OTRA VEZ A RECOMENZAR

377. Sigue el consejo de San Pablo: "hora est iam nos de somno surgere!" ¡ya es hora de trabajar! -De trabajar por dentro, en la edificación de tu alma; y por fuera, desde tu lugar, en la edificación del Reino de Dios.

378. Me dices, contrito: " cuánta miseria me veo! Me encuentro, tal es mi torpeza y tal el bagaje de mis concupiscencias, como si nunca hubiera hecho nada por acercarme a Dios. Comenzar, comenzar: oh, Señor, siempre en los comienzos! Procuraré, sin embargo, empujar con toda mi alma en cada jornada".
-Que El bendiga esos afanes tuyos.

379. Padre, me has comentado: yo tengo muchas equivocaciones, muchos errores.
- -Ya lo sé, te he respondido. Pero Dios Nuestro Señor, que también lo sabe y cuenta con eso, sólo te pide la humildad de reconocerlo, y la lucha para rectificar, para servirle cada día mejor, con más vida interior, con una oración continua, con la piedad y con el empleo de los medios adecuados para santificar tu trabajo.

380. Ojalá adquieras -las quieres alcanzar- las virtudes del borrico!: humilde, duro para el trabajo y perseverante, tozudo!, fiel, segurísimo en su paso, fuerte y -si tiene buen amo- agradecido y obediente.

381. Sigue considerando las cualidades del borrico, y fíjate en que el burro, para hacer algo de provecho, ha de dejarse dominar por la voluntad de quien le lleva...: solo, no haría más que... burradas. De seguro que no se le ocurre otra cosa mejor que revolcarse en el suelo, correr al pesebre... y rebuznar.
- Ah Jesús! -díselo tú también-: "ut iumentum factus sum apud te!" -me has hecho tu borriquillo; no me dejes, "et ego semper tecum!" -y estaré siempre Contigo. Llévame fuertemente atado con tu gracia: "tenuisti manum dexteram meam..." -me has cogido por el ronzal; "et in voluntate tua deduxisti me..." -y hazme cumplir tu Voluntad. Y así te amaré por los siglos sin fin! -"et cum gloria suscepisti me -"

382. Hasta la mortificación más insignificante te parece una epopeya. A veces, Jesús se sirve de tus "rarezas", de tus pequeñeces, para que te mortifiques, haciendo de la necesidad virtud.

383. Jesús mío, quiero corresponder a tu Amor, pero soy flojo.
- ¡Con tu gracia, sabré!

384. La vida espiritual es -lo repito machaconamente, de intento- un continuo comenzar y recomenzar.
- -¿Recomenzar? Sí!: cada vez que haces un acto de contrición -y a diario deberíamos hacer muchos-, recomienzas, porque das a Dios un nuevo amor.

385. No podemos conformarnos con lo que hacemos en nuestro servicio a Dios, como un artista no se queda satisfecho con el cuadro o la estatua que sale de sus manos. Todos le dicen: es una maravilla; pero él piensa: no, no es esto; yo querría más. Así deberíamos reaccionar nosotros.
- Además, el Señor nos da mucho, tiene derecho a nuestra más plena correspondencia..., y hay que ir a su paso.

386. Te falta fe..., y te falta amor. Si no, acudirías inmediatamente y con más frecuencia a Jesús, pidiéndole por esto y por lo otro.
- -No esperes más, invócale, y oirás que Cristo te habla: "¿qué quieres que te haga?", como atendió a aquel cieguecito que, desde la vera del camino, no se cansó de insistir.

387. Escribía aquel amigo nuestro: "muchas veces pedí perdón al Señor por mis grandísimos pecados; le dije que le quería, besando el Crucifijo, y le di las gracias por sus providencias paternales de estos días. Me sorprendí, como hace años, diciendo -sin darme cuenta hasta después-: Dei perfecta sunt opera -todas las obras de Dios son perfectas. A la vez me quedó la seguridad plena, sin ningún género de duda, de que ésa es la respuesta de mi Dios a su criatura pecadora, pero amante. Todo lo espero de El! Bendito sea!!"
- Me apresuré a responderle: "el Señor siempre se comporta como un buen Padre, y nos ofrece continuas pruebas de su Amor: cifra toda tu esperanza en El..., y sigue luchando".

388. Oh, Jesús! Si, siendo como he sido! -pobre de mí-, has hecho lo que has hecho...; si yo correspondiera, ¿qué harías?
- Esta verdad te ha de llevar a una generosidad sin tregua.
- Llora, y duélete con pena y con amor, porque el Señor y su Madre bendita merecen otro comportamiento de tu parte.

389. Aunque a veces se meta en tu alma la desgana, y te parezca que lo dices sólo con la boca, renueva tus actos de fe, de esperanza, de amor. No te duermas!, porque, si no, en medio de lo bueno, vendrá lo malo y te arrastrará.

390. Haz así tu oración: si he de hacer algo de provecho, Jesús, has de hacerlo Tú por mí. Que se cumpla tu Voluntad: la amo, aunque tu Voluntad permita que yo esté siempre como ahora, penosamente cayendo, y Tú levantándome!

391. Hazme santo, mi Dios, aunque sea a palos. No quiero ser la rémora de tu Voluntad. Quiero corresponder, quiero ser generoso... Pero, ¿qué querer es el mío?

392. Estás lleno de preocupación porque no amas como debes. Te fastidia todo. Y el enemigo hace lo que puede para que tu mal genio salga a relucir.
-Comprendo que estés muy humillado, y precisamente por esto has de reaccionar con eficacia y sin demora.

393. No es verdadera santidad -será, en el mejor de los casos, su caricatura - aquélla que obliga a pensar que "para aguantar a un santo, se necesitan dos santos".

394. El diablo trata de apartarnos de Dios y, si te dejas dominar por él, las criaturas honradas "se apartarán" de ti, porque "se apartan" de los amigos o de los poseídos de satanás.

395. Cuando hables con el Señor, también si piensas que lo tuyo es todo palabrería, pídele una mayor entrega, un adelantamiento más decidido en la perfección cristiana: que te encienda más!

396. Renueva tu propósito firme de vivir con "voluntariedad actual" tu vida de cristiano: a todas horas y en todas las circunstancias.

397. No pongas obstáculos a la gracia: has de convencerte de que, para ser levadura, necesitas ser santo, luchar para identificarte con El.

398. Di despacio, con ánimo sincero: "nunc coepi!" ¡ahora comienzo!
- No te desanimes si, desgraciadamente, no ves en ti la mudanza, efecto de la diestra del Señor...: desde la bajeza tuya, puedes gritar: ayúdame, Jesús mío, porque quiero cumplir tu Voluntad..., tu amabilísima Voluntad!

399. De acuerdo: tu preocupación deben ser "ellos". Pero tu primera preocupación debes ser tú mismo, tu vida interior; porque, de otro modo, no podrás servirles.

400. Cuánto te cuesta esa mortificación que el Espíritu Santo te sugiere! Mira con detenimiento un Crucifijo..., y amarás esa expiación.

401. Clavarse en la Cruz! Esta aspiración, como luz nueva, venía a la inteligencia, al corazón y a los labios de aquella alma, muchas veces. -¿Clavarse en la Cruz?: cuánto cuesta!, se decía. Y eso que sabía muy bien el camino: "agere contra!" -negarse a sí mismo. Por eso suplicaba: ayúdame, Señor!

402. Situados en el Calvario, donde Jesús ha muerto, la experiencia de nuestros personales pecados debe conducirnos al dolor: a una decisión más madura y más honda de no ofenderle de nuevo.

403. Cada día un poco más -igual que al tallar una piedra o una madera-, hay que ir limando asperezas, quitando defectos de nuestra vida personal, con espíritu de penitencia, con pequeñas mortificaciones, que son de dos tipos: las activas -ésas que buscamos, como florecicas que recogemos a lo largo del día-, y las pasivas, que vienen de fuera y nos cuesta aceptarlas. Luego, Jesucristo va poniendo lo que falta.
- ¡Qué Crucifijo tan estupendo vas a ser, si respondes con generosidad, con alegría, del todo!

404. El Señor, con los brazos abiertos, te pide una constante limosna de amor.

405. Acércate a Jesús muerto por ti, acércate a esa Cruz que se recorta sobre la cumbre del Gólgota...
- Pero acércate con sinceridad, con ese recogimiento interior que es señal de madurez cristiana: para que los sucesos divinos y humanos de la Pasión penetren en tu alma.

406. Hemos de aceptar la mortificación con los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en su Pasión Santa.

407. La mortificación es premisa necesaria para todo apostolado, y para la perfecta ejecución de cada apostolado.

408. El espíritu de penitencia está principalmente en aprovechar esas abundantes pequeñeces -acciones, renuncias, sacrificios, servicios...¡que encontramos cada día en el camino, convirtiéndolas en actos de amor, de contrición, en mortificaciones, y formar así un ramillete al final del día: un hermoso ramo, que ofrecemos a Dios!

409. El mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia en el trabajo comenzado: cuando se hace con ilusión, y cuando resulta cuesta arriba.

410. Somete a la consideración de tu Director espiritual tu plan de mortificaciones, para que él las modere.
-Pero moderarlas no quiere decir siempre disminuirlas, sino también aumentarlas, si lo considera conveniente. -Y, sea lo que sea, acéptalo!

411. Podemos decir, como San Agustín, que las pasiones malas nos tiran de la ropa, para abajo. Al mismo tiempo, notamos dentro del corazón deseos grandes, nobles, limpios, y hay una lucha.
-Si tú, con la gracia del Señor, pones los medios ascéticos: la búsqueda de la presencia de Dios, la mortificación -no te asustes: la penitencia-, irás adelante, tendrás paz, y alcanzarás la victoria.

412. La guarda del corazón. -Así rezaba aquel sacerdote: "Jesús, que mi pobre corazón sea huerto sellado; que mi pobre corazón sea un paraíso, donde vivas Tú; que el Ángel de mi Guarda lo custodie, con espada de fuego, con la que purifique todos los afectos antes de que entren en mí; Jesús, con el divino sello de tu Cruz, sella mi pobre corazón".

413. Vida limpia, con valentía!, cada uno en su estado: hay que saber decir que no, por el gran Amor con mayúscula.

414. Hay un refrán que es muy claro: entre santa y santo, pared de cal y canto.
- -Hemos de guardar el corazón y los sentidos, apartándonos siempre de la ocasión. Es preciso evitar la pasión, por santa que parezca!

415. Dios mío!: encuentro gracia y belleza en todo lo que veo: guardaré la vista a todas horas, por Amor.

416. Tú, cristiano, y por cristiano hijo de Dios, has de sentir la grave responsabilidad de corresponder a las misericordias que has recibido del Señor, con una actitud de vigilante y amorosa firmeza, para que nada ni nadie pueda desdibujar los rasgos peculiares del Amor, que El ha impreso en tu alma.

417. Has llegado a una gran intimidad con este nuestro Dios, que tan cerca está de ti, tan dentro de tu alma..., pero, ¿procuras que aumente, que se haga más honda? ¿Evitas que se metan por medio pequeñeces que puedan enturbiar esa amistad?
- ¡Sé valiente! No te niegues a cortar todo lo que, aunque sea levemente, cause dolor a Quien tanto te ama.

418. La vida de Jesucristo, si le somos fieles, se repite en la de cada uno de nosotros de algún modo, tanto en su proceso interno -en la santificación-, como en la conducta externa.
-Agradécele su bondad.


419. Me parece muy oportuno que con frecuencia manifiestes al Señor un deseo ardiente, grande, de ser santo, aunque te veas lleno de miserias... -Hazlo, precisamente por esto!

420. Tú, que has visto clara tu condición de hijo de Dios, aunque ya no la volvieras a ver ¡no sucederá!-, debes continuar adelante en tu camino, para siempre, por sentido de fidelidad, sin volver la cara atrás.

421. Propósito: ser fiel -heroicamente fiel y sin excusas - al horario, en la vida ordinaria y en la extraordinaria.

422. Habrás pensado alguna vez, con santa envidia, en el Apóstol adolescente, Juan, "quem diligebat Iesus" -al que amaba Jesús.
-¿No te gustaría merecer que te llamaran "el que ama la Voluntad de Dios"? Pon los medios, día a día.

423. Ten esta seguridad: el deseo ¡con obras!¡de conducirte como buen hijo de Dios da juventud, serenidad, alegría y paz permanentes.

424. Si vuelves a abandonarte en las manos de Dios, recibirás, del Espíritu Santo, luces en el entendimiento y vigor en la voluntad.

425. Escucha de labios de Jesús aquella parábola que relata San Juan en su Evangelio: "Ego sum vitis, vos palmites" -Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos.
- Ya tienes en la imaginación, en el entendimiento, la parábola entera. Y ves que un sarmiento separado de la cepa, de la vid, no sirve para nada, no se llenará de fruto, correrá la suerte de un palo seco, que pisarán los hombres o las bestias, o que se echará al fuego...
-Tú eres el sarmiento: deduce todas las consecuencias.

426. Hoy he vuelto a rezar lleno de confianza, con esta petición: Señor, que no nos inquieten nuestras pasadas miserias ya perdonadas, ni tampoco la posibilidad de miserias futuras; que nos abandonemos en tus manos misericordiosas; que te hagamos presentes nuestros deseos de santidad y apostolado, que laten como rescoldos bajo las cenizas de una aparente frialdad...
- -Señor, sé que nos escuchas. Díselo tú también.

427. Al abrir tu alma, sé sincero! y, sin dorar la píldora, que a veces es infantilismo, habla.
- Luego, con docilidad, sigue adelante: serás más santo, más feliz.

428. No busques consuelos fuera de Dios. -Mira lo que escribía aquel sacerdote: nada de desahogar el corazón, sin necesidad, con ningún otro amigo!

429. La santidad se alcanza con el auxilio del Espíritu Santo -que viene a inhabitar en nuestras almas-, mediante la gracia que se nos concede en los sacramentos, y con una lucha ascética constante.
- Hijo mío, no nos hagamos ilusiones: tú y yo -no me cansaré de repetirlo - tendremos que pelear siempre, siempre, hasta el final de nuestra vida. Así amaremos la paz, y daremos la paz, y recibiremos el premio eterno.

430. No te limites a hablar al Paráclito, óyele!;
-En tu oración, considera que la vida de infancia, al hacerte descubrir con hondura que eres hijo de Dios, te llenó de amor filial al Padre; piensa que, antes, has ido por María a Jesús, a quien adoras como amigo, como hermano, como amante suyo que eres...
- Después, al recibir este consejo, has comprendido que, hasta ahora, sabías que el Espíritu Santo habitaba en tu alma, para santificarla..., pero no habías "comprendido" esa verdad de su presencia. Ha sido precisa esa sugerencia: ahora sientes el Amor dentro de ti; y quieres tratarle, ser su amigo, su confidente..., facilitarle el trabajo de pulir, de arrancar, de encender...
- No sabré hacerlo!, pensabas. -Oyele, te insisto. El te dará fuerzas, El lo hará todo, si tú quieres..., que sí quieres! -
- -Rézale: Divino Huésped, Maestro, Luz, Guía, Amor: que sepa agasajarte, y escuchar tus lecciones, y encenderme, y seguirte y amarte.

431. Para acercarte a Dios, para volar hasta Dios, necesitas las alas recias y generosas de la Oración y de la Expiación.

432. Para evitar la rutina en las oraciones vocales, procura recitarlas con el mismo amor con que habla por primera vez el enamorado..., y como si fuera la última ocasión en que pudieras dirigirte al Señor.

433. Si estás orgulloso de ser hijo de Santa María, pregúntate: ¿cuántas manifestaciones de devoción a la Virgen tengo durante la jornada, de la mañana a la noche?

434. Dos razones hay, entre otras, se decía aquel amigo, para que desagravie a mi Madre Inmaculada todos los sábados y vísperas de sus fiestas.
-La segunda es que los domingos y las fiestas de la Virgen (que suelen ser fiestas de pueblos), en vez de dedicarlos las gentes a la oración, los dedican -basta abrir los ojos y ver - a ofender con pecados públicos y crímenes escandalosos a Nuestro Jesús.
- La primera: que los que queremos ser buenos hijos no vivimos, quizá empujados por satanás, con la atención debida esos días dedicados al Señor y a su Madre.
- -Ya te das cuenta de que, por desgracia, siguen muy de actualidad esas razones, para que también nosotros desagraviemos.

435. Siempre he entendido la oración del cristiano como una conversación amorosa con Jesús, que no debe interrumpirse ni aun en los momentos en los que físicamente estamos alejados del Sagrario, porque toda nuestra vida está hecha de coplas de amor humano a lo divino..., y amar podemos siempre.

436. Es tanto el Amor de Dios por sus criaturas, y habría de ser tanta nuestra correspondencia que, al decir la Santa Misa, deberían pararse los relojes.

437. Los sarmientos, unidos a la vid, maduran y dan frutos.
-¿Qué hemos de hacer tú y yo? Estar muy pegados, por medio del Pan y de la Palabra, a Jesucristo, que es nuestra vid..., diciéndole palabras de cariño a lo largo de todo el día. Los enamorados hacen así.

438. Ama mucho al Señor. Custodia en tu alma, y foméntala, esta urgencia de quererle. Ama a Dios, precisamente ahora, cuando quizá bastantes de los que le tienen en sus manos no le quieren, le maltratan y le descuidan.
- Trátame muy bien al Señor, en la Santa Misa y durante la jornada entera!

439. La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios.
- ¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración.

440. La santidad personal no es una entelequia, sino una realidad precisa, divina y humana, que se manifiesta constantemente en hechos diarios de Amor.

441. El espíritu de oración que anima la vida entera de Jesucristo entre los hombres, nos enseña que todas las obras -grandes y pequeñas - han de ir precedidas, acompañadas y seguidas de oración.

442. Contempla y vive la Pasión de Cristo, con El: pon -con frecuencia cotidiana - tus espaldas, cuando le azotan; ofrece tu cabeza a la corona de espinas.
- -En mi tierra dicen: "amor con amor se paga".

443. El que ama no pierde un detalle. Lo he visto en tantas almas: esas pequeñeces son una cosa muy grande: Amor!

444. Ama a Dios por los que no le aman: debes hacer carne de tu carne este espíritu de desagravio y de reparación.

445. Si en algún momento se hace más difícil la lucha interior, será la ocasión buena de mostrar que nuestro Amor es de verdad.

446. Tienes certeza de que fue Dios quien te hizo ver, claramente, que debes volver a las pequeñeces más pueriles de tu antigua vida interior; y perseverar por meses, y hasta por años, en esas menudencias heroicas (la sensibilidad, dormida tantas veces para el bien, no cuenta), con tu voluntad quizá fría, pero decidida a cumplirlas por Amor.

447. Persevera, voluntariamente y con amor -aunque estés seco-, en tu vida de piedad. Y no te importe si te sorprendes contando los minutos o los días que faltan para acabar esa norma de piedad o ese trabajo, con el turbio regocijo que pone, en semejante operación, el chico mal estudiante, que sueña con que se termine el curso; o el quincenario, que espera volver a sus andadas, al abrirle las puertas de la cárcel.
- Persevera –insisto - con eficaz y actual voluntad, sin dejar ni un instante de querer hacer y aprovechar esos medios de piedad.

448. Vive la fe, alegre, pegado a Jesucristo. -Amale de verdad ¡de verdad, de verdad!-, y serás protagonista de la gran Aventura del Amor, porque estarás cada día más enamorado.

449. Dile despacio al Maestro: Señor, sólo quiero servirte! Sólo quiero cumplir mis deberes, y amarte con alma enamorada! Hazme sentir tu paso firme a mi lado. Sé Tú mi único apoyo.
--Díselo despacio..., y díselo de veras!

450. Necesitas vida interior y formación doctrinal. Exígete! -Tú -caballero cristiano, mujer cristiana has de ser sal de la tierra y luz del mundo, porque estás obligado a dar ejemplo con una santa desvergüenza.
-Te ha de urgir la caridad de Cristo y, al sentirte y saberte otro Cristo desde el momento en que le has dicho que le sigues, no te separarás de tus iguales -tus parientes, tus amigos, tus colegas-, lo mismo que no se separa la sal del alimento que condimenta.
- Tu vida interior y tu formación comprenden la piedad y el criterio que ha de tener un hijo de Dios, para sazonarlo todo con su presencia activa.
- Pide al Señor que siempre seas ese buen condimento en la vida de los demás.

451. Los cristianos venimos a recoger, con espíritu de juventud, el tesoro del Evangelio -que siempre es nuevo-, para hacerlo llegar a todos los rincones de la tierra.

452. Necesitas imitar a Jesucristo, y darlo a conocer con tu conducta. No me olvides que Cristo asumió nuestra naturaleza, para introducir a todos los hombres en la vida divina, de modo que -uniéndonos a El - vivamos individual y socialmente los mandatos del Cielo.

453. Tú, por tu condición de cristiano, no puedes vivir de espaldas a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de tus hermanos los hombres.

454. Con cuánta insistencia el Apóstol San Juan predicaba el "mandatum novum"! -" Que os améis los unos a los otros!"
-Me pondría de rodillas, sin hacer comedia -me lo grita el corazón-, para pediros por amor de Dios que os queráis, que os ayudéis, que os deis la mano, que os sepáis perdonar.
-Por lo tanto, a rechazar la soberbia, a ser compasivos, a tener caridad; a prestaros mutuamente el auxilio de la oración y de la amistad sincera.

455. Sólo serás bueno, si sabes ver las cosas buenas y las virtudes de los demás.
- -Por eso, cuando hayas de corregir, hazlo con caridad, en el momento oportuno, sin humillar..., y con ánimo de aprender y de mejorar tú mismo en lo que corrijas.

456. Ama y practica la caridad, sin límites y sin discriminaciones, porque es la virtud que nos caracteriza a los discípulos del Maestro.
-Sin embargo, esa caridad no puede llevarte -dejaría de ser virtud- a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificarla hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios.

457. Has de convivir, has de comprender, has de ser hermano de tus hermanos los hombres, has de poner amor -como dice el místico castellano - donde no hay amor, para sacar amor.

458. La crítica, cuando tengas que hacerla, debe ser positiva, con espíritu de colaboración, constructiva, y nunca a escondidas del interesado.
-Si no, es una traición, una murmuración, una difamación, quizá una calumnia... y, siempre, una falta de hombría de bien.

459. Cuando ves que la gloria de Dios y el bien de la Iglesia exigen que hables, no te calles.
-Piénsalo: ¿quién no sería valiente de cara a Dios, con la eternidad por delante? No hay nada que perder y, en cambio, sí mucho que ganar. Entonces, ¿por qué no te atreves?

460. No somos buenos hermanos de nuestros hermanos los hombres, si no estamos dispuestos a mantener una recta conducta, aunque quienes nos rodeen interpreten mal nuestra actuación, y reaccionen de un modo desagradable.

461. Tu amor y tu servicio a la Iglesia Santa no pueden estar condicionados por la mayor o menor santidad personal de los que la componen, aunque deseemos ardientemente la perfección cristiana en todos.
-Has de amar a la Esposa de Cristo, tu Madre, que está, y estará siempre, limpia y sin mancilla.

462. La labor de nuestra santificación personal repercute en la santidad de tantas almas y en la de la Iglesia de Dios.

463. Persuádete!, si quieres -como Dios te oye, te ama, te promete la gloria-, tú, protegido por la mano omnipotente de tu Padre del Cielo, puedes ser una persona llena de fortaleza, dispuesta a dar testimonio en todas partes de su amable doctrina verdadera.

464. El campo del Señor es fértil y buena su semilla. Por eso, cuando en este mundo nuestro aparece la cizaña, no lo dudes: ha habido falta de correspondencia de los hombres, de los cristianos especialmente, que se han dormido y han dejado el terreno abierto al enemigo.
-No te lamentes, que es estéril; y examina, en cambio, tu conducta.

465. Te hará pensar también a ti este comentario, que me dolió mucho: "veo con claridad la falta de resistencia, o la ineficacia de esa resistencia a las leyes infames, porque hay arriba, abajo, y en medio, muchos, pero muchos!, adocenados".

466. Los enemigos de Dios y de su Iglesia, manejados por el odio imperecedero de satanás, se mueven y se organizan sin tregua.
- Con una constancia "ejemplar", preparan sus cuadros, mantienen escuelas, directivos y agitadores y, con una acción disimulada -pero eficaz-, propagan sus ideas, y llevan -a los hogares y a los lugares de trabajo- su semilla destructora de toda ideología religiosa.
-¿Qué no habremos de hacer los cristianos por servir al Dios nuestro, siempre con la verdad?

467. No confundas la serenidad con la pereza, con el abandono, con el retraso en las decisiones o en el estudio de los asuntos.
- La serenidad se complementa siempre con la diligencia, virtud necesaria para considerar y resolver, sin demora, las cuestiones pendientes.

468. -Hijo: ¿dónde está el Cristo que las almas buscan en ti?: ¿en tu soberbia?, ¿en tus deseos de imponerte a los otros?, ¿en esas pequeñeces de carácter en las que no te quieres vencer?, ¿en esa tozudez?... ¿Está ahí Cristo? ¡ No!!
-De acuerdo: debes tener personalidad, pero la tuya ha de procurar identificarse con Cristo.

469. Te propongo una buena norma de conducta para vivir la fraternidad, el espíritu de servicio: que, cuando faltes, los demás puedan sacar adelante la tarea que llevas entre manos, por la experiencia que generosamente les transmitas, sin hacerte imprescindible.

470. Sobre ti recae -a pesar de tus pasiones- la responsabilidad de la santidad, de la vida cristiana de los demás, de la eficacia de los otros.
- Tú no eres una pieza aislada. Si te paras, a cuántos puedes detener o perjudicar!

471. Piensa en tu Madre la Iglesia Santa, y considera que, si un miembro se resiente, todo el cuerpo se resiente. -Tu cuerpo necesita de cada uno de los miembros, pero cada uno de los miembros necesita del cuerpo entero. ¡Ay, si mi mano dejara de cumplir su deber..., o si dejara de latir el corazón!

472. Lo has visto con claridad: mientras tanta gente no le conoce, Dios se ha fijado en ti. Quiere que seas fundamento, sillar, en el que se apoye la vida de la Iglesia.
- Medita esta realidad, y sacarás muchas consecuencias prácticas para tu conducta ordinaria: el fundamento, el sillar -quizá sin brillar, oculto- ha de ser sólido, sin fragilidades; tiene que servir de base para el sostenimiento del edificio...; si no, se queda aislado.

473. Como te sientes fundamento escogido por Dios para corredimir -no te olvides de que eres... miseria y miseria-, tu humildad te ha de llevar a colocarte debajo de los pies -al servicio- de todos. -Así están los cimientos de los edificios.
- Pero el fundamento ha de tener fortaleza, que es virtud indispensable en quien ha de sostener o empujar a otros.
-Jesús -díselo con fuerza-, que nunca, por falsa humildad, deje de practicar la virtud cardinal de la fortaleza. Dame, Dios mío, que discierna el oro de la escoria.

474. Madre nuestra, nuestra Esperanza!, qué seguros estamos, pegaditos a Ti, aunque todo se bambolee!


RESURGIR

475. Sientes la necesidad de convertirte: El te pide más... y tú cada día le das menos!

476. Realmente, a cada uno de nosotros, como a Lázaro, fue un "veni foras" -sal fuera, lo que nos puso en movimiento.
- ¡Qué pena dan quienes aún están muertos, y no conocen el poder de la misericordia de Dios!
-Renueva tu alegría santa porque, frente al hombre que se desintegra sin Cristo, se alza el hombre que ha resucitado con El.

477. Los afectos de la tierra, incluso cuando no son concupiscencia sucia y seca, envuelven de ordinario algún egoísmo.
- Por eso, sin despreciar esos afectos -que pueden ser muy santos-, rectifica siempre la intención.

478. No busques que te compadezcan: muchas veces es señal de orgullo o de vanidad.

479. Cuando hables de las virtudes teologales, de la fe, de la esperanza, del amor, piensa que, antes que para teorizar, son virtudes para vivir.

480. ¿Hay algo en tu vida que no responde a tu condición de cristiano y que te lleve a no querer purificarte?
-Examínate y cambia.

481. Mira tu conducta con detenimiento. Verás que estás lleno de errores, que te hacen daño a ti y quizá también a los que te rodean.
-Recuerda, hijo, que no son menos importantes los microbios que las fieras. Y tú cultivas esos errores, esas equivocaciones -como se cultivan los microbios en el laboratorio-, con tu falta de humildad, con tu falta de oración, con tu falta de cumplimiento del deber, con tu falta de propio conocimiento... Y, después, esos focos infectan el ambiente.
-Necesitas un buen examen de conciencia diario, que te lleve a propósitos concretos de mejora, porque sientas verdadero dolor de tus faltas, de tus omisiones y pecados.

482. Dios Omnipotente, Todopoderoso, Sapientísimo, tenía que escoger a su Madre.
- ¿Tú, qué habrías hecho, si hubieras tenido que escogerla? Pienso que tú y yo habríamos escogido la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Dios. Por tanto, después de la Santísima Trinidad, está María.
--Los teólogos establecen un razonamiento lógico de ese cúmulo de gracias, de ese no poder estar sujeta a satanás: convenía, Dios lo podía hacer, luego lo hizo. Es la gran prueba. La prueba más clara de que Dios rodeó a su Madre de todos los privilegios, desde el primer instante. Y así es: hermosa, y pura, y limpia en alma y cuerpo!

483. ¿Esperas la victoria, el fin de la pelea..., y no llega?
- -Da gracias al Señor, como si ya hubieras alcanzado esa meta, y ofrécele tus impaciencias: "vir fidelis loquetur victoriam" -la persona fiel cantará la alegría de la victoria.

484. Hay momentos en que -privado de aquella unión con el Señor, que te daba continua oración, aun durmiendo- parece que forcejeas con la Voluntad de Dios.
-Es flaqueza, bien lo sabes: ama la Cruz; la falta de tantas cosas que todo el mundo juzga necesarias; los obstáculos para emprender o... seguir el camino; tu pequeñez misma y tu miseria espiritual.
-Ofrece -con querer eficaz- lo tuyo y lo de los tuyos: humanamente visto, no es poco; con luces sobrenaturales, es nada.

485. En ocasiones, alguno me ha dicho: Padre, si yo me encuentro cansado y frío; si, cuando rezo o cumplo otra norma de piedad, me parece que estoy haciendo una comedia...
- A ese amigo, y a ti -si te encuentras en la misma situación-, os contesto: ¿una comedia? ¡Gran cosa, hijo mío! Haz la comedia! El Señor es tu espectador!: el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo; la Trinidad Beatísima nos estará contemplando, en aquellos momentos en los que "hacemos la comedia".
-Actuar así delante de Dios, por amor, por agradarle, cuando se vive a contrapelo, qué bonito! Ser juglar de Dios! Qué estupenda es esa recitación llevada a cabo por Amor, con sacrificio, sin ninguna satisfacción personal, por dar gusto a nuestro Señor!
-Esto sí que es vivir de Amor.

486. Un corazón que ama desordenadamente las cosas de la tierra está como sujeto por una cadena, o por un "hilillo sutil", que le impide volar a Dios.

487. "Vigilad y orad, para que no caigáis en la tentación...": es impresionante la experiencia de cómo puede abandonarse un quehacer divino, por un engaño pasajero!

488. El apóstol tibio, ése es el gran enemigo de las almas.

489. Prueba evidente de tibieza es la falta de "tozudez" sobrenatural, de fortaleza para perseverar en el trabajo, para no parar hasta poner la "última piedra".

490. Hay corazones duros, pero nobles, que -al acercarse al calor del Corazón de Jesucristo- se derriten como el bronce en lágrimas de amor, de desagravio. Se encienden!
- En cambio, los tibios tienen el corazón de barro, de carne miserable... y se resquebrajan. Son polvo. Dan pena.
- Di conmigo: Jesús nuestro, lejos de nosotros la tibieza! Tibios, no!

491. Toda la bondad, toda la hermosura, toda la majestad, toda la belleza, toda la gracia adornan a nuestra Madre. -¿No te enamora tener una Madre así?

492. Somos enamorados del Amor. Por eso, el Señor no nos quiere secos, tiesos, como una cosa sin vida: nos quiere impregnados de su cariño!

493. Mira si entiendes esta aparente contradicción. -Al cumplir los treinta años, escribió aquel hombre en su diario: "ya no soy joven". -Y, superados los cuarenta, volvió a anotar: "permaneceré joven hasta que llegue a octogenario: si muero antes, creeré que me he malogrado".
- -Andaba siempre, a pesar de los años, con la juventud madura del Amor.

494. Cómo entiendo la pregunta que se formulaba aquella alma enamorada de Dios: ¿ha habido algún mohín de disgusto, ha habido algo en mí que te pueda a Ti, Señor, Amor mío, doler?
- -Pide a tu Padre Dios que nos conceda esa exigencia constante de amor.

495. ¿Has visto con qué cariño, con qué confianza trataban sus amigos a Cristo? Con toda naturalidad le echan en cara las hermanas de Lázaro su ausencia: te hemos avisado! Si Tú hubieras estado aquí!...
-Confíale despacio: enséñame a tratarte con aquel amor de amistad de Marta, de María y de Lázaro; como te trataban también los primeros Doce, aunque al principio te seguían quizá por motivos no muy sobrenaturales.

496. Cómo me gusta contemplar a Juan, que reclina su cabeza sobre el pecho de Cristo! -Es como rendir amorosamente la inteligencia, aunque cueste, para encenderla en el fuego del Corazón de Jesús.

497. Dios me ama... Y el Apóstol Juan escribe: "amemos, pues, a Dios, ya que Dios nos amó primero". -Por si fuera poco, Jesús se dirige a cada uno de nosotros, a pesar de nuestras innegables miserias, para preguntarnos como a Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?"...
-Es la hora de responder: " Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo!", añadiendo con humildad: ayúdame a amarte más, auméntame el amor!

498. "Obras son amores y no buenas razones". Obras, obras! -Propósito: seguiré diciéndote muchas veces que te amo ¡cuántas te lo he repetido hoy!-; pero, con tu gracia, será sobre todo mi conducta, serán las pequeñeces de cada día -con elocuencia muda- las que clamen delante de Ti, mostrándote mi Amor.

499. No sabemos los hombres tener con Jesús las suaves delicadezas que unos pobres toscos, pero cristianos, tienen diariamente con una infeliz criaturilla -su mujer, su hijo, su amigo-, pobre también como ellos.
-Esta realidad nos debería servir de revulsivo.

500. Es tan atrayente y tan sugestivo el Amor de Dios, que su crecimiento en la vida de un cristiano no tiene límites.

501. No puedes comportarte como un niño revoltoso o como un loco.
- -Has de ser persona recia, hijo de Dios; sereno en tu trabajo profesional y en tu vida de relación, con una presencia del Señor que te haga estar con perfección, hasta en los más pequeños detalles.

502. Si se hace justicia a secas, es posible que la gente se quede herida.
-Por lo tanto, muévete siempre por amor a Dios, que a esa justicia añadirá el bálsamo del amor al prójimo; y que purifica y limpia el amor terreno.
- Cuando está Dios por medio, todo se sobrenaturaliza.

503. Ama apasionadamente al Señor. Amale con locura!, porque si hay amor ¡entonces!¡me atrevo a afirmar que ni siquiera se precisan los propósitos. Mis padres -piensa en los tuyos- no necesitaban hacer propósito de quererme, y qué derroche de detalles cotidianos de cariño tenían conmigo!
- Con ese corazón humano, podemos y debemos amar a Dios.

504. El amor es sacrificio; y el sacrificio, por Amor, goce.

505. Contéstate: ¿cuántas veces al día te pide tu voluntad que pongas el corazón en Dios, para entregarle tus afectos y tus obras?
- Buena medida para comprobar la intensidad y la calidad de tu amor.

506. Convéncete, hijo, de que Dios tiene derecho a decirnos: ¿piensas en Mí?, ¿tienes presencia mía?, ¿me buscas como apoyo tuyo?, ¿me buscas como Luz de tu vida, como coraza..., como todo?
-Por tanto, reafírmate en este propósito: en las horas que la gente de la tierra califica de buenas, clamaré: Señor! En las horas que llama malas, repetiré: Señor!

507. No me pierdas jamás el sentido de lo sobrenatural. Aunque veas con toda su crudeza tus propias miserias, tus malas inclinaciones -el barro de que estás hecho-, Dios cuenta contigo.

508. Vive, como los demás que te rodean, con naturalidad, pero sobrenaturalizando cada instante de la jornada.

509. Se requiere un corazón limpio, celo por las cosas de Dios y amor a las almas, sin prejuicios, para poder juzgar con rectitud de intención.
- ¡Piénsalo!

510. Oí hablar a unos conocidos de sus aparatos de radio. Casi sin darme cuenta, llevé el asunto al terreno espiritual: tenemos mucha toma de tierra, demasiada, y hemos olvidado la antena de la vida interior...
- -Esta es la causa de que sean tan pocas las almas que mantienen trato con Dios: ojalá nunca nos falte la antena de lo sobrenatural.

511. ¿Minucias y nimiedades a las que nada debo, de las que nada espero, ocupan mi atención más que mi Dios? ¿Con quién estoy, cuando no estoy con Dios?

512. Dile: Señor, nada quiero mas que lo que Tú quieras. Aun lo que en estos días vengo pidiéndote, si me aparta un milímetro de la Voluntad tuya, no me lo des.

513. El secreto de la eficacia radica en que seas piadoso, sinceramente piadoso: así toda tu jornada transcurrirá con El.

514. Propósito: "frecuentar", a ser posible sin interrupción, la amistad y trato amoroso y dócil con el Espíritu Santo. -"Veni, Sancte Spiritus...!" ¡Ven, Espíritu Santo, a morar en mi alma!

515. Repite de todo corazón y siempre con más amor, más aún cuando estés cerca del Sagrario o tengas al Señor dentro de tu pecho: "non est qui se abscondat a calore eius" -que no te rehúya, que el fuego de tu Espíritu me llene.

516. "Ure igne Sancti Spiritus!" ¡quémame con el fuego de tu Espíritu!, clamas. Y añades: es necesario que cuanto antes empiece de nuevo mi pobre alma el vuelo..., y que no deje de volar hasta descansar en El!
-Me parecen muy bien tus deseos. Mucho voy a encomendarte al Paráclito; de continuo le invocaré, para que se asiente en el centro de tu ser y presida y dé tono sobrenatural a todas tus acciones, palabras, pensamientos y afanes.

517. Al celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, suplicaste al Señor, con todas las veras de tu alma, que te concediera su gracia para "exaltar" la Cruz Santa en tus potencias y en tus sentidos... Una vida nueva! Un resello: para dar firmeza a la autenticidad de tu embajada..., todo tu ser en la Cruz!
--Veremos, veremos.

518. La mortificación ha de ser continua, como el latir del corazón: así tendremos señorío sobre nosotros mismos, y viviremos con los demás la caridad de Jesucristo.

519. Amar la Cruz es saberse fastidiar gustosamente por amor de Cristo, aunque cueste y porque cuesta...: no te falta la experiencia de que resulta compatible.

520. La alegría cristiana no es fisiológica: su fundamento es sobrenatural, y está por encima de la enfermedad y de la contradicción.
-Alegría no es alborozo de cascabeles o de baile popular.
- La verdadera alegría es algo más íntimo: algo que nos hace estar serenos, rebosantes de gozo, aunque a veces el rostro permanezca severo.

521. Te escribía: aunque comprendo que es un modo normal de decir, siento desagrado cuando oigo llamar cruces a las contradicciones nacidas de la soberbia de la persona. Estas cargas no son la Cruz, la verdadera Cruz, porque no son la Cruz de Cristo.
- Lucha, pues, contra esas adversidades inventadas, que nada tienen que ver con el resello de Cristo: despréndete de todos los disfraces del propio yo!

522. Aun en las jornadas en las que parece que se pierde el tiempo, a través de la prosa de los mil pequeños detalles, diarios, hay poesía más que bastante para sentirse en la Cruz: en una Cruz sin espectáculo.

523. No pongas el corazón en nada caduco: imita a Cristo, que se hizo pobre por nosotros, y no tenía dónde reclinar su cabeza.
-Pídele que te conceda, en medio del mundo, un efectivo desasimiento, sin atenuantes.

524. Un signo claro de desprendimiento es no considerar -de verdad- cosa alguna como propia.

525. El que vive sinceramente la fe, sabe que los bienes temporales son medios, y los usa con generosidad, de modo heroico.

526. Cristo resucitado, glorioso, se ha despojado de todo lo terreno, para que sus hermanos los hombres pensemos de qué hemos de despojarnos.

527. Hay que amar a la Santísima Virgen: nunca la amaremos bastante!
- ¡Quiérela mucho! -Que no te baste colocar imágenes suyas, y saludarlas, y decir jaculatorias, sino que sepas ofrecer -en tu vida llena de reciedumbre- algún pequeño sacrificio cada día, para manifestarle tu amor, y el que queremos que le profese la humanidad entera.

528. Esta es la verdad del cristiano: entrega y amor -amor a Dios y, por El, al prójimo-, fundamentados en el sacrificio.

529. Jesús, en tus brazos confiadamente me pongo, escondida mi cabeza en tu pecho amoroso, pegado mi corazón a tu Corazón: quiero, en todo, lo que Tú quieras.

530. Hoy, cuando el ambiente está lleno de desobediencia, de murmuración, de trapisonda, de enredo, hemos de amar más que nunca la obediencia, la sinceridad, la lealtad, la sencillez: y todo, con sentido sobrenatural, que nos hará más humanos.

531. Me dices que sí, que estás firmemente decidido a seguir a Cristo.
- ¡Pues has de ir al paso de Dios; no al tuyo!

532. ¿Que cuál es el fundamento de nuestra fidelidad? -Te diría, a grandes rasgos, que se basa en el amor de Dios, que hace vencer todos los obstáculos: el egoísmo, la soberbia, el cansancio, la impaciencia...
-Un hombre que ama se pisotea a sí mismo; le consta que, aun amando con toda su alma, todavía no sabe amar bastante.

533. Me decían -y lo copio, porque es muy hermoso- que hablaba así una monjica aragonesa, agradecida a la bondad paternal de Dios: " Qué agudo es: está en todo".

534. Tú -como todos los hijos de Dios- necesitas también de la oración personal: de esa intimidad, de ese trato directo con Nuestro Señor -diálogo de dos, cara a cara-, sin esconderte en el anonimato.

535. La primera condición de la oración es la perseverancia; la segunda, la humildad.
- -Sé santamente tozudo, con confianza. Piensa que el Señor, cuando le pedimos algo importante, quizá quiere la súplica de muchos años. Insiste!..., pero insiste siempre con más confianza.

536. Persevera en la oración, como aconseja el Maestro. Este punto de partida será el origen de tu paz, de tu alegría, de tu serenidad y, por tanto, de tu eficacia sobrenatural y humana.

537. En un lugar donde se hablaba y se oía música, surgió la oración en tu alma, con un consuelo inexplicable. Terminaste diciendo: Jesús, no quiero el consuelo, te quiero a Ti.

538. Tu vida ha de ser oración constante, diálogo continuo con el Señor: ante lo agradable y lo desagradable, ante lo fácil y lo difícil, ante lo ordinario y lo extraordinario...
- En todas las ocasiones, ha de venir a tu cabeza, enseguida, la charla con tu Padre Dios, buscándole en el centro de tu alma.

539. Recogerse en oración, en meditación, es tan fácil...! Jesús no nos hace esperar, no impone antesalas: es El quien aguarda.
- Basta con que digas: Señor, quiero hacer oración, quiero tratarte!, y ya estás en la presencia de Dios, hablando con El.
- Por si fuera poco, no te cercena el tiempo: lo deja a tu gusto. Y esto, no durante diez minutos o un cuarto de hora. No!, horas, el día entero! Y El es quien es: el Omnipotente, el Sapientísimo.

540. En la vida interior, como en el amor humano, es preciso ser perseverante.
- Sí, has de meditar muchas veces los mismos argumentos, insistiendo hasta descubrir un nuevo Mediterráneo.
-¿Y cómo no habré visto antes esto así de claro?, te preguntarás sorprendido. -Sencillamente, porque a veces somos como las piedras, que dejan resbalar el agua, sin absorber ni una gota.
-Por eso, es necesario volver a discurrir sobre lo mismo, que no es lo mismo!, para empaparnos de las bendiciones de Dios.

541. En el Santo Sacrificio del altar, el sacerdote toma el Cuerpo de nuestro Dios y el Cáliz con su Sangre, y los levanta sobre todas las cosas de la tierra, diciendo: "Per Ipsum, et cum Ipso, et in Ipso" ¡por mi Amor!, con mi Amor!, en mi Amor!
- Unete a ese gesto. Más: incorpora esa realidad a tu vida.

542. Cuenta el Evangelista que Jesús, después de haber obrado el milagro, cuando quieren coronarle rey, se esconde.
- -Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre junto a Ti, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos.

543. Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Y para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María.

544. No tiene fe "viva" el que no tiene entrega actual a Jesucristo.

545. Todo cristiano debe buscar y tratar a Cristo, para poder amarle siempre más. -Pasa como con el noviazgo: el trato es necesario, porque, si dos personas no se tratan, no pueden llegar a quererse. Y nuestra vida es de Amor.

546. Deténte a considerar la ira santa del Maestro, cuando ve que, en el Templo de Jerusalén, maltratan las cosas de su Padre.
- ¡Qué lección, para que nunca te quedes indiferente, ni seas cobarde, cuando no tratan respetuosamente lo que es de Dios!

547. Enamórate de la Santísima Humanidad de Jesucristo.
-- -¿No te da alegría que haya querido ser como nosotros? Agradece a Jesús este colmo de bondad!

548. Ha llegado el Adviento. Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!, por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! -"Ecce veniet!" ¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia.

549. Navidad. -Cantan: "venite, venite..." -Vayamos, que El ya ha nacido.
- Y, después de contemplar cómo María y José cuidan del Niño, me atrevo a sugerirte: mírale de nuevo, mírale sin descanso.

550. Aunque nos pese -y pido a Dios que nos aumente este dolor-, tú y yo no somos ajenos a la muerte de Cristo, porque los pecados de los hombres fueron los martillazos, que le cosieron con clavos al madero.

551. San José: no se puede amar a Jesús y a María sin amar al Santo Patriarca.

552. Mira cuántos motivos para venerar a San José y para aprender de su vida: fue un varón fuerte en la fe...; sacó adelante a su familia -a Jesús y a María-, con su trabajo esforzado...; guardó la pureza de la Virgen, que era su Esposa...; y respetó ¡amó!¡la libertad de Dios, que hizo la elección, no sólo de la Virgen como Madre, sino también de él como Esposo de Santa María.

553. San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos, y lavarle y abrazarle: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros Cristos.
- Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos -ocultos y luminosos-, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener de continuo una eficacia espiritual extraordinaria.

554. Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más le ha amado, después de nuestra Madre.
-Se merece tu cariño, y te conviene tratarle, porque es Maestro de vida interior, y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios.

555. La Virgen. ¿Quién puede ser mejor Maestra de amor a Dios que esta Reina, que esta Señora, que esta Madre, que tiene la relación más íntima con la Trinidad: Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo, y que es a la vez Madre nuestra?
-Acude personalmente a su intercesión.

556. Llegarás a ser santo si tienes caridad, si sabes hacer las cosas que agraden a los demás y que no sean ofensa a Dios, aunque a ti te cuesten.

557. San Pablo nos da una receta de caridad fina: "alter alterius onera portate et sic adimplebitis legem Christi" -llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo.
-¿Se cumple en tu vida?

558. Jesús Señor Nuestro amó tanto a los hombres, que se encarnó, tomó nuestra naturaleza y vivió en contacto diario con pobres y ricos, con justos y pecadores, con jóvenes y viejos, con gentiles y judíos.
- Dialogó constantemente con todos: con los que le querían bien, y con los que sólo buscaban el modo de retorcer sus palabras, para condenarle.
- -Procura tú comportarte como el Señor.

559. El amor a las almas, por Dios, nos hace querer a todos, comprender, disculpar, perdonar...
- Debemos tener un amor que cubra la multitud de las deficiencias de las miserias humanas. Debemos tener una caridad maravillosa, "veritatem facientes in caritate", defendiendo la verdad, sin herir.

560. Cuando te hablo del "buen ejemplo", quiero indicarte también que has de comprender y disculpar, que has de llenar el mundo de paz y de amor.

561. Pregúntate con frecuencia: ¿me esmero para afinar en la caridad, con quienes conviven conmigo?

562. Al predicar que hay que hacerse alfombra en donde los demás pisen blando, no pretendo decir una frase bonita: ha de ser una realidad!
-Es difícil, como es difícil la santidad; pero es fácil, porque –insisto- la santidad es asequible a todos.

563. En medio de tanto egoísmo, de tanta indiferencia ¡cada uno a lo suyo!-, recuerdo aquellos borriquitos de madera, fuertes, robustos, trotando sobre una mesa... -Uno perdió una pata. Pero seguía adelante, porque se apoyaba en los otros.

564. Los católicos -al defender y mantener la verdad, sin transigencias- hemos de esforzarnos en crear un clima de caridad, de convivencia, que ahogue todos los odios y rencores.

565. En un cristiano, en un hijo de Dios, amistad y caridad forman una sola cosa: luz divina que da calor.

566. La práctica de la corrección fraterna -que tiene entraña evangélica- es una prueba de sobrenatural cariño y de confianza.
- Agradécela cuando la recibas, y no dejes de practicarla con quienes convives.

567. Al corregir, porque resulta necesario y se quiere cumplir con el deber, hay que contar con el dolor ajeno y con el dolor propio.
- Pero que esa realidad no te sirva nunca de excusa, para inhibirte.

568. Ponte muy cerca de tu Madre la Virgen. -Tú debes estar siempre unido a Dios: busca la unión con El, junto a su Madre bendita.

569. Oyeme bien: estar en el mundo y ser del mundo no quiere decir ser mundanos.

570. Tú has de comportarte como una brasa encendida, que pega fuego donde quiera que esté; o, por lo menos, procura elevar la temperatura espiritual de los que te rodean, llevándoles a vivir una intensa vida cristiana.

571. Dios quiere que sus obras, confiadas a los hombres, salgan adelante a base de oración y de mortificación.

572. El fundamento de toda nuestra actividad como ciudadanos -como ciudadanos católicos- está en una intensa vida interior: en ser, eficaz y realmente, hombres y mujeres que hacen de su jornada un diálogo ininterrumpido con Dios.

573. Cuando estés con una persona, has de ver un alma: un alma a la que hay que ayudar, a la que hay que comprender, con la que hay que convivir y a la que hay que salvar.

574. Te empeñas en andar solo, haciendo tu propia voluntad, guiado exclusivamente por tu propio juicio... y, ya lo ves!, el fruto se llama "infecundidad".
- Hijo, si no rindes tu juicio, si eres soberbio, si te dedicas a "tu" apostolado, trabajarás toda la noche ¡toda tu vida será una noche!-, y al final amanecerás con las redes vacías.

575. Pensar en la Muerte de Cristo se traduce en una invitación a situarnos ante nuestro quehacer cotidiano, con absoluta sinceridad, y a tomarnos en serio la fe que profesamos.
- Ha de ser una ocasión de ahondar en la hondura del Amor de Dios, para poder así -con la palabra y con las obras- mostrarlo a los hombres.

576. Procura que en tu boca de cristiano -que eso eres y has de ser a toda hora- esté la "imperiosa" palabra sobrenatural que mueva, que incite, que sea la expresión de tu disposición vital comprometida.

577. Se esconde una gran comodidad -y a veces una gran falta de responsabilidad- en quienes, constituidos en autoridad, huyen del dolor de corregir, con la excusa de evitar el sufrimiento a otros.
- Se ahorran quizá disgustos en esta vida..., pero ponen en juego la felicidad eterna -suya y de los otros- por sus omisiones, que son verdaderos pecados.

578. El santo, para la vida de tantos, es "incómodo". Pero eso no significa que haya de ser insoportable.
-Su celo nunca debe ser amargo; su corrección nunca debe ser hiriente; su ejemplo nunca debe ser una bofetada moral, arrogante, en la cara del prójimo.

579. Aquel joven sacerdote solía dirigirse a Jesús, con las palabras de los Apóstoles: "edissere nobis parabolam" -explícanos la parábola. Y añadía: Maestro, mete en nuestras almas la claridad de tu doctrina, para que nunca falte en nuestras vidas y en nuestras obras..., y para que la podamos dar a los demás.
--Díselo tú también al Señor.

580. Ten siempre el valor, que es humildad y servicio de Dios, de presentar las verdades de la fe tal como son, sin cesiones ni ambiguedades.

581. No cabe otra disposición en un católico: defender "siempre" la autoridad del Papa; y estar "siempre" dócilmente decidido a rectificar la opinión, ante el Magisterio de la Iglesia.

582. Hace mucho tiempo una persona, indiscretamente, me preguntó si los que seguimos la carrera sacerdotal tenemos retiro, jubilación, al llegar a viejos... Como no le contestara, insistió el importuno.
-Entonces se me ocurrió la respuesta que, a mi juicio, no tiene vuelta de hoja: el sacerdocio -le dije- no es una carrera, es un apostolado!
-Así lo siento. Y quise ponerlo en estas notas, para que -con la ayuda del Señor- jamás se nos olvide la diferencia.

583. Tener espíritu católico implica que ha de pesar sobre nuestros hombros la preocupación por toda la Iglesia, no sólo de esta parcela concreta o de aquella otra; y exige que nuestra oración se extienda de norte a sur, de este a oeste, con generosa petición.
- Entenderás así la exclamación -la jaculatoria- de aquel amigo, ante el desamor de tantos hacia nuestra Santa Madre: me duele la Iglesia!

584. "Carga sobre mí la solicitud por todas las iglesias", escribía San Pablo; y este suspiro del Apóstol recuerda a todos los cristianos ¡también a ti!¡la responsabilidad de poner a los pies de la Esposa de Jesucristo, de la Iglesia Santa, lo que somos y lo que podemos, amándola fidelísimamente, aun a costa de la hacienda, de la honra y de la vida.

585. No te asustes -y, en la medida que puedas, reacciona- ante esa conjuración del silencio, con que quieren amordazar a la Iglesia. Unos no dejan que se oiga su voz; otros no permiten que se contemple el ejemplo de los que la predican con las obras; otros borran toda huella de buena doctrina..., y tantas mayorías no la soportan.
- No te asustes, repito, pero no te canses de hacer de altavoz a las enseñanzas del Magisterio.

586. Hazte cada día más "romano", ama esa condición bendita, que adorna a los hijos de la única y verdadera Iglesia, puesto que así lo ha querido Jesucristo.

587. La devoción a la Virgen, en las almas cristianas, despierta el impulso sobrenatural para obrar como "domestici Dei" -como miembros de la familia de Dios.


VICTORIA

588. Imita a la Virgen Santa: sólo el reconocimiento cabal de nuestra nada puede hacernos preciosos a los ojos del Creador.

589. Estoy persuadido de que Juan, el Apóstol joven, permanece al lado de Cristo en la Cruz, porque la Madre lo arrastra: tanto puede el Amor de Nuestra Señora!

590. No alcanzaremos jamás la auténtica alegría sobrenatural y humana, el "verdadero" buen humor, si no imitamos "de verdad" a Jesús; si no somos, como El, humildes.

591. Darse sinceramente a los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría.

592. La humillación, el anonadamiento, el esconderse y desaparecer, deben ser totales, absolutos.

593. Humildad sincera: ¿qué le podrá perturbar a quien tiene por deleite las injurias, pues sabe que no merece otro trato?

594. Jesús mío: lo mío es lo tuyo, porque lo tuyo es mío y lo mío lo abandono en Ti.

595. ¿Eres capaz de pasar por esas humillaciones, que te pide Dios, en cosas que no tienen importancia, que no obscurecen la verdad? -¿No?: entonces no amas la virtud de la humildad!

596. La soberbia entorpece la caridad. -Pide a diario al Señor -para ti y para todos- la virtud de la humildad, porque con los años la soberbia aumenta, si no se corrige a tiempo.

597. ¿Puede darse algo más antipático que un niño haciéndose el hombre? ¿Qué simpatía delante de su Dios tendrá un pobre hombre -un niño-, haciéndose el grande, hinchado por la soberbia, convencido de su valor, confiando sólo en sí mismo?

598. Ciertamente tú puedes condenarte. Bien convencido estás, pues en tu corazón se encuentran gérmenes de todas las maldades.
- Pero si te haces niño delante de Dios, esta circunstancia te llevará a unirte a tu Padre-Dios y a tu Madre Santa María. Y San José y tu Ángel no te desampararán, al verte niño.
-Ten fe, haz cuanto puedas, penitencia y Amor!, y lo que falte lo pondrán Ellos.

599. Cuánto cuesta vivir la humildad!, porque -afirma la sabiduría popular cristiana¡"la soberbia muere veinticuatro horas después de haber muerto la persona".
-Por lo tanto, cuando -en contra de lo que te dice quien ha recibido gracia especial de Dios, para orientar tu alma- piensas que tú tienes razón, convéncete de que no "tienes razón ninguna".

600. Servir y dar formación a los niños; atender con cariño a los enfermos.
- Para hacerse entender de las almas sencillas, hay que humillar la inteligencia; para comprender a los pobres enfermos, hay que humillar el corazón. Y así, de rodillas el entendimiento y la carne, es fácil llegar a Jesús, por el camino seguro de la miseria humana, de la miseria propia, que lleva a anonadarse, para dejar a Dios que construya sobre nuestra nada.

601. Propósito: no habiendo verdadera necesidad, nunca hablaré de mis cosas personales.

602. Agradece a Jesús la seguridad que te da! Porque no es tozudez: es luz de Dios, que te hace encontrarte firme, como sobre roca, cuando otros, a quienes toca hacer un triste papel -siendo tan buenos-, parecen hundirse en la arena..., faltos del fundamento de la fe. *
- Pide al Señor que las exigencias de la virtud de la fe se cumplan en tu vida y en la de todos.

603. Si yo fuera de otro modo, si dominara más mi genio, si te fuera más fiel, Señor, de qué admirable manera ibas a ayudarnos!604. Las ansias de reparación, que pone tu Padre Dios en tu alma, se verán satisfechas, si unes tu pobre expiación personal a los méritos infinitos de Jesús.
-- -Rectifica la intención, ama el dolor en El, con El y por El.

605. No sabes si has progresado, ni cuánto... -¿De qué te serviría ese cálculo?...
-Lo importante es que perseveres, que tu corazón arda en fuego, que veas más luz y más horizonte...: que te afanes por nuestras intenciones, que las presientas -aunque no las conozcas-, y que por todas reces.

606. Dile: no veo, Jesús, ni una flor lozana en mi jardín: todas tienen manchas..., parece que todas han perdido su color y su aroma. Pobre de mí! La boca en el estiércol, en el suelo: así. Este es mi lugar propio.
-De este modo -humillándote-, El vencerá en ti, y alcanzarás la victoria.

607. Te entendí bien, cuando concluías: decididamente casi no llego a borrico..., al borrico que fue el trono de Jesús para entrar en Jerusalén: me quedo formando parte del montoncillo vil de trapos sucios, que desprecia el trapero más pobre.
- Pero te comenté: sin embargo, el Señor te ha elegido y quiere que seas instrumento suyo. Por eso, el hecho –real- de verte tan miserable, ha de convertirse en una razón más, para agradecer a Dios su llamada.

608. El canto humilde y gozoso de María, en el "Magnificat", nos recuerda la infinita generosidad del Señor con quienes se hacen como niños, con quienes se abajan y sinceramente se saben nada.

609. Es muy grato a Dios el reconocimiento a su bondad que supone recitar un "Te Deum" de acción de gracias, siempre que acontece un suceso algo extraordinario, sin dar peso a que sea -como lo llama el mundo- favorable o adverso: porque viniendo de sus manos de Padre, aunque el golpe del cincel hiera la carne, es también una prueba de Amor, que quita nuestras aristas para acercarnos a la perfección.

610. Los hombres, cuando quieren realizar algún trabajo, procuran usar los medios apropiados.
- Si yo hubiera vivido hace siglos, hubiese empleado una pluma de ave para escribir; ahora utilizo una pluma estilográfica.
- Dios, en cambio, cuando desea llevar a cabo alguna obra, elige medios desproporcionados, para que se note ¡cuántas veces me lo habrás oído!¡que la obra es suya.
- Por eso, tú y yo, que conocemos el peso enorme de nuestras miserias, debemos decirle al Señor: aunque sea miserable, no dejo de comprender que soy instrumento divino en tus manos.

611. Dedicaremos todos los afanes de nuestra vida -grandes y pequeños-a la honra de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.
--Recuerdo con emoción el trabajo de aquellos universitarios brillantes -dos ingenieros y dos arquitectos-, ocupados gustosamente en la instalación material de una residencia de estudiantes. En cuanto colocaron el encerado en una clase, lo primero que escribieron los cuatro artistas fue: "Deo omnis gloria!" -toda la gloria para Dios.
-Ya sé que te encantó, Jesús.

612. En cualquier lugar donde te halles, acuérdate de que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir, y convéncete de que quien quiera seguirle no ha de pretender otra línea de conducta.

613. Dios tiene sobre nosotros, hijos suyos, un derecho especial: el derecho a que correspondamos a su amor, a pesar de nuestros errores personales. -Este convencimiento, al mismo tiempo que nos impone una responsabilidad, de la que no podemos escapar, nos da seguridad plena: somos instrumentos en las manos de Dios, con los que El cuenta diariamente y, por eso, diariamente, nos esforzamos en servirle.

614. El Señor espera que los instrumentos hagan lo posible para estar bien dispuestos: y tú has de procurar que nunca falte esa buena disposición tuya.

615. Yo entiendo que cada Avemaría, cada saludo a la Virgen, es un nuevo latido de un corazón enamorado.

616. Nuestra vida -la de los cristianos- ha de ser así de vulgar: procurar hacer bien, todos los días, las mismas cosas que tenemos obligación de vivir; realizar en el mundo nuestra misión divina, cumpliendo el pequeño deber de cada instante.
-Mejor: esforzándonos por cumplirlo, porque a veces no lo conseguiremos y, al venir la noche, en el examen, tendremos que decir al Señor: no te ofrezco virtudes; hoy sólo puedo ofrecerte defectos, pero -con tu gracia- llegaré a llamarme vencedor.

617. Deseo de todo corazón que, por la misericordia de Dios, El -a pesar de tus pecados ( nunca más ofender a Jesús!)¡te haga "vivir habitualmente esa vida dichosa de amar su Voluntad".

618. En el servicio de Dios, no hay oficios de poca categoría: todos son de mucha importancia. -La categoría del oficio depende del nivel espiritual del que lo realiza.

619. ¿No te da alegría esa certeza, segura, de que Dios se interesa hasta de las más pequeñas cosas de sus criaturas?

620. Manifiéstale de nuevo que quieres eficazmente ser suyo: oh, Jesús, ayúdame, hazme tuyo de veras: que arda y me consuma, a fuerza de pequeñas cosas inadvertidas para todos.

621. Santo Rosario. -Los gozos, los dolores y las glorias de la vida de la Virgen tejen una corona de alabanzas, que repiten ininterrumpidamente los Ángeles y los Santos del Cielo..., y quienes aman a nuestra Madre aquí en la tierra.
- -Practica a diario esta devoción santa, y difúndela.

622. El bautismo nos hace "fideles" -fieles, palabra que, como aquella otra, "sancti" -santos, empleaban los primeros seguidores de Jesús para designarse entre sí, y que aún hoy se usa: se habla de los "fieles" de la Iglesia. ¡Piénsalo!

623. Dios no se deja ganar en generosidad, y ¡tenlo por bien cierto!¡concede la fidelidad a quien se le rinde.

624. Exígete sin miedo. En su vida escondida, muchas almas así lo hacen, para que sólo el Señor se luzca.
-Quisiera que tú y yo reaccionásemos como aquella persona -que deseaba ser muy de Dios- en la fiesta de la Sagrada Familia, entonces celebrada en la infraoctava de Epifanía.
-"No me faltan crucecicas. Una de ayer -me costó, hasta llorar- me ha traído a la consideración, en el día de hoy, que mi Padre y Señor San José y mi Madre Santa María no han querido dejar a su niño¨ sin regalo de Reyes. Y el regalo ha sido luz para conocer mi desagradecimiento con Jesús, por falta de correspondencia a la gracia, y el error enorme que supone en mí el oponerme, con mi conducta villana, a la Voluntad Santísima de Dios, que me quiere para instrumento suyo".

625. Cuando las santas mujeres llegaron al sepulcro, repararon en que la piedra estaba apartada.
- Esto pasa siempre!: cuando nos decidimos a hacer lo que debemos, las dificultades se superan fácilmente.

626. Convéncete de que, si no aprendes a obedecer, no serás eficaz.

627. Cuando recibas una orden, que nadie te gane en saber obedecer!, lo mismo si hace frío o calor, si estás con ánimos o cansado, si eres joven o no lo eres tanto.
- Una persona que "no sabe obedecer", no aprenderá nunca a mandar.

628. Torpeza insigne es que el Director se conforme con que un alma dé cuatro, cuando puede dar doce.

629. Tú has de obedecer -o has de mandar- poniendo siempre mucho amor.

630. Querría -ayúdame con tu oración- que, en la Iglesia Santa, todos nos sintiéramos miembros de un solo cuerpo, como nos pide el Apóstol; y que viviéramos a fondo, sin indiferencias, las alegrías, las tribulaciones, la expansión de nuestra Madre, una, santa, católica, apostólica, romana.
- Querría que viviésemos la identidad de unos con otros, y de todos con Cristo.

631. Persuádete, hijo, de que desunirse, en la Iglesia, es morir.

632. Pide a Dios que en la Iglesia Santa, nuestra Madre, los corazones de todos, como en la primitiva cristiandad, sean un mismo corazón, para que hasta el final de los siglos se cumplan de verdad las palabras de la Escritura: "multitudinis autem credentium erat cor unum et anima una" -la multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma.
-Te hablo muy seriamente: que por ti no se lesione esta unidad santa. Llévalo a tu oración!

633. La fidelidad al Romano Pontífice implica una obligación clara y determinada: la de conocer el pensamiento del Papa, manifestado en Encíclicas o en otros documentos, haciendo cuanto esté de nuestra parte para que todos los católicos atiendan al magisterio del Padre Santo, y acomoden a esas enseñanzas su actuación en la vida.

634. Encomiendo de todo corazón, a diario, que el Señor nos conceda el don de lenguas. Un don de lenguas, que no consiste en el conocimiento de varios idiomas, sino en saber adaptarse a la capacidad de los oyentes.
-No se trata de "hablar en necio al vulgo, para que entienda"; sino de hablar en sabio, en cristiano, pero de modo asequible a todos.
-Este don de lenguas es el que pido al Señor y a su Madre bendita para sus hijos.

635. La malicia de algunos y la ignorancia de muchos: he ahí el enemigo de Dios, de la Iglesia.
- -Confundamos al malvado, iluminemos la inteligencia del ignorante... Con la ayuda de Dios, y con nuestro esfuerzo, salvaremos al mundo.

636. Hemos de procurar que, en todas las actividades intelectuales, haya personas rectas, de auténtica conciencia cristiana, de vida coherente, que empleen las armas de la ciencia en servicio de la humanidad y de la Iglesia.
-Porque nunca faltarán en el mundo, como ocurrió cuando Jesús vino a la tierra, nuevos Herodes que intenten aprovechar los conocimientos científicos, incluso falseándolos, para perseguir a Cristo y a los que son de Cristo.
- Qué gran labor tenemos por delante!

637. En tu trabajo de almas -trabajo de almas ha de ser tu ocupación entera-, llénate de fe, de esperanza, de amor, porque todas las dificultades se superan.
- Para confirmarnos en esta verdad, escribió el salmista: "et Tu, Domine, deridebis eos: ad nihilum deduces omnes gentes" -Tú, Señor, te burlarás de ellos: les reducirás a la nada.
- Estas palabras ratifican el "non praevalebunt" -no prevalecerán los enemigos de Dios: nada han de poder contra la Iglesia ni contra quienes -instrumentos de Dios- sirven a la Iglesia.

638. Nuestra Santa Madre la Iglesia, en magnífica extensión de amor, va esparciendo la semilla del Evangelio por todo el mundo. Desde Roma a la periferia.
-Al colaborar tú en esa expansión, por el orbe entero, lleva la periferia al Papa, para que la tierra toda sea un solo rebaño y un solo Pastor: un solo apostolado!

639. "Regnare Christum volumus!" -queremos que Cristo reine. "Deo omnis gloria!" -para Dios toda la gloria.
-Este ideal de guerrear -y vencer- con las armas de Cristo, solamente se hará realidad por la oración y el sacrificio, por la fe y el Amor.
-Pues..., a orar, y a creer, y a sufrir, y a Amar!

640. La labor de la Iglesia, cada día, es como un gran tejido, que ofrecemos al Señor, porque todos los bautizados somos Iglesia.
-Si cumplimos -fieles y entregados-, este gran tejido será hermoso y sin falla. -Pero, si uno suelta un hilo acá, otro allá, y otro por el otro lado..., en lugar de un hermoso tejido, tendremos un harapo hecho jirones.

641. ¿Por qué no te decides a hacer una corrección fraterna? -Se sufre al recibirla, porque cuesta humillarse, por lo menos al principio. Pero, hacerla, cuesta siempre. Bien lo saben todos.
- El ejercicio de la corrección fraterna es la mejor manera de ayudar, después de la oración y del buen ejemplo.

642. Por la confianza que El deposita en ti, al haberte traído a la Iglesia, has de tener la mesura, la serenidad, la fortaleza, la prudencia -humana y sobrenatural- de persona madura que adquieren muchos a la vuelta de los años.
- No olvides que cristiano, como aprendimos en el Catecismo, significa hombre –mujer- que tiene la fe de Jesucristo.

643. ¿Tú quieres ser fuerte? -Primero, date cuenta de que eres muy débil; y, luego, confía en Cristo, que es Padre y Hermano y Maestro, y que nos hace fuertes, entregándonos los medios para vencer: los sacramentos. Vívelos!

644. Te entendía bien cuando me confiabas: quiero embeberme en la liturgia de la Santa Misa.645. Valor de la piedad en la Santa Liturgia!
- Nada me extrañó lo que, hace unos días, me comentaba una persona hablando de un sacerdote ejemplar, fallecido recientemente: qué santo era!
-¿Le trató Vd. mucho?, le pregunté.
- -No -me contestó-, pero le vi una vez celebrar la Santa Misa.

646. Tú que te llamas cristiano, has de vivir la Sagrada Liturgia de la Iglesia, poniendo verdadero interés en orar y en mortificarte por los sacerdotes -especialmente por los nuevos sacerdotes-, en los días señalados para esta intención, y cuando sepas que reciben el Sacramento del Orden.

647. Ofrece la oración, la expiación y la acción por esta finalidad: "ut sint unum!" -para que todos los cristianos tengamos una misma voluntad, un mismo corazón, un mismo espíritu: para que "omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!" -que todos, bien unidos al Papa, vayamos a Jesús, por María.

648. Me preguntas, hijo mío, qué puedes hacer para que yo me quede muy contento de ti.
-Si el Señor está satisfecho de ti, también yo lo estoy. Y tú puedes saber si El está contento de ti, por la paz y por la alegría en tu corazón.

649. Característica evidente de un hombre de Dios, de una mujer de Dios, es la paz en su alma: tiene "la paz" y da "la paz" a las personas que trata.

650. Acostúmbrate a apedrear a esos pobres "odiadores", como respuesta a sus pedradas, con Avemarías.

651. No te preocupes si tu labor ahora parece estéril. Cuando la siembra es de santidad, no se pierde; otros recogerán el fruto.

652. Aunque consigas pocas luces en la oración, aunque te parezca premiosa, seca..., has de considerar, siempre con visión nueva y segura, la necesidad de la perseverancia en todos los detalles de tu vida de piedad.

653. Te crecías ante las dificultades del apostolado, orando así: "Señor, Tú eres el de siempre. Dame la fe de aquellos varones que supieron corresponder a tu gracia y que obraron -en tu Nombre- grandes milagros, verdaderos prodigios..." -Y concluías: "sé que los harás; pero, también me consta que quieres que se te pidan, que quieres que te busquemos, que llamemos fuertemente a las puertas de tu Corazón".
- -Al final, renovaste tu decisión de perseverar en la oración humilde y confiada.

654. Cuando te veas atribulado..., y también a la hora del triunfo, repite: Señor, no me sueltes, no me dejes, ayúdame como a una criatura inexperta, llévame siempre de tu mano!

655. "Aquae multae non potuerunt exstinguere caritatem!!" -la turbulencia de las aguas no pudo extinguir el fuego de la caridad. -Te ofrezco dos interpretaciones de estas palabras de la Escritura Santa. -Una, que la muchedumbre de tus pecados pasados -a ti, que estás bien arrepentido- no te apartará del Amor de nuestro Dios; y otra, que las aguas de la incomprensión, de las contradicciones, que quizá padezcas, no deberán interrumpir tu labor apostólica.

656. Acabar!, acabar! -Hijo, "qui perseveraverit usque in finem, hic salvus erit" -se salvará el que persevere hasta el fin.
- -Y los hijos de Dios disponemos de los medios, tú también!: cubriremos aguas, porque todo lo podemos en Aquél que nos conforta.
-Con el Señor no hay imposibles: se superan siempre.

657. A veces se presenta un porvenir inmediato lleno de preocupaciones, si perdemos la visión sobrenatural de los sucesos.
-Por lo tanto, hijo, fe entonces..., y más obras. Así es seguro que nuestro Padre-Dios seguirá dando solución a tus problemas.

658. La providencia ordinaria es un continuo milagro, pero... El pondrá medios extraordinarios, cuando sean precisos.

659. El optimismo cristiano no es un optimismo dulzón, ni tampoco una confianza humana en que todo saldrá bien.
-Es un optimismo que hunde sus raíces en la conciencia de la libertad y en la seguridad del poder de la gracia; un optimismo que lleva a exigirnos a nosotros mismos, a esforzarnos por corresponder en cada instante a las llamadas de Dios.

660. El día del triunfo del Señor, de su Resurrección es definitivo. ¿Dónde están los soldados que había puesto la autoridad? ¿Dónde están los sellos, que habían colocado sobre la piedra del sepulcro? ¿Dónde están los que condenaron al Maestro? ¿Dónde están los que crucificaron a Jesús?... Ante su victoria, se produce la gran huida de los pobres miserables.
- Llénate de esperanza: Jesucristo vence siempre.

661. Si buscas a María, encontrarás "necesariamente" a Jesús, y aprenderás -siempre con mayor profundidad- lo que hay en el Corazón de Dios.

662. Cuando te dispongas a hacer una labor de apostolado, aplícate lo que decía un hombre que buscaba a Dios: "Hoy comienzo a predicar una tanda de ejercicios para sacerdotes. Ojalá saquemos mucho fruto: el primero, yo!"
- -Y más tarde: "llevo varios días de ejercicios. Los ejercitantes son ciento veinte. Espero que el Señor haga buena labor en nuestras almas".

663. Hijo, vale la pena que seas humilde, obediente, leal, que te empapes del espíritu de Dios, para llevarlo -desde el puesto que ocupas, desde tu lugar de trabajo- a todas las gentes que pueblan el mundo!

664. En la guerra, de poco serviría el valor de los soldados que se enfrentan con el enemigo, si no hubiera otras gentes que sin tomar, al parecer, parte en la pelea, proporcionan municiones y alimentos y medicinas a los guerreros...
-Sin la oración y sin el sacrificio de tantas almas, no habrá verdadero apostolado de acción.

665. Poder de hacer milagros!: a cuántas almas muertas, y hasta podridas, resucitarás, si permites a Cristo que actúe en ti.
- En aquellos tiempos, narran los Evangelios, pasaba el Señor, y ellos, los enfermos, le llamaban y le buscaban. También ahora pasa Cristo con tu vida cristiana y, si le secundas, cuántos le conocerán, le llamarán, le pedirán ayuda y se les abrirán los ojos a las luces maravillosas de la gracia.

666. Te empeñas en ir a tu aire, y tu labor resulta estéril.
- Obedece, sé dócil: pues lo mismo que es de necesidad poner cada rueda de una máquina en su lugar (de lo contrario, se para, o se deforman las piezas; y, sin duda, no produce o su rendimiento es muy escaso), así también un hombre o una mujer, sacados de su campo de acción, más bien serán un estorbo que un instrumento de apostolado.

667. El apóstol no tiene otro fin que dejar obrar al Señor, hacerse disponible.

668. También los primeros Doce eran extranjeros en las tierras que evangelizaban, y tropezaban con gentes que construían el mundo sobre bases diametralmente opuestas a la doctrina de Cristo.
-Mira: por encima de esas circunstancias adversas, se sabían depositarios del mensaje divino de la Redención. Y clama el Apóstol: " desventurado de mí si no lo predicare!"

669. La eficacia corredentora, eterna!, de nuestras vidas, sólo puede actuarse con la humildad, desapareciendo, para que los demás descubran al Señor.

670. Los hijos de Dios han de ser, en su acción apostólica, como esas potentes instalaciones eléctricas: llenarán de luz el mundo, sin que se vea el foco.

671. Dice Jesús: "quien a vosotros oye a mí me oye".
- -¿Crees todavía que son tus palabras las que convencen a los hombres?... Además, no olvides que el Espíritu Santo puede valerse para sus planes del instrumento más inepto.

672. Qué admirablemente se acomodan a los hijos de Dios estas palabras de San Ambrosio! Habla del borrico atado con el asna, que necesitaba Jesús, para su triunfo, y comenta: "sólo una orden del Señor podía desatarlo. Lo soltaron las manos de los Apóstoles. Para un hecho semejante, se requieren un modo de vivir y una gracia especial. Sé tú
-también apóstol, para poder librar a los que están cautivos".
-Déjame que te glose de nuevo este texto: cuántas veces, por mandato de Jesús, habremos de soltar las ligaduras de las almas, porque El las necesitará para su triunfo! Que sean de apóstol nuestras manos, y nuestras acciones, y nuestra vida... Entonces Dios nos dará también gracia de apóstol, para romper los hierros de los encadenados.

673. No podemos atribuirnos nunca el poder de Jesús, que pasa entre nosotros. El Señor pasa, y transforma las almas, cuando nos ponemos todos junto a El, con un solo corazón, con un solo sentir, con un solo deseo de ser buenos cristianos; pero es El, no tú, ni yo. Es Cristo que pasa! -Y además, se queda en nuestros corazones ¡en el tuyo y en el mío!-, y en nuestros sagrarios.
-Es Jesús que pasa, y Jesús que se queda. Permanece en ti, en cada uno de vosotros y en mí.

674. El Señor ha querido hacernos corredentores con El.
- Por eso, para ayudarnos a comprender esta maravilla, mueve a los evangelistas a relatar tantos grandes prodigios. El podía sacar el pan de donde le pareciera..., pues, no! Busca la cooperación humana: necesita de un niño, de un muchacho, de unos trozos de pan y de unos peces.
--Le hacemos falta tú y yo, y es Dios! -Esto nos ha de urgir a ser generosos, en nuestra correspondencia a sus gracias.

675. Si le ayudas, aunque sea con una nadería, como hicieron los Apóstoles, El está dispuesto a obrar milagros, a multiplicar los panes, a cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más oscuras, a hacer -con una gracia extraordinaria- que sean capaces de rectitud los que nunca lo han sido.
- Todo esto... y más, si le ayudas con lo que tengas.

676. Jesús ha muerto. Es un cadáver. Aquellas mujeres santas no esperaban nada. Habían visto cómo le habían maltratado y cómo le habían crucificado: qué presente tenían la violencia de aquella Pasión sufrida!
- Sabían también que los soldados vigilaban el lugar, sabían que el sepulcro estaba completamente cerrado: ¿quién nos quitará la piedra de la entrada?, se preguntaban, porque era una losa enorme. Sin embargo..., a pesar de todo, ellas acuden a estar con El.
- Mira, las dificultades -grandes y pequeñas-se ven enseguida..., pero, si hay amor, no se repara en esos obstáculos, y se procede con audacia, con decisión, con valentía: ¿no has de confesar que sientes vergüenza al contemplar el empuje, la intrepidez y la valentía de estas mujeres?

677. María, tu Madre, te llevará al Amor de Jesús. Y ahí estarás "cum gaudio et pace", con alegría y paz, siempre "llevado" -porque solo te caerías y te llenarías de fango-, camino adelante, para creer, para amar y para sufrir. 

 

LABOR

678. Por la enseñanza paulina, sabemos que hemos de renovar el mundo en el espíritu de Jesucristo, que hemos de colocar al Señor en lo alto y en la entraña de todas las cosas.
-¿Piensas tú que lo estás cumpliendo en tu oficio, en tu tarea profesional?

679. ¿Por qué no pruebas a convertir en servicio de Dios tu vida entera: el trabajo y el descanso, el llanto y la sonrisa?
-Puedes..., y debes!

680. Todas y cada una de las criaturas, todos los sucesos de esta vida, sin excepción, han de ser escalones que te lleven a Dios, y que te muevan a conocerle y amarle, a darle gracias, y a procurar que todos le conozcan y le amen.

681. Estamos obligados a trabajar, y a trabajar a conciencia, con sentido de responsabilidad, con amor y perseverancia, sin abandonos ni ligerezas: porque el trabajo es un mandato de Dios, y a Dios, como dice el salmista, hay que obedecerle "in laetitia" ¡con alegría!

682. Hemos de conquistar, para Cristo, todo valor humano que sea noble.

683. Cuando se vive de veras la caridad, no queda tiempo de buscarse a sí mismo; no hay espacio para la soberbia; no se nos ocurrirán más que ocasiones de servir!

684. Cualquier actividad -sea o no humanamente muy importante- ha de convertirse para ti en un medio de servir al Señor y a los hombres: ahí está la verdadera dimensión de su importancia.

685. Trabaja siempre, y en todo, con sacrificio, para poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades de los hombres.

686. La correspondencia a la gracia también está en esas cosas menudas de la jornada, que parecen sin categoría y, sin embargo, tienen la trascendencia del Amor.

687. No cabe olvidar que el trabajo digno, noble y honesto, en lo humano, puede ¡y debe!¡elevarse al orden sobrenatural, pasando a ser un quehacer divino.

688. Jesús, Señor y Modelo nuestro, creciendo y viviendo como uno de nosotros, nos revela que la existencia humana -la tuya-, las ocupaciones corrientes y ordinarias, tienen un sentido divino, de eternidad.

689. Admira la bondad de nuestro Padre Dios: ¿no te llena de gozo la certeza de que tu hogar, tu familia, tu país, que amas con locura, son materia de santidad?

690. Hija mía, que has constituido un hogar, me gusta recordarte que las mujeres ¡bien lo sabes!¡tenéis mucha fortaleza, que sabéis envolver en una dulzura especial, para que no se note. Y, con esa fortaleza, podéis hacer del marido y de los hijos instrumentos de Dios o diablos.
-Tú los harás siempre instrumentos de Dios: el Señor cuenta con tu ayuda.

691. Me conmueve que el Apóstol califique al matrimonio cristiano de "sacramentum magnum" -sacramento grande. También de aquí deduzco que la labor de los padres de familia es importantísima.
- -Participáis del poder creador de Dios y, por eso, el amor humano es santo, noble y bueno: una alegría del corazón, a la que el Señor -en su providencia amorosa- quiere que otros libremente renunciemos.
-Cada hijo que os concede Dios es una gran bendición divina: no tengáis miedo a los hijos!

692. En mis conversaciones con tantos matrimonios, les insisto en que mientras vivan ellos y vivan también sus hijos, deben ayudarles a ser santos, sabiendo que en la tierra no seremos santos ninguno. No haremos más que luchar, luchar y luchar.
--Y añado: vosotros, madres y padres cristianos, sois un gran motor espiritual, que manda a los vuestros fortaleza de Dios para esa lucha, para vencer, para que sean santos. No les defraudéis!

693. No tengas miedo de querer a las almas, por El; y no te importe querer todavía más a los tuyos, siempre que queriéndoles tanto, a El le quieras millones de veces más.

694. "Coepit facere et docere" -comenzó Jesús a hacer y luego a enseñar: tú y yo hemos de dar el testimonio del ejemplo, porque no podemos llevar una doble vida: no podemos enseñar lo que no practicamos. En otras palabras, hemos de enseñar lo que, por lo menos, luchamos por practicar.

695. Cristiano: estás obligado a ser ejemplar en todos los terrenos, también como ciudadano, en el cumplimiento de las leyes encaminadas al bien común.

696. Ya que eres tan exigente en que, hasta en los servicios públicos, los demás cumplan sus obligaciones ¡es un deber!, afirmas-, ¿has pensado si respetas tu horario de trabajo, si lo realizas a conciencia?

697. Observa todos tus deberes cívicos, sin querer sustraerte al cumplimiento de ninguna obligación; y ejercita todos tus derechos, en bien de la colectividad, sin exceptuar imprudentemente ninguno.
-También has de dar ahí testimonio cristiano.

698. Si queremos de veras santificar el trabajo, hay que cumplir ineludiblemente la primera condición: trabajar, y trabajar bien!, con seriedad humana y sobrenatural.

699. Que tu caridad sea amable: no debe faltar nunca en tus labios, con la prudencia y la naturalidad debidas, y aunque llores por dentro, una sonrisa para todos, un servicio sin regateos.

700. Ese trabajo acabado a medias es sólo una caricatura del holocausto que Dios te pide.

701. Si afirmas que quieres imitar a Cristo..., y te sobra tiempo, andas por caminos de tibieza.

702. Las tareas profesionales -también el trabajo del hogar es una profesión de primer orden- son testimonio de la dignidad de la criatura humana; ocasión de desarrollo de la propia personalidad; vínculo de unión con los demás; fuente de recursos; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que vivimos, y de fomentar el progreso de la humanidad entera...
-Para un cristiano, estas perspectivas se alargan y se amplían aún más, porque el trabajo -asumido por Cristo como realidad redimida y redentora-se convierte en medio y en camino de santidad, en concreta tarea santificable y santificadora.

703. Ha querido el Señor que sus hijos, los que hemos recibido el don de la fe, manifestemos la original visión optimista de la creación, el "amor al mundo" que late en el cristianismo.
-Por tanto, no debe faltar nunca ilusión en tu trabajo profesional, ni en tu empeño por construir la ciudad temporal.

704. Has de permanecer vigilante, para que tus éxitos profesionales o tus fracasos ¡que vendrán!¡no te hagan olvidar, aunque sólo sea momentáneamente, cuál es el verdadero fin de tu trabajo: la gloria de Dios!

705. La responsabilidad cristiana en el trabajo no se traduce sólo en llenar las horas, sino en realizarlo con competencia técnica y profesional... y, sobre todo, con amor de Dios.

706. Qué pena matar el tiempo, que es un tesoro de Dios!

707. Como todas las profesiones honestas pueden y deben ser santificadas, ningún hijo de Dios tiene derecho a decir: no puedo hacer apostolado.

708. De la vida oculta de Jesucristo has de sacar esta otra consecuencia: no tener prisa..., teniéndola!
- Es decir, antes que nada está la vida interior; lo demás, el apostolado, todo apostolado, es un corolario.

709. Enfréntate con los problemas de este mundo, con sentido sobrenatural y de acuerdo con las normas morales, que no amenazan ni destruyen la personalidad, aunque sí la encauzan.
-Conferirás así a tu conducta una fuerza vital, que arrastre; y te confirmarás en tu marcha por el recto camino.

710. Dios Nuestro Señor te quiere santo, para que santifiques a los demás. -Y para esto, es preciso que tú -con valentía y sinceridad- te mires a ti mismo, que mires al Señor Dios Nuestro..., y luego, sólo luego, que mires al mundo.

711. Fomenta tus cualidades nobles, humanas. Pueden ser el comienzo del edificio de tu santificación. A la vez, recuerda que -como ya te he dicho en otra ocasión- en el servicio de Dios hay que quemarlo todo, hasta el "qué dirán", hasta eso que llaman reputación, si es necesario.

712. Necesitas formación, porque has de tener un hondo sentido de responsabilidad, que promueva y anime la actuación de los católicos en la vida pública, con el respeto debido a la libertad de cada uno, y recordando a todos que han de ser coherentes con su fe.

713. Por medio de tu trabajo profesional, acabado con la posible perfección sobrenatural y humana, puedes ¡debes!¡dar criterio cristiano en los lugares donde ejerzas tu profesión u oficio.

714. Como cristiano, tienes el deber de actuar, de no abstenerte, de prestar tu propia colaboración para servir con lealtad, y con libertad personal, al bien común.

715. Los hijos de Dios, ciudadanos de la misma categoría que los otros, hemos de participar "sin miedo" en todas las actividades y organizaciones honestas de los hombres, para que Cristo esté presente allí.
- Nuestro Señor nos pedirá cuenta estrecha si, por dejadez o comodidad, cada uno de nosotros, libremente, no procura intervenir en las obras y en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y el futuro de la sociedad.

716. Con sentido de profunda humildad -fuertes en el nombre de nuestro Dios y no, como dice el Salmo, "en los recursos de nuestros carros de combate y de nuestros caballos"-, hemos de procurar, sin respetos humanos, que no haya rincones de la sociedad en los que no se conozca a Cristo.

717. Con libertad, y de acuerdo con tus aficiones o cualidades, toma parte activa y eficaz en las rectas asociaciones oficiales o privadas de tu país, con una participación llena de sentido cristiano: esas organizaciones nunca son indiferentes para el bien temporal y eterno de los hombres.

718. Esfuérzate para que las instituciones y las estructuras humanas, en las que trabajas y te mueves con pleno derecho de ciudadano, se conformen con los principios que rigen una concepción cristiana de la vida.
- Así, no lo dudes, aseguras a los hombres los medios para vivir de acuerdo con su dignidad, y facilitarás a muchas almas que, con la gracia de Dios, puedan responder personalmente a la vocación cristiana.

719. Deber de cristiano y de ciudadano es defender y fomentar, por piedad y por cultura, los monumentos diseminados por calles y caminos -cruceros, imágenes marianas, etc.-, reconstruyendo los que la barbarie o el tiempo destruyan.

720. Es necesario contrarrestar con denuedo esas "libertades de perdición", hijas del libertinaje, nietas de las malas pasiones, biznietas del pecado original..., que descienden, como se ve, en línea recta del diablo.

721. Por objetividad, y para que no hagan más daño, tengo que insistir en que a los enemigos de Dios no hay que darles publicidad ni "hosannarles"..., tampoco después de muertos.

722. Hoy se ataca a nuestra Madre la Iglesia en lo social y desde el gobierno de los pueblos. Por eso envía Dios a sus hijos ¡a ti!¡a luchar, y a difundir la verdad en esas tareas.

723. Por tu condición de ciudadano corriente, precisamente por ese "laicismo" tuyo, igual -ni más, ni menos- al de tus colegas, has de tener la valentía, que en ocasiones no será poca, de hacer "tangible" tu fe: que vean tus buenas obras y el motivo que te empuja.

724. Un hijo de Dios –tú- no debe tener miedo a vivir en el ambiente -profesional, social...¡que le es propio: nunca está solo!
-Dios Nuestro Señor, que siempre te acompaña, te concede los medios para que le seas fiel y para que lleves a los demás hasta El.

725. Todo por Amor! Este es el camino de la santidad, de la felicidad.
- Afronta con este punto de mira tus tareas intelectuales, las ocupaciones más altas del espíritu y las cosas más a ras de tierra, ésas que necesariamente hemos de cumplir todos, y vivirás alegre y con paz.

726. Tú, por cristiano, dentro de los límites del dogma y de la moral, puedes ceder en todo lo tuyo, y cederlo de todo corazón...: pero, en lo que es de Jesucristo, no puedes ceder!

727. Cuando hayas de mandar, no humilles: procede con delicadeza; respeta la inteligencia y la voluntad del que obedece.

728. Lógicamente has de emplear medios terrenos. -Pero pon un empeño muy grande en estar desprendido de todo lo terreno, para manejarlo pensando siempre en el servicio a Dios y a los hombres.

729. ¿Planificarlo todo? ¡Todo!, me has dicho. -De acuerdo; es necesario ejercitar la prudencia, pero ten en cuenta que las empresas humanas, arduas u ordinarias, conservan siempre un margen de imprevistos..., y que un cristiano, además, no debe cerrar el paso a la esperanza, ni prescindir de la Providencia divina.

730. Has de trabajar con tal visión sobrenatural, que sólo te dejes absorber por tu actividad para divinizarla: así lo terreno se hace divino, lo temporal se hace eterno.

731. Las obras en servicio de Dios nunca se pierden por falta de dinero: se pierden por falta de espíritu.

732. ¿No te da alegría sentir tan cerca la pobreza de Jesús?... Qué bonito carecer hasta de lo necesario! Pero como El: oculta y silenciosamente.

733. La devoción sincera, el verdadero amor a Dios, lleva al trabajo, al cumplimiento -aunque cueste- del deber de cada día.

734. Se ha puesto de relieve, muchas veces, el peligro de las obras sin vida interior que las anime: pero se debería también subrayar el peligro de una vida interior -si es que puede existir- sin obras.

735. La lucha interior no nos aleja de nuestras ocupaciones temporales: nos conduce a terminarlas mejor!

736. Tu existencia no es repetición de actos iguales, porque el siguiente debe ser más recto, más eficaz, más lleno de amor que el anterior. ¡Cada día nueva luz, nueva ilusión!, por El!

737. En cada jornada, haz todo lo que puedas por conocer a Dios, por "tratarle", para enamorarte más cada instante, y no pensar más que en su Amor y en su gloria.
-Cumplirás este plan, hijo, si no dejas por nada! tus tiempos de oración, tu presencia de Dios (con jaculatorias y comuniones espirituales, para encenderte), tu Santa Misa pausada, tu trabajo bien acabado por El.

738. Nunca compartiré la opinión -aunque la respeto- de los que separan la oración de la vida activa, como si fueran incompatibles.
- Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura.

739. Una persona piadosa, con una piedad sin beatería, cumple su deber profesional con perfección, porque sabe que ese trabajo es plegaria elevada a Dios.

740. Nuestra condición de hijos de Dios nos llevará –insisto- a tener espíritu contemplativo en medio de todas las actividades humanas -luz, sal y levadura, por la oración, por la mortificación, por la cultura religiosa y profesional-, haciendo realidad este programa: cuanto más dentro del mundo estemos, tanto más hemos de ser de Dios.

741. El oro bueno y los diamantes están en las entrañas de la tierra, no en la palma de la mano.
- Tu labor de santidad -propia y con los demás- depende de ese fervor, de esa alegría, de ese trabajo tuyo, oscuro y cotidiano, normal y corriente.

742. En nuestra conducta ordinaria, necesitamos una virtud muy superior a la del legendario rey Midas: él convertía en oro todo cuanto tocaba.
-Nosotros hemos de convertir -por el amor- el trabajo humano, de nuestra jornada habitual, en obra de Dios, con alcance eterno.

743. En tu vida, si te lo propones, todo puede ser objeto de ofrecimiento al Señor, ocasión de coloquio con tu Padre del Cielo, que siempre guarda y concede luces nuevas.

744. Trabaja con alegría, con paz, con presencia de Dios.
- -De esta manera realizarás tu tarea, además, con sentido común: llegarás hasta el final aunque te rinda el cansancio, la acabarás bien..., y tus obras agradarán a Dios.

745. Debes mantener -a lo largo de la jornada- una constante conversación con el Señor, que se alimente también de las mismas incidencias de tu tarea profesional.
-Vete con el pensamiento al Sagrario..., y ofrécele al Señor la labor que tengas entre manos.

746. Ahí, desde ese lugar de trabajo, haz que tu corazón se escape al Señor, junto al Sagrario, para decirle, sin hacer cosas raras: Jesús mío, te amo.
- -No tengas miedo a llamarle así -Jesús mío- y de repetírselo a menudo.

747. Así deseaba dedicarse a la oración un sacerdote, mientras recitaba el Oficio divino: "seguiré la norma de decir, al comenzar: quiero rezar como rezan los santos¨, y luego invitaré a mi Ángel Custodio a cantar, conmigo, las alabanzas al Señor".
- Prueba este camino para tu oración vocal, y para fomentar la presencia de Dios en tu trabajo.

748. Has recibido la llamada de Dios a un camino concreto: meterte en todas las encrucijadas del mundo, estando tú -desde tu labor profesional- metido en Dios.

749. No me pierdas nunca de vista el punto de mira sobrenatural. -Rectifica la intención, como se rectifica el rumbo del barco en alta mar: mirando a la estrella, mirando a María. Y tendrás la seguridad de llegar siempre a puerto.