tentación-, es posible, Señor, que yo sea... ese otro?

173. Voy a resumirte tu historia clínica: aquí caigo y allá me levanto...: esto último es lo importante. - Pues sigue con esa íntima pelea, aunque vayas a paso de tortuga. Adelante!
- Bien sabes, hijo, hasta dónde puedes llegar, si no luchas: el abismo llama a otros abismos.

174. Estás avergonzado, delante de Dios y de los demás. Has descubierto en ti roña vieja y renovada: no hay instinto, ni tendencia mala, que no sientas a flor de piel... y tienes la nube de la incertidumbre en el corazón. Además, aparece la tentación cuando menos lo quieres o la esperas, cuando por fatiga afloja tu voluntad.
No sabes ya si te humilla, aunque te duele verte así... Pero que te duela por El, por Amor de El; esta contrición de amor te ayudará a permanecer vigilante, porque la pelea durará mientras vivamos.

175. Qué grandes deseos te consumen de resellar la entrega que hiciste en su momento: saberte y vivir como hijo de Dios!
- Pon en las manos del Señor tus muchas miserias e infidelidades. También, porque es el único modo de aliviar su peso.

176. Renovación no es relajación.

177. Días de retiro. Recogimiento para conocer a Dios, para conocerte y así progresar. Un tiempo necesario para descubrir en qué y cómo hay que reformarse: ¿qué he de hacer?, ¿qué debo evitar?

178. Que no se vuelva a repetir lo del año pasado.
- "¿Qué tal el retiro?", te preguntaron. Y contestaste: - Hemos descansado muy bien".


179. Días de silencio y de gracia intensa... Oración cara a cara con Dios...
He roto en acción de gracias, al contemplar a aquellas personas, graves por los años y por la experiencia, que se abren a los toques divinos y responden como niños, ilusionadas ante la posibilidad de convertir aún su vida en algo útil..., que borre todos sus descaminos y todos sus olvidos.
-Recordando aquella escena, te he encarecido: no descuides tu lucha en la vida de piedad.

180. "Auxilium christianorum!" - Auxilio de los cristianos, reza con seguridad la letanía lauretana. ¿Has probado a repetir esa jaculatoria en tus trances difíciles? Si lo haces con fe, con ternura de hija o de hijo, comprobarás la eficacia de la intercesión de tu Madre Santa María, que te llevará a la victoria.


PESCADORES DE HOMBRES

181. Veíamos, mientras hablábamos, las tierras de aquel continente. -Se te encendieron en lumbres los ojos, se llenó de impaciencia tu alma y, con el pensamiento en aquellas gentes, me dijiste: ¿será posible que, al otro lado de estos mares, la gracia de Cristo se haga ineficaz?
Luego, tú mismo te diste la respuesta: El, en su bondad infinita, quiere servirse de instrumentos dóciles.

182. Qué compasión te inspiran!... Querrías gritarles que están perdiendo el tiempo... ¿Por qué son tan ciegos, y no perciben lo que tú -miserable- has visto? ¿Por qué no han de preferir lo mejor?
- Reza, mortifícate, y luego -tienes obligación!- despiértales uno a uno, explicádoles - también uno a uno- que, lo mismo que tú , pueden encontrar un camino divino, sin abandonar el lugar que ocupan en la sociedad.

183. Empezaste con muchos bríos. Pero poco a poco te has ido achicando... Y vas a acabar metido en tu pobre caparazón, si sigues empequeñeciendo tu horizonte.
-Cada vez has de ensanchar más tu corazón, con hambres de apostolado!: de cien almas nos interesan las cien.

184. Agradece al Señor la continua delicadeza, paternal y maternal, con que te trata.
Tú , que siempre soñaste con grandes aventuras, te has comprometido en una empresa estupenda..., que te lleva a la santidad.
Insisto: agradé ceselo a Dios, con una vida de apostolado.

185. Cuando te lances al apostolado, convéncete de que se trata siempre de hacer feliz, muy feliz, a la gente: la Verdad es inseparable de la auténtica alegría.

186. Personas de diversas naciones, de distintas razas, de muy diferentes ambientes y profesiones... Al hablarles de Dios, palpas el valor humano y sobrenatural de tu vocación de apóstol. Es como si revivieras, en su realidad total, el milagro de la primera predicación de los discípulos del Señor: frases dichas en lengua extraña, mostrando un camino nuevo, han sido oídas por cada uno en el fondo de su corazón, en su propia lengua. Y por tu cabeza pasa, tomando nueva vida, la escena de que "partos, medos y elamitas..." se han acercado felices a Dios.

187. Oyeme bien y hazme eco: el cristianismo es Amor; el trato con Dios es diálogo eminentemente afirmativo; la preocupación por los demás -el apostolado- no es un artículo de lujo, ocupación de unos pocos.
- Ahora que lo sabes, llénate de gozo, porque tu vida ha adquirido un sentido completamente distinto, y sé consecuente.

188. Naturalidad, sinceridad, alegría: condiciones indispensables, en el apóstol, para atraer a las gentes.

189. No podía ser más sencilla la manera de llamar Jesús a los primeros doce: "ven y sígueme".
Para ti, que buscas tantas excusas con el fin de no continuar esa tarea, se acomoda como el guante a la mano la consideración de que muy pobre era la ciencia humana de aquellos primeros; y, sin embargo, cómo removieron a quienes les escuchaban!
-No me lo olvides: la labor la sigue haciendo El, a través de cada uno de nosotros.

190. Las vocaciones de apóstol las envía Dios. Pero tú no debes dejar de poner los medios: oración, mortificación, estudio o trabajo, amistad, visión sobrenatural..., vida interior!

191. Cuando te hablo de "apostolado de amistad", me refiero a amistad "personal", sacrificada, sincera: de tú a tú, de corazón a corazón.

192. En el apostolado de amistad y confidencia, el primer paso es la comprensión, el servicio,... y la santa intransigencia en la doctrina.

193. Quienes han encontrado a Cristo no pueden cerrarse en su ambiente: triste cosa sería ese empequeñecimiento! Han de abrirse en abanico para llegar a todas las almas. Cada uno ha de crear -y de ensanchar- un círculo de amigos, sobre el que influya con su prestigio profesional, con su conducta, con su amistad, procurando que Cristo influya por medio de ese prestigio profesional, de esa conducta, de esa amistad.

194. Has de ser una brasa encendida, que lleve fuego a todas partes. Y, donde el ambiente sea incapaz de arder, has de aumentar su temperatura espiritual.
-Si no, estás perdiendo el tiempo miserablemente, y haciéndolo perder a quienes te rodean.

195. Cuando hay celo por las almas, siempre se encuentra gente buena, siempre se descubre terreno abonado. No hay disculpa!

196. Convéncete: también ahí, hay muchos que pueden entender tu camino; almas que - consciente o inconscientemente- buscan a Cristo y no le encuentran. Pero "¿cómo oirán hablar de El, si nadie les habla?"

197. No me digas que cuidas tu vida interior, si no haces un apostolado intenso, sin pausa: el Señor - a Quien tú me aseguras que tratas- quiere que todos los hombres se salven.

198. Ese camino es muy difícil, te ha dicho. Y, al oírlo, has asentido ufano, recordando aquello de que la Cruz es la señal cierta del camino verdadero... Pero tu amigo se ha fijado sólo en la parte áspera del sendero, sin tener en cuenta la promesa de Jesús: "mi yugo es suave".
Recuérdaselo, porque - quizá cuando lo sepa- se entregará.

199. ¿Que no tiene tiempo?... Mejor. Precisamente a Cristo le interesan los que no tienen tiempo.

200. Al considerar que son muchos los que desaprovechan la gran ocasión, y dejan pasar de largo a Jesús, piensa: ¿de dónde me viene a mí esa llamada clara, tan providencial, que me mostró mi camino?
- Medítalo a diario: el apóstol ha de ser siempre otro Cristo, el mismo Cristo.

201. No te sorprendas y no te amilanes porque te ha reprochado que le hayas puesto frente a frente con Cristo, ni porque te haya añadido, indignado: "ya no puedo vivir tranquilo sin tomar una decisión..."
Encomiéndale... Es inútil que trates de tranquilizarle: quizá se le ha puesto en primer plano una antigua inquietud, la voz de su conciencia.

202. ¿Se te escandalizan porque hablas de entrega a quienes nunca habían pensado en ese problema?... -Bien, ¿y qué?: si tú tienes vocación de apóstol de apóstoles.


203. No llegas a la gente, porque hablas un "idioma" distinto. Te aconsejo la naturalidad.
Esa formación tuya tan artificial!

204. ¿Vacilas en lanzarte a hablar de Dios, de vida cristiana, de vocación,... porque no quieres hacer sufrir?... Olvidas que no eres tú quien llama, sino El: "ego scio quos elegerim" -yo sé bien a los que tengo escogidos.
Además, me disgustaría que, detrás de esos falsos respetos, se escondiera la comodidad o la tibieza: ¿a estas alturas prefieres una pobre amistad humana a la amistad de Dios?

205. Has tenido una conversación con éste, con aquel, con el de más allá , porque te consume el celo por las almas.
Aquél cogió miedo; el otro consultó a un "prudente", que le ha orientado mal... - Persevera: que ninguno pueda después excusarse afirmando "quianemo nos conduxit" -nadie nos ha llamado.

206. Comprendo tu impaciencia santa, pero a la vez has de considerar que algunos necesitan pensárselo mucho, que otros irán respondiendo con el tiempo... Aguárdalos con los brazos abiertos: condimenta tu impaciencia santa con oración y mortificación abundantes. - Vendrán más jóvenes y generosos; se habrán sacudido su aburguesamiento y serán más valientes.
Cómo los espera Dios!

207. La fe es un requisito imprescindible en el apostolado, que muchas veces se manifiesta en la constancia para hablar de Dios, aunque tarden en venir los frutos.
Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros -los más flojos- quedarán al menos alertados.

208. Días de auténtico alborozo: tres más!
Se cumplen las palabras de Jesús: "mi Padre se glorifica en que vosotros llevéis mucho fruto, y seáis discípulos míos".

209. Me has hecho sonreír, porque te entiendo muy bien, cuando me decías: me entusiasma la posibilidad de ir a nuevas tierras, a abrir brecha, quizá muy lejos... Tendría que enterarme de si hay hombres en la luna.
- Pide al Señor que te aumente ese celo apostólico.

210. A veces, cara a esas almas dormidas, entran unas ansias locas de gritarles, de sacudirlas, de hacerlas reaccionar, para que salgan de ese sopor terrible en que se hallan sumidas. Es tan triste ver cómo andan, dando palos de ciego, sin acertar con el camino!
- Cómo comprendo ese llanto de Jesús por Jerusalén, como fruto de su caridad perfecta...

211. Profundiza cada día en la hondura apostólica de tu vocación cristiana. - El levantó hace veinte siglos - para que tú y yo lo proclamemos al oído de los hombres- un banderín de enganche, abierto a todos los que tienen un corazón sincero y capacidad de amar... Qué llamadas más claras quieres que el "ignem veni mittere in terram" - fuego he venido a traer a la tierra, y la consideración de esos dos mil quinientos millones de almas que todavía no conocen a Cristo!


212. "Hominem non habeo" - no tengo a nadie que me ayude. Esto podrían asegurar, desdichadamente!, muchos enfermos y paralíticos del espíritu, que pueden servir... y deben servir.
Señor: que nunca me quede indiferente ante las almas.

213. Ayúdame a pedir una nueva Pentecostés, que abrase otra vez la tierra.

214. "Si alguno de los que me siguen no aborrece a su padre y a su madre y a la mujer y a los hijos y a los hermanos y hermanas, y aun a su vida misma, no puede ser mi discípulo".
Cada vez veo más claro, Señor, que los lazos de sangre, si no pasan por tu Corazón amabilísimo, son para unos motivo permanente de cruz; para otros, origen de tentaciones - más o menos directas- contra la perseverancia; para otros, causa de ineficacia absoluta; y, para todos, lastre que se opone a un entregamiento total.

215. La reja que rotura y abre el surco, no ve la semilla ni el fruto.

216. Después de tu decisión, cada día haces un descubrimiento nuevo. Recuerdas el ayer, cuando te preguntabas constantemente: "¿y esto, cómo?"..., para seguir luego en tus dudas o en tus desencantos...
Ahora siempre encuentras la respuesta exacta, razonada y clara. Y, al oír cómo contestan a tus preguntas a veces pueriles, se te ocurre pensar: "así debió de atender Jesús a los primeros Doce".

217. Vocaciones, Señor, más vocaciones! No me importa si la siembra fue mía o de otro - sembraste Tú, Jesús, con nuestras manos!- ; sólo sé que nos has prometido la madurez del fruto: "et fructus vester maneat!" - que vuestro fruto será duradero.

218. Sé claro. Si te dicen que vas "a pescarlos", responde que sí, que eso deseas... Pero..., que no se preocupen! Porque, si no tienen vocación - si El no les llama- , no vendrán; y si la tienen, qué bochorno acabar como el joven rico del Evangelio: solos y tristes.

219. Tu tarea de apóstol es grande y hermosa. Estás en el punto de confluencia de la gracia con la libertad de las almas; y asistes al momento solemnísimo de la vida de algunos hombres: su encuentro con Cristo.

220. Parece que os han escogido uno a uno..., decía.
- Y así es!

221. Convéncete: necesitas formarte bien, de cara a esa avalancha de gente que se nos vendrá encima, con la pregunta precisa y exigente: -"bueno, ¿qué hay que hacer?"

222. Una receta eficaz para tu espíritu apostólico: planes concretos, no de sábado a sábado, sino de hoy a mañana, y de ahora a luego.

223. Cristo espera mucho de tu labor. Pero has de ir a buscar a las almas, como el Buen Pastor salió tras la oveja centésima: sin aguardar a que te llamen. Luego, sírvete de tus amigos para hacer bien a otros: nadie puede sentirse tranquilo - díselo a cada uno- con una vida espiritual que, después de llenarle, no rebose hacia fuera con celo apostólico.

224. No es tolerable que pierdas el tiempo en "tus tonterías", cuando hay tantas almas que te esperan.

225. Apostolado de la doctrina: ése será siempre tu apostolado.

226. La maravilla de la Pentecostés es la consagración de todos los caminos: nunca puede entenderse como monopolio ni como estimación de uno solo en detrimento de otros.
Pentecostés es indefinida variedad de lenguas, de métodos, de formas de encuentro con Dios: no uniformidad violenta.

227. Me escribías: se unió a nuestro grupo un chico joven, que iba hacia el Norte. Era minero. Cantaba muy bien, y vino acompañando a nuestro coro. Le encomendé hasta que llegó su estación. Al despedirse, comentó: " cuánto me gustaría prolongar el viaje con vosotros!"
- Me acordé enseguida del "mane nobiscum!" -qué date con nosotros, Señor!, y le pedí nuevamente con fe que los demás "le vean" en cada uno de nosotros, compañeros de "su camino".

228. Por "el sendero del justo descontento", se han ido y se están yendo las masas.
Duele..., pero cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados!
- Hace falta volver a meter a Cristo entre los pobres y entre los humildes: precisamente entre ellos es donde más a gusto se encuentra.

229. Profesor: que te ilusione hacer comprender a los alumnos, en poco tiempo, lo que a ti te ha costado horas de estudio llegar a ver claro.

230. El deseo de "enseñar", y "enseñar de corazón", crea en los alumnos un agradecimiento, que constituye terreno idóneo para el apostolado.

231. Me gusta ese lema: "cada caminante siga su camino", el que Dios le ha marcado, con fidelidad, con amor, aunque cueste.

232. Qué lección tan extraordinaria cada una de las enseñanzas del Nuevo Testamento! - Después de que el Maestro, mientras asciende a la diestra de Dios Padre, les ha dicho: "id y predicad a todas las gentes", se han quedado los discípulos con paz. Pero aún tienen dudas: no saben qué hacer, y se reúnen con María, Reina de los Apóstoles, para convertirse en celosos pregoneros de la Verdad que salvará al mundo.


SUFRIMIENTO

233. Me comentabas que hay escenas de la vida de Jesús que te emocionan más: cuando se pone en contacto con hombres en carne viva..., cuando lleva la paz y la salud a los que tienen destrozados su alma y su cuerpo por el dolor... Te entusiasmas - insistías- al verle curar la lepra, devolver la vista, sanar al paralítico de la piscina: al pobre del que nadie se acuerda. Le contemplas entonces tan profundamente humano, tan a tu alcance!
-Pues..., Jesús sigue siendo el de entonces.

234. Pediste al Señor que te dejara sufrir un poco por El. Pero luego, cuando llega el padecimiento en forma tan humana, tan normal - dificultades y problemas familiares..., o esas mil pequeñeces de la vida ordinaria-, te cuesta trabajo ver a Cristo detrás de eso. -Abre con docilidad tus manos a esos clavos..., y tu dolor se convertirá en gozo.

235. No te quejes, si sufres. Se pule la piedra que se estima, la que vale.
¿Te duele? - Déjate tallar, con agradecimiento, porque Dios te ha tomado en sus manos como un diamante... No se trabaja así un guijarro vulgar.

236. Los que huyen cobardemente del sufrimiento, tienen materia de meditación al ver con qué entusiasmo otras almas abrazan el dolor.
No son pocos los hombres y las mujeres que saben padecer cristianamente. Sigamos su ejemplo.

237. ¿Te lamentas?... y me explicas como si tuvieras la razón: un pinchazo!... Otro!...
-¿Pero no te haces cargo de que es tonto sorprenderse de que haya espinas entre las rosas?

238. Déjame que, como hasta ahora, te siga hablando en confidencia: me basta tener delante de mí un Crucifijo, para no atreverme a hablar de mis sufrimientos... Y no me importa añadir que he sufrido mucho, siempre con alegría.

239. ¿No te comprenden?... El era la Verdad y la Luz, pero tampoco los suyos le comprendieron. -Como tantas veces te he hecho considerar, acuérdate de las palabras del Señor: "no es el discípulo más que el Maestro".

240. Para un hijo de Dios, las contradicciones y calumnias son, como para un soldado, heridas recibidas en el campo de batalla.

241. Te traen y te llevan... La fama, ¿qué importa?
En todo caso, no sientas vergüenza ni pena por ti, sino por ellos: por los que te maltratan.

242. A veces no quieren entender: están como cegados... Pero, otras, eres tú el que no ha logrado hacerse comprender: corrígete!

243. No basta tener razón. Además, es necesario saber hacerla valer..., y que los otros quieran reconocerla.
Sin embargo, afirma la verdad siempre que sea necesario, sin detenerte por el "qué dirán".

244. Si frecuentas la escuela del Maestro, no te extrañará que también tengas que bregar contra la incomprensión de tantas y de tantas personas, que podrían ayudarte muchísimo, sólo con que hicieran el menor esfuerzo por ser comprensivos.

245. No le has maltratado físicamente... Pero le has ignorado tantas veces; le has mirado con indiferencia, como a un extraño.
- ¿Te parece poco?

246. Sin pretenderlo, los que persiguen santifican... - Pero, ay de estos "santificadores"!

247. En la tierra, muchas veces pagan calumniando.

248. Hay almas que parecen empeñadas en inventarse sufrimientos, torturándose con la imaginación.
Después, cuando llegan penas y contradicciones objetivas, no saben estar como la Santísima Virgen, al pie de la Cruz, con la mirada pendiente de su Hijo.

249. Sacrificio, sacrificio! -Es verdad que seguir a Jesucristo -lo ha dicho El- es llevar la Cruz. Pero no me gusta oír a las almas que aman al Señor hablar tanto de cruces y de renuncias: porque, cuando hay Amor, el sacrificio es gustoso -aunque cueste- y la cruz es la Santa Cruz.
-El alma que sabe amar y entregarse así, se colma de alegría y de paz. Entonces, ¿por qué insistir en "sacrificio", como buscando consuelo, si la Cruz de Cristo -que es tu vida- te hace feliz?

250. Cuánta neurastenia e histeria se quitaría, si -con la doctrina católica- se enseñase de verdad a vivir como cristianos: amando a Dios y sabiendo aceptar las contrariedades como bendición venida de su mano!

251. No pases indiferente ante el dolor ajeno. Esa persona -un pariente, un amigo, un colega..., ése que no conoces- es tu hermano.
-Acuérdate de lo que relata el Evangelio y que tantas veces has leído con pena: ni siquiera los parientes de Jesús se fiaban de El. - Procura que la escena no se repita.

252. Imagínate que en la tierra no existe más que Dios y tú.
- Así te será más fácil sufrir las mortificaciones, las humillaciones... Y, finalmente, harás las cosas que Dios quiere y como El las quiere.

253. A veces - comentaba aquel enfermo consumido de celo por las almas- protesta un poco el cuerpo, se queja. Pero trato también de transformar "esos quejidos" en sonrisas, porque resultan muy eficaces.

254. Un morbo incurable, que limitaba su acción. Y, sin embargo, me aseguraba gozoso: "la enfermedad se porta bien conmigo y cada vez la amo más; si me dieran a escoger, volvería a nacer así cien veces!"

255. Jesús llegó a la Cruz, después de prepararse durante treinta y tres años, toda su Vida!
- Sus discípulos, si de veras desean imitarle, deben convertir su existencia en corredención de Amor, con la propia negación, activa y pasiva.

256. La Cruz está presente en todo, y viene cuando uno menos se la espera. - Pero no olvides que, ordinariamente, van parejos el comienzo de la Cruz y el comienzo de la eficacia.

257. El Señor, Sacerdote Eterno, bendice siempre con la Cruz.

258. "Cor Mariae perdolentis, miserere nobis!" - invoca al Corazón de Santa María, con ánimo y decisión de unirte a su dolor, en reparación por tus pecados y por los de los hombres de todos los tiempos.
- Y pídele - para cada alma- que ese dolor suyo aumente en nosotros la aversión al pecado, y que sepamos amar, como expiación, las contrariedades físicas o morales de cada jornada.


HUMILDAD

259. "La oración" es la humildad del hombre que reconoce su profunda miseria y la grandeza de Dios, a quien se dirige y adora, de manera que todo lo espera de El y nada de sí mismo.
"La fe" es la humildad de la razón, que renuncia a su propio criterio y se postra ante los juicios y la autoridad de la Iglesia.
"La obediencia" es la humildad de la voluntad, que se sujeta al querer ajeno, por Dios.
"La castidad" es la humildad de la carne, que se somete al espíritu.
"La mortificación" exterior es la humildad de los sentidos.
"La penitencia" es la humildad de todas las pasiones, inmoladas al Señor.
-La humildad es la verdad en el camino de la lucha ascética.

260. Es muy grande cosa saberse nada delante de Dios, porque así es.

261. "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón..." Humildad de Jesús!... Qué lección para ti, que eres un pobre instrumento de barro!: El - siempre misericordioso- te ha levantado, haciendo brillar en tu vileza, gratuitamente ensalzada, las luces del sol de la gracia. Y tú, cuántas veces has disfrazado tu soberbia so capa de dignidad, de justicia...! Y cuántas ocasiones de aprender del Maestro has desaprovechado, por no haber sabido sobrenaturalizarlas!

262. Esas depresiones, porque ves o porque descubren tus defectos, no tienen fundamento...
- Pide la verdadera humildad.

263. Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad:
-pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás;
-querer salirte siempre con la tuya;
-disputar sin razón o -cuando la tienes- insistir con tozudez y de mala manera;
-dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad;
-despreciar el punto de vista de los demás;
-no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;
-no reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees;
-citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones;
-hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan;
-excusarte cuando se te reprende;
-encubrir al Director algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene;
-oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti;
-dolerte de que otros sean más estimados que tú
-negarte a desempeñar oficios inferiores;
-buscar o desear singularizarte;
-insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional...;
-avergonzarte porque careces de ciertos bienes.

264. Ser humilde no equivale a tener angustia o temor.

265. Huyamos de esa falsa humildad que se llama comodidad.

266. Le dice Pedro: Señor!, ¿Tú lavarme a mí los pies? Respondió Jesús: lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás después. Insiste Pedro: jamás me lavarás Tú los pies a mí. Replicó Jesús: si yo no te lavare, no tendrás parte conmigo. Se rinde Simón Pedro: Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.
Ante la llamada a un entregamiento total, completo, sin vacilaciones, muchas veces oponemos una falsa modestia, como la de Pedro... Ojalá fuéramos también hombres de corazón, como el Apóstol!: Pedro no permite a nadie amar más que él a Jesús. Ese amor lleva a reaccionar así: aquí estoy!, lávame manos, cabeza, pies!, purifícame del todo!, que yo quiero entregarme a Ti sin reservas.

267. Para ti, transcribo de una carta: "me encanta la humildad evangélica. Pero me subleva el encogimiento aborregado e inconsciente de algunos cristianos, que desprestigian así a la Iglesia. En ellos debió de fijarse aquel escritor ateo, cuando dijo que la moral cristiana es una moral de esclavos..." Realmente somos siervos: siervos elevados a la categoría de hijos de Dios, que no desean conducirse como esclavos de las pasiones.

268. El convencimiento de tu "mala pasta" - tu propio conocimiento- te dará la reacción sobrenatural, que hará arraigar más y más en tu alma el gozo y la paz, ante la humillación, el desprecio, la calumnia...
Después del "fiat" - Señor, lo que Tú quieras-, tu raciocinio en esos casos deberá ser: "¿sólo ha dicho eso? Se ve que no me conoce; de otro modo, no se habría quedado tan corto".
Como estás convencido de que mereces peor trato, sentirás gratitud hacia aquella persona, y te gozarás en lo que a otro le haría sufrir.

269. Cuanto más alta se alza la estatua, tanto más duro y peligroso es después el golpe en la caída.

270. Acude a la dirección espiritual cada vez con mayor humildad, y puntualmente, que es también humildad.
Piensa - no te equivocas, porque ahí Dios te habla- que eres como un niño pequeño, sincero!, al que van enseñando a hablar, a leer, a conocer las flores y los pájaros, a vivir las alegrías y las penas, a fijarse en el suelo que pisa.

271. "Sigo siendo una pobre criatura", me dices.
Pero, antes, al verlo, te llevabas cada mal rato! Ahora, sin acostumbramientos ni cesiones, te vas acostumbrando a sonreír, y a volver a empezar tu lucha con una alegría creciente.

272. Si eres sensato, humilde, habrás observado que nunca se acaba de aprender... Sucede lo mismo en la vida; aun los más doctos tienen algo que aprender, hasta el fin de su vida; si no, dejan de ser doctos.

273. Buen Jesús: si he de ser apóstol, es preciso que me hagas muy humilde.
El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu claridad, endiósame: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para convertirme en el instrumento que deseas... Dame tu locura de humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del Sagrario.
- Que me conozca: que me conozca y que te conozca. Así jamás perderé de vista mi nada.

274. Sólo los tontos son testarudos: los muy tontos, muy testarudos.

275. No me olvides que, en los asuntos humanos, también los otros pueden tener razón: ven la misma cuestión que tú , pero desde distinto punto de vista, con otra luz, con otra sombra, con otro contorno.
-Sólo en la fe y en la moral hay un criterio indiscutible: el de nuestra Madre la Iglesia.

276. Qué bueno es saber rectificar!... Y, qué pocos los que aprenden esta ciencia!

277. Antes que faltar a la caridad, cede: no resistas, siempre que sea posible... Ten la humildad de la hierba, que se aplasta sin distinguir el pie que la pisa.

278. A la conversión se sube por la humildad, por caminos de abajarse.

279. Me decías: "hay que decapitar el yo!..." -Pero, cómo cuesta!, ¿no?

280. Muchas veces es preciso hacerse violencia, para humillarse y repetir de veras al Señor: "serviam!" - te serviré.

281. "Memento, homo, quia pulvis es..." -recuerda, hombre, que eres polvo... -Si eres polvo, ¿por qué te ha de molestar que te pisen?

282. Por la senda de la humildad se va a todas partes..., fundamentalmente al Cielo.

283. Camino seguro de humildad es meditar cómo, aun careciendo de talento, de renombre y de fortuna, podemos ser instrumentos eficaces, si acudimos al Espíritu Santo para que nos dispense sus dones.
Los Apóstoles, a pesar de haber sido instruidos por Jesús durante tres años, huyeron despavoridos ante los enemigos de Cristo. Sin embargo, después de Pentecostés, se dejaron azotar y encarcelar, y acabaron dando la vida en testimonio de su fe.

284. Es verdad que nadie puede estar cierto de su perseverancia... Pero esa incertidumbre es un motivo más de humildad, y prueba evidente de nuestra libertad.

285. Aunque eres tan poca cosa, Dios se ha servido de ti, y continúa sirviéndose, para trabajos fecundos por su gloria.
-No te engrías. Piensa: ¿qué diría de sí mismo el instrumento de acero o de hierro, que el artista utiliza para montar joyas de oro y de piedras finas?

286. ¿Qué vale más: un kilo de oro o uno de cobre?... Y, sin embargo, en muchos casos el cobre sirve más y mejor que el oro.

287. Tu vocación -llamada de Dios- es de dirigir, de arrastrar, de servir, de ser caudillo. Si tú , por falsa o por mal entendida humildad, te aíslas, encerrándote en tu rincón, faltas a tu deber de instrumento divino.

288. Cuando el Señor se sirve de ti para derramar su gracia en las almas, recuerda que tú no eres más que el envoltorio del regalo: un papel que se rompe y se tira.

289. "Quia respexit humilitatem ancillae suae" -porque vio la bajeza de su esclava...
-Cada día me persuado más de que la humildad auténtica es la base sobrenatural de todas las virtudes!
Habla con Nuestra Señora, para que Ella nos adiestre a caminar por esa senda.