Camino
Por San Josemaría Escrivá de Balaguer
Lee
despacio estos consejos. Medita pausadamente estas consideraciones. Son cosas
que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre. Y estas
confidencias las escucha Dios. No te contaré nada nuevo. Voy a remover en tus
recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera: y así mejores tu
vida y te metas por caminos de oración y de Amor. Y acabes por ser alma de
criterio.
1. Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con
la luminaria de tu fe y de tu amor.
Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los
sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el
fuego de Cristo que llevas en el corazón.
2.
Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al
verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo.
3. Gravedad. -Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo. -Que
tu porte exterior sea reflejo de la paz y el orden de tu espíritu.
4. No digas: "Es mi genio así..., son cosas de mi carácter". Son
cosas de tu falta de carácter: Sé varón -"esto vir".
5. Acostúmbrate a decir que no.
6. Vuelve las espaldas al infame cuando susurra en tus oídos: ¿para qué
complicarte la vida?
7. No tengas espíritu pueblerino. -Agranda tu corazón, hasta que sea
universal, "católico".
No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas.
8. Serenidad. -¿Por qué has de enfadarte si enfadándote ofendes a Dios,
molestas al prójimo, pasas tú mismo un mal rato... y te has de desenfadar al
fin?
9. Eso mismo que has dicho dilo en otro tono, sin ira, y ganará fuerza tu
raciocinio, y, sobre todo, no ofenderás a Dios.
10. No reprendas cuando sientes la indignación por la falta cometida. -Espera
al día siguiente, o más tiempo aún. -Y después, tranquilo y purificada la
intención, no dejes de reprender. -Vas a conseguir más con una palabra
afectuosa que con tres horas de pelea. -Modera tu genio.
11. Voluntad. -Energía. -Ejemplo. -Lo que hay que hacer, se hace... Sin
vacilar... Sin miramientos...
Sin esto, ni Cisneros hubiera sido Cisneros; ni Teresa de Ahumada, Santa
Teresa...; ni Iñigo de Loyola, San Ignacio...
Dios y audacia! -"Regnare Christum volumus!"
12. Crécete ante los obstáculos. -La gracia del Señor no te ha de faltar:
"inter medium montium pertransibunt aquae!" - pasarás a través de
los montes!
¿Qué importa que de momento hayas de recortar tu actividad si luego, como
muelle que fue comprimido, llegarás sin comparación más lejos que nunca
soñaste?
13.
Aleja de ti esos pensamientos inútiles que, por lo menos, te hacen perder el
tiempo.
14. No pierdas tus energías y tu tiempo, que son de Dios, apedreando los perros
que te ladren en el camino. Desprécialos.
15. No dejes tu trabajo para mañana.
16. ¿Adocenarte? -¿ Tú... del montón!? Si has nacido para caudillo! Entre
nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con
fuegos de Amor.
17. No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta
de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el
atolondramiento...: la frivolidad, en una palabra.
Y la frivolidad -no lo olvides- que te hace tener esos planes de cada día tan
vacíos ("tan llenos de vacío"), si no reaccionas a tiempo -no
mañana: ahora!-, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.
18. Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde.
¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?
19. Voluntad. -Es una característica muy importante. No desprecies las cosas
pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas -que
nunca son futilidades, ni naderías- fortalecerás, virilizarás, con la gracia
de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y,
después, guía, jefe, caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres,
con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio.
20. Chocas con el carácter de aquel o del otro... Necesariamente ha de ser
así: no eres una moneda de cinco duros que a todos gusta.
Además, sin esos choques que se producen al tratar al prójimo, ¿cómo irías
perdiendo las puntas, aristas y salientes -imperfecciones, defectos- de tu genio
para adquirir la forma reglada, bruñida y reciamente suave de la caridad, de la
perfección?
Si tu carácter y los caracteres de quienes contigo conviven fueran dulzones y
tiernos como merengues, no te santificarías.
21. Pretextos. -Nunca te faltarán para dejar de cumplir tus deberes. Qué
abundancia de razonadas sinrazones!
No te detengas a considerarlas. -Recházalas y haz tu obligación.
22. Sé recio. -Sé viril. -Sé hombre. -Y después... sé ángel.
23. ¿Qué... no puedes hacer más!? -¿No será que... no puedes hacer menos?
24. Tienes ambiciones:... de saber..., de acaudillar..., de ser audaz.
Bueno. Bien. -Pero... por Cristo, por Amor.
25. No discutáis. -De la discusión no suele salir la luz, porque la apaga el
apasionamiento.
26. El Matrimonio es un sacramento santo. -A su tiempo, cuando hayas de
recibirlo, que te aconseje tu director o tu confesor la lectura de algún libro
provechoso. -Y te dispondrás mejor a llevar dignamente las cargas del hogar.
27. ¿Te ríes porque te digo que tienes "vocación matrimonial" -Pues
la tienes: así, vocación.
Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del
camino, como a Tobías.
28. El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo.
-Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es
exigencia sólo para la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares.
¿Ansia de hijos?... Hijos, muchos hijos, y un rastro imborrable de luz
dejaremos si sacrificamos el egoísmo de la carne.
29. La relativa y pobre felicidad del egoísta, que se encierra en su torre de
marfil, en su caparazón..., no es difícil conseguirla en este mundo. -Pero la
felicidad del egoísta no es duradera.
¿Vas a perder, por esa caricatura del cielo, la Felicidad de la Gloria, que no
tendrá fin?
30. Eres calculador. -No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que
puede: se da ella misma sin tasa.
31. Egoísta. -Tú, siempre a "lo tuyo". -Pareces incapaz de sentir la
fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños.
Presiento tu fracaso rotundo. -Y, cuando estés hundido, querrás que vivan
contigo la caridad que ahora no quieres vivir.
32. Tú no serás caudillo si en la masa sólo ves el escabel para alcanzar
altura. -Tú serás caudillo si tienes ambición de salvar todas las almas.
No puedes vivir de espaldas a la muchedumbre: es menester que tengas ansias de
hacerla feliz.
33. Nunca quieres "agotar la verdad". -Unas veces, por corrección.
Otras -las más-, por no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre,
por cobardía.
Así, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio.
34. No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte.
35. No me gusta tanto eufemismo: a la cobardía la llamáis prudencia. -Y
vuestra "prudencia" es ocasión de que los enemigos de Dios, vacío de
ideas el cerebro, se den tono de sabios y escalen puestos que nunca debieran
escalar.
36. Ese abuso no es irremediable. -Es falta de carácter consentir que siga
adelante, como cosa desesperada y sin posible rectificación.
No soslayes el deber. -Cúmplelo derechamente, aunque otros lo dejen incumplido.
37. Tienes, como ahora dicen, "mucho cuento". -Pero, con toda tu
verborrea, no lograrás que justifique - providencial!, me has dicho- lo que no
tiene justificación.
38. ¿Será verdad -no creo, no creo- que en la tierra no hay hombres sino
vientres?
39. "Pida que nunca quiera detenerme en lo fácil". -Ya lo he pedido.
Ahora falta que te empeñes en cumplir ese hermoso propósito.
40. Fe, alegría, optimismo. -Pero no la sandez de cerrar los ojos a la
realidad.
41. Qué modo tan trascendental de vivir las necedades vacías y qué manera de
llegar a ser algo en la vida -subiendo, subiendo- a fuerza de "pesar
poco", de no tener nada, ni en el cerebro ni en el corazón!
42. ¿Por qué esas variaciones de carácter? ¿Cuándo fijarás tu voluntad en
algo? -Deja tu afición a las primeras piedras y pon la última en uno solo de
tus proyectos.
43. No me seas tan... susceptible. -Te hieres por cualquier cosa. -Se hace
necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante.
No te molestes si te digo que eres... insoportable. -Mientras no te corrijas,
nunca serás útil.
44. Pon la amable excusa que la caridad cristiana y el trato social exigen. -Y,
después, camino arriba!, con santa desvergüenza, sin detenerte hasta que subas
del todo la cuesta del cumplimiento del deber.
45.
¿Por qué te duelen esas equivocadas suposiciones que de ti comentan? -Más
lejos llegarías, si Dios te dejara. -Persevera en el bien, y encógete de
hombros.
46. ¿No crees que la igualdad, tal como la entienden, es sinónimo de
injusticia?
47. Ese énfasis y ese engolamiento te sientan mal: se ve que son postizos.
-Prueba, al menos, a no emplearlos ni con tu Dios, ni con tu director, ni con
tus hermanos: y habrá, entre ellos y tú, una barrera menos.
48. Poco recio es tu carácter: qué afán de meterte en todo! -Te empeñas en
ser la sal de todos los platos... Y -no te enfadarás porque te hable claro-
tienes poca gracia para ser sal: y no eres capaz de deshacerte y pasar
inadvertido a la vista, igual que ese condimento.
Te falta espíritu de sacrificio. Y te sobra espíritu de curiosidad y de
exhibición.
49. Cállate. -No me seas "niñoide", caricatura de niño,
"correveidile", encizañador, soplón. -Con tus cuentos y tus chismes
has entibiado la caridad: has hecho la peor labor, y... si acaso has removido
-mala lengua- los muros fuertes de la perseverancia de otros, tu perseverancia
deja de ser gracia de Dios, porque es instrumento traidor del enemigo.
50. Eres curioso y preguntón, oliscón y ventanero: ¿no te da vergüenza ser,
hasta en los defectos, tan poco masculino? -Sé varón: y esos deseos de saber
de los demás trócalos en deseos y realidades de propio conocimiento.
51. Tu espíritu de varón, rectilíneo y sencillo, se abruma al sentirse
envuelto en enredos, dimes y diretes, que no acaba de explicarse y en los que
nunca se quiso mezclar. -Pasa por la humillación que supone andar así en boca
ajena, y procura que el escarmiento te dé más discreción.
52. ¿Por qué, al juzgar a los demás, pones en tu crítica el amargor de tus
propios fracasos?
53. Ese espíritu crítico -te concedo que no es susurración - no debes
ejercitarlo con vuestro apostolado, ni con tus hermanos. -Ese espíritu
crítico, para vuestra empresa sobrenatural -¿me perdonas que te lo diga?- es
un gran estorbo, porque mientras examinas la labor de los otros, sin que tengas
por qué examinar nada -con absoluta elevación de miras: te lo concedo-, tú no
haces obra positiva alguna y enmoheces, con tu ejemplo de pasividad, la buena
marcha de todos.
"Entonces -preguntas, inquieto- ¿ese espíritu crítico, que es como
sustancia de mi carácter...?"
Mira -te tranquilizaré-, toma una pluma y una cuartilla: escribe sencilla y
confiadamente - ah!, y brevemente- los motivos que te torturan, entrega la nota
al superior, y no pienses más en ella. -El, que hace cabeza -tiene gracia de
estado-, archivará la nota... o la echará en el cesto de los papeles. -Para
ti, como tu espíritu crítico no es susurración y lo ejercitas con elevadas
miras, es lo mismo.
54. ¿Contemporizar? -Es palabra que sólo se encuentra - hay que
contemporizar!- en el léxico de los que no tienen gana de lucha -comodones,
cucos o cobardes-, porque de antemano se saben vencidos.
55. Hombre: sé un poco menos ingenuo (aunque seas muy niño, y aun por serlo
delante de Dios), y no me "pongas en berlina" a tus hermanos ante los
extraños.
56. Madera de santo. -Eso dicen de algunas gentes: que tienen madera de santos.
-Aparte de que los santos no han sido de madera, tener madera no basta.
Se precisa mucha obediencia al Director y mucha docilidad a la gracia. -Porque,
si no se deja a la gracia de Dios y al Director que hagan su obra, jamás
aparecerá la escultura, imagen de Jesús, en que se convierte el hombre santo.
Y la "madera de santo", de que venimos hablando, no pasará de ser un
leño informe, sin labrar, para el fuego... para un buen fuego si era buena
madera!
57. Frecuenta el trato del Espíritu Santo -el Gran Desconocido- que es quien te
ha de santificar.
No olvides que eres templo de Dios. -El Paráclito está en el centro de tu
alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.
58. No estorbes la obra del Paráclito: únete a Cristo, para purificarte, y
siente, con El, los insultos, y los salivazos, y los bofetones..., y las
espinas, y el peso de la cruz..., y los hierros rompiendo tu carne, y las ansias
de una muerte en desamparo...
Y métete en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús hasta hallar cobijo
seguro en su llagado Corazón.
59. Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal
consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades,
entre los escollos de la vida interior.
Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro,
para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro.
60. Si no levantarías sin un arquitecto una buena casa para vivir en la tierra,
¿cómo quieres levantar sin Director el alcázar de tu santificación para
vivir eternamente en el cielo?
61. Cuando un seglar se erige en maestro de moral se equivoca frecuentemente:
los seglares sólo pueden ser discípulos.
62. Director. -Lo necesitas. -Para entregarte, para darte..., obedeciendo. -Y
Director que conozca tu apostolado, que sepa lo que Dios quiere: así
secundará, con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma, sin sacarte
de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote el modo de que tu trabajo
sea fecundo.
63. Tú -piensas- tienes mucha personalidad: tus estudios -tus trabajos de
investigación, tus publicaciones-, tu posición social -tus apellidos-, tus
actuaciones políticas -los cargos que ocupas-, tu patrimonio..., tu edad, ya no
eres un niño!...
Precisamente por todo eso necesitas más que otros un Director para tu alma.
64. No ocultes a tu Director esas insinuaciones del enemigo. -Tu victoria, al
hacer la confidencia, te da más gracia de Dios. -Y además tienes ahora, para
seguir venciendo, el don de consejo y las oraciones de tu padre espiritual.
65. ¿Por qué ese reparo de verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director
tal como en realidad eres?
Habrás ganado una gran batalla si pierdes el miedo a darte a conocer.
66. El Sacerdote -quien sea- es siempre otro Cristo.
67. No quiero -por sabido- dejar de recordarte otra vez que el Sacerdote es
"otro Cristo". -Y que el Espíritu Santo ha dicho: "nolite
tangere Christos meos" -no queráis tocar a "mis Cristos".
68. Presbítero, etimológicamente, es tanto como anciano. -Si merece
veneración la ancianidad, piensa cuánto más habrás de venerar al Sacerdote.
69. Qué poca finura de espíritu -y qué falta de respeto- supone dedicar
bromas y vayas al Sacerdote -quien sea- bajo ningún pretexto!
70. Insisto: esas bromas -burlas- al Sacerdote, con todas las circunstancias que
a ti te parezcan atenuantes, son siempre, por lo menos, una ordinariez, una
chabacanería.
71.
Cómo hemos de admirar la pureza sacerdotal! -Es su tesoro. -Ningún tirano
podrá arrancar jamás a la Iglesia esta corona.
72. No me pongas al Sacerdote en el trance de perder su gravedad. Es virtud que,
sin envaramiento, necesita tener.
Cómo la pedía - Señor, dame... ochenta años de gravedad!- aquel clérigo
joven, nuestro amigo!
Pídela tú también, para el Sacerdocio entero, y habrás hecho una buena cosa.
73.
Te ha dolido -como una puñalada en el corazón- que dijeran de ti que hablaste
mal de aquellos sacerdotes. -Y me alegro de tu dolor: ahora sí que estoy seguro
de tu buen espíritu!
74. Amar a Dios y no venerar al Sacerdote... no es posible.
75. Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias
que veas en tu padre, el Sacerdote.
76. Si no tienes un plan de vida, nunca tendrás orden.
77. Eso de sujetarse a un plan de vida, a un horario -me dijiste-, es tan
monótono! Y te contesté: hay monotonía porque falta Amor.
78. Si no te levantas a hora fija nunca cumplirás el plan de vida.
79. ¿Virtud sin orden? - Rara virtud!
80. Cuando tengas orden se multiplicará tu tiempo, y, por tanto, podrás dar
más gloria a Dios, trabajando más en su servicio.
81. La acción nada vale sin la oración: la oración se avalora con el
sacrificio.
82. Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en
"tercer lugar", acción.
83. La oración es el cimiento del edificio espiritual. -La oración es
omnipotente.
84. "Domine, doce nos orare" - Señor, enséñanos a orar! -Y el
Señor respondió: cuando os pongáis a orar, habéis de decir: "Pater
noster, qui es in coelis..." -Padre nuestro, que estás en los cielos...
Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal!
85. Despacio. -Mira qué dices, quién lo dice y a quién. -Porque ese hablar de
prisa, sin lugar para la consideración, es ruido, golpeteo de latas.
Y te diré con Santa Teresa, que no lo llamo oración, aunque mucho menees los
labios.
86. Tu oración debe ser litúrgica. -Ojalá te aficiones a recitar los salmos,
y las oraciones del misal, en lugar de oraciones privadas o particulares.
87. "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la
boca de Dios", dijo el Señor. - Pan y palabra!: Hostia y oración.
Si no, no vivirás vida sobrenatural.
88. Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su
trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo..., aunque los amigos
a veces traicionan. -No me parece mal.
Pero... ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la
conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?
89.
"María escogió la mejor parte", se lee en el Santo Evangelio. -Allí
está ella, bebiendo las palabras del Maestro. En aparente inactividad, ora y
ama. -Después, acompaña a Jesús en sus predicaciones por ciudades y aldeas.
Sin oración, qué difícil es acompañarle!
90. ¿Que no sabes orar? -Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a
decir: "Señor, que no sé hacer oración!...", está seguro de que
has empezado a hacerla.
91. Me has escrito: "orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?" -¿De
qué? De El, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles,
preocupaciones diarias..., flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y
Amor y desagravio.
En dos palabras: conocerle y conocerte: " tratarse!"
92. "Et in meditatione mea exardescit ignis" -Y, en mi meditación, se
enciende el fuego. -A eso vas a la oración: a hacerte una hoguera, lumbre viva,
que dé calor y luz.
Por eso cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes
echar en el fuego troncos olorosos, echa las ramas y la hojarasca de pequeñas
oraciones vocales, de jaculatorias, que sigan alimentando la hoguera. -Y habrás
aprovechado el tiempo.
93. Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga... Pero,
¿y los méritos de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y... ¿acaso no eres
hijo de Dios?
Además, El te escucha "quoniam bonus..., quoniam in saeculum misericordia
ejus": porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre.
94. Se ha hecho tan pequeño -ya ves: un Niño!- para que te le acerques con
confianza.
95. "In te, Domine, speravi": en ti, Señor, esperé. -Y puse, con los
medios humanos, mi oración y mi cruz. -Y mi esperanza no fue vana, ni jamás lo
será: "non confundar in aeternum"!
96. Habla Jesús: "Así os digo yo: pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá".
Haz oración. ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de éxito?
97. No sabes qué decir al Señor en la oración. No te acuerdas de nada, y, sin
embargo, querrías consultarle muchas cosas. -Mira: toma algunas notas durante
el día de las cuestiones que desees considerar en la presencia de Dios. Y ve
con esa nota luego a orar.
98. Después de la oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la
oración más grata a Dios es la de los niños y la de los enfermos.
99. Cuando vayas a orar, que sea éste un firme propósito: ni más tiempo por
consolación, ni menos por aridez.
100. No digas a Jesús que quieres consuelo en la oración. -Si te lo da,
agradéceselo. -Dile siempre que quieres perseverancia.
101. Persevera en la oración. -Persevera, aunque tu labor parezca estéril. -La
oración es siempre fecunda.
102. Tu inteligencia está torpe, inactiva: haces esfuerzos inútiles para
coordinar las ideas en la presencia del Señor: un verdadero atontamiento!
No te esfuerces, ni te preocupes. -Oyeme bien: es la hora del corazón.
103. Esas palabras, que te han herido en la oración, grábalas en tu memoria y
recítalas pausadamente muchas veces durante el día.
104. "Pernoctans in oratione Dei" -pasó la noche en oración. -Esto
nos dice San Lucas, del Señor.
Tú, ¿cuántas veces has perseverado así? -Entonces...
105. Si no tratas a Cristo en la oración y en el Pan, ¿cómo le vas a dar a
conocer?
106. Me has escrito, y te entiendo: "Hago todos los días mi de oración:
si no fuera por eso!"
107. ¿Santo, sin oración?... -No creo en esa santidad.
108. Te diré, plagiando la frase de un autor extranjero, que tu vida de
apóstol vale lo que vale tu oración.
109. Si no eres hombre de oración, no creo en la rectitud de tus intenciones
cuando dices que trabajas por Cristo.
110. Me has dicho alguna vez que pareces un reloj descompuesto, que suena a
destiempo: estás frío, seco y árido a la hora de tu oración; y, en cambio,
cuando menos era de esperar, en la calle, entre los afanes de cada día, en
medio del barullo y alboroto de la ciudad, o en la quietud laboriosa de tu
trabajo profesional, te sorprendes orando... ¿A destiempo? Bueno; pero no
desaproveches esas campanadas de tu reloj. -El espíritu sopla donde quiere.
111. Me has hecho reír con tu oración... impaciente. -Le decías: "no
quiero hacerme viejo, Jesús... Es mucho esperar para verte! Entonces, quizá no
tenga el corazón en carne viva, como lo tengo ahora. Viejo, me parece tarde.
Ahora, mi unión sería más gallarda, porque te quiero con Amor de
doncel".
112. Me gusta que vivas esa "reparación ambiciosa": el mundo!, me has
dicho. -Bien. Pero, en primer término, los de tu familia sobrenatural y de
sangre, los del país que es nuestra Patria.
113. Le decías: "No te fíes de mí... Yo sí que me fío de ti, Jesús...
Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, mis miserias!" -Y me
parece buena oración.
114. La oración del cristiano nunca es monólogo.
115. "Minutos de silencio". -Dejadlos para los que tienen el corazón
seco.
Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los
cielos.
116. No dejes tu lección espiritual. -La lectura ha hecho muchos santos.
117. En la lectura -me escribes- formo el depósito de combustible. -Parece un
montón inerte, pero es de allí de donde muchas veces mi memoria saca
espontáneamente material, que llena de vida mi oración y enciende mi
hacimiento de gracias después de comulgar.
118. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad.
119. ¿Qué hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable a Dios,
si la separamos de la caridad.
La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego,
que es la pureza.
Sin caridad, la pureza es infecunda, y sus aguas estériles convierten las almas
en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia.
120. ¿Pureza? -preguntan. Y se sonríen. -Son los mismos que van al matrimonio
con el cuerpo marchito y el alma desencantada.
Os prometo un libro -si Dios me ayuda- que podrá llevar este título:
"Celibato, Matrimonio y Pureza".
121. Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la
labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia.
-Y esa cruzada es obra vuestra.
122. Muchos viven como ángeles en medio del mundo. -Tú... ¿por qué no?
123. Cuando te decidas con firmeza a llevar vida limpia, para ti la castidad no
será carga: será corona triunfal.
124. Me escribías, médico apóstol: "Todos sabemos por experiencia que
podemos ser castos, viviendo vigilantes, frecuentando los Sacramentos y apagando
los primeros chispazos de la pasión sin dejar que tome cuerpo la hoguera. Y
precisamente entre los castos se cuentan los hombres más íntegros, por todos
los aspectos. Y entre los lujuriosos dominan los tímidos, egoístas, falsarios
y crueles, que son características de poca virilidad".
125. Yo quisiera -me has dicho- que Juan, el adolescente, tuviera una
confidencia conmigo y me diera consejos: y me animase para conseguir la pureza
de mi corazón.
Si verdaderamente quieres, díselo: y sentirás ánimos y tendrás consejo.
126. La gula es la vanguardia de la impureza.
127. No quieras dialogar con la concupiscencia: despréciala.
128. El pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza.
129. Sin la santa pureza no se puede perseverar en el apostolado.
130. Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que recubre mi
corazón, para que sienta y siga con facilidad los toques del Paráclito en mi
alma.
131. Nunca hables, ni para lamentarte, de cosas o sucesos impuros. -Mira que es
materia más pegajosa que la pez. -Cambia de conversación, y, si no es posible,
síguela, hablando de la necesidad y hermosura de la santa pureza, virtud de
hombres que saben lo que vale su alma.
132. No tengas la cobardía de ser "valiente": huye!
133. Los santos no han sido seres deformes; casos para que los estudie un
médico modernista.
Fueron, son normales: de carne, como la tuya. -Y vencieron.
134. Aunque la carne se vista de seda... -Te diré, cuando te vea vacilar ante
la tentación, que oculta su impureza con pretextos de arte, de ciencia..., de
caridad!
Te diré, con palabras de un viejo refrán español: aunque la carne se vista de
seda, carne se queda.
135. Si supieras lo que vales!... -Es San Pablo quien te lo dice: has sido
comprado "pretio magno" -a gran precio.
Y luego te dice: "glorificate et portate Deum in corpore vestro"
-glorifica a Dios y llévale en tu cuerpo.
136. Cuando has buscado la compañía de una satisfacción sensual... qué
soledad luego!
137. Y pensar que por una satisfacción de un momento, que dejó en ti posos de
hiel y acíbar, me has perdido "el camino"!
138. "Infelix ego homo!, quis me liberabit de corpore mortis hujus?" -
Pobre de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? -Así clama San
Pablo. -Anímate: él también luchaba.
139. A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda:
fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad.
140. No te preocupes, pase lo que pase, mientras no consientas. -Porque sólo la
voluntad puede abrir la puerta del corazón e introducir en él esas
execraciones.
141. En tu alma parece que materialmente oyes: " ese prejuicio
religioso!"... -Y después la defensa elocuente de todas las miserias de
nuestra pobre carne caída: " sus derechos!".
Cuando esto te suceda di al enemigo que hay ley natural y ley de Dios, y Dios!
-Y también infierno.
142. "Domine!" - Señor!- "si vis, potes me mundare" -si
quieres, puedes curarme.
-!Qué hermosa oración para que la digas muchas veces con la fe del leprosito
cuando te acontezca lo que Dios y tú y yo sabemos! -No tardarás en sentir la
respuesta del Maestro: "volo, mundare!" -quiero, sé limpio!
143. Por defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San
Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque
helado... -Tú, ¿qué has hecho?
144. La pureza limpísima de toda la vida de Juan le hace fuerte ante la Cruz.
-Los demás apóstoles huyen del Gólgota: él, con la Madre de Cristo, se
queda.
-No olvides que la pureza enrecia, viriliza el carácter.
145. Un grupo de jóvenes en noble y alegre camaradería. Se oye una canción, y
después otra y más. Aquel muchacho del bigote moreno sólo oyó la primera:
Corazones partidos
yo no los quiero;
y si le doy el mío,
lo doy entero.
" Qué resistencia a dar mi corazón entero!" -Y la oración brotó,
en cauce manso y ancho.
146. Me das la impresión de que llevas el corazón en la mano, como ofreciendo
una mercancía: ¿quién lo quiere? -Si no apetece a ninguna criatura, vendrás
a entregarlo a Dios.
¿Crees que han hecho así los santos?
147. ¿Las criaturas para ti? -Las criaturas para Dios: si acaso, para ti por
Dios.
148. ¿Por qué abocarte a beber en las charcas de los consuelos mundanos si
puedes saciar tu sed en aguas que saltan hasta la vida eterna?
149. Despréndete de las criaturas hasta que quedes desnudo de ellas. Porque
-dice el Papa San Gregorio- el demonio nada tiene propio en este mundo, y
desnudo acude a la contienda. Si vas vestido a luchar con él, pronto caerás en
tierra: porque tendrá de donde cogerte.
150. Parece como si tu Angel te dijera: tienes tu corazón lleno de tanta
afección humana!... -Y luego: ¿eso quieres que custodie tu Custodio?
151. Desasimiento. - Cómo cuesta!... Quién me diera no tener más atadura que
tres clavos ni más sensación en mi carne que la Cruz!
152. ¿No presientes que te aguarda más paz y más unión cuando hayas
correspondido a esa gracia extraordinaria que te exige un total desasimiento?
-Lucha por El, por darle gusto: pero fortalece tu esperanza.
153. Anda!, con generosidad y como un niño, dile: ¿qué me irás a dar cuando
me exiges "eso"?
154. Tienes miedo de hacerte, para todos, frío y envarado. Tanto quieres
despegarte!
-Deja esa preocupación: si eres de Cristo - todo de Cristo!-, para todos
tendrás -también de Cristo- fuego, luz y calor.
155. Jesús no se satisface "compartiendo": lo quiere todo.
156. No quieres sujetarte a la Voluntad de Dios... y te acomodas, en cambio, a
la voluntad de cualquier criaturilla.
157. No me saques las cosas de quicio: si se te da Dios mismo, ¿a qué ese
apego a las criaturas?
158. Ahora son lágrimas. -¿Duele, eh? - Claro, hombre!: por eso precisamente
te han dado ahí.
159. Flaquea tu corazón y buscas un asidero en la tierra. -Bueno; pero cuida de
que el apoyo que tomas para no caer no se convierta en peso muerto que te
arrastre, en cadena que te esclavice.
160. Dime, dime: eso... ¿es una amistad o es una cadena?
161. Haces un derroche de ternura. -Y te digo: caridad con tus prójimos, sí:
siempre. -Pero -óyeme bien, alma de apóstol-, es de Cristo, y sólo para El,
ese otro sentimiento que el Señor mismo ha puesto en tu pecho. -Además..., no
es cierto que al descorrer algún cerrojo de tu corazón -siete cerrojos
necesitas- más de una vez quedó flotando en tu horizonte sobrenatural la
nubecilla de la duda..., y te preguntas, atormentado a pesar de tu pureza de
intención: ¿no habré ido demasiado lejos en mis manifestaciones exteriores de
afecto?
162. El corazón, a un lado. Primero, el deber. -Pero, al cumplir el deber, pon
en ese cumplimiento el corazón: que es suavidad.
163. Si tu ojo derecho te escandalizare..., arráncalo y tíralo lejos! - pobre
corazón, que es el que te escandaliza!
Apriétalo, estrújalo entre tus manos: no le des consuelos. -Y, lleno de una
noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia:
"Corazón, corazón en la Cruz!, corazón en la Cruz!"
164. ¿Cómo va ese corazón? -No te me inquietes: los santos -que eran seres
bien conformados y normales, como tú y como yo -sentían también esas
"naturales" inclinaciones. Y si no las hubieran sentido, su reacción
"sobrenatural" de guardar su corazón -alma y cuerpo- para Dios, en
vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría tenido.
Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón no debe ser
obstáculo para un alma decidida y "bien enamorada".
165. Tú... que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas,
¿de veras te crees que amas a Cristo y no pasas, por El!, esa humillación?
166. Me escribes: "Padre, tengo... dolor de muelas en el corazón".
-No lo tomo a chacota, porque entiendo que te hace falta un buen dentista que te
haga unas extracciones.
Si te dejaras!...
167. " Ah, si hubiera roto al principio!", me has dicho. -Ojalá no
tengas que repetir esa exclamación tardía.
168. "Me hizo gracia que hable usted de la "cuenta" que le
pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez -en el sentido austero de
la palabra- sino simplemente Jesús". -Esta frase, escrita por un Obispo
santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el
tuyo.
169. Te acogota el dolor porque lo recibes con cobardía. -Recíbelo, valiente,
con espíritu cristiano: y lo estimarás como un tesoro.
170. Qué claro el camino!... Qué patentes los obstáculos!... Qué buenas
armas para vencerlos!... -Y, sin embargo, cuántas desviaciones y cuántos
tropiezos! ¿Verdad?
-Es el hilillo sutil -cadena: cadena de hierro forjado-, que tú y yo conocemos,
y que no quieres romper, la causa que te aparta del camino y que te hace
tropezar y aun caer.
-¿A qué esperas para cortarlo... y avanzar?
171. El Amor... bien vale un amor!
172. Si no eres mortificado nunca serás alma de oración.
173. Esa palabra acertada, el chiste que no salió de tu boca; la sonrisa amable
para quien te molesta; aquel silencio ante la acusación injusta; tu bondadosa
conversación con los cargantes y los inoportunos; el pasar por alto cada día,
a las personas que conviven contigo, un detalle y otro fastidiosos e
impertinentes... Esto, con perseverancia, sí que es sólida mortificación
interior.
174. No digas: esa persona me carga. -Piensa: esa persona me santifica.
175. Ningún ideal se hace realidad sin sacrificio. -Niégate. - Es tan hermoso
ser víctima!
176. Cuántas veces te propones servir a Dios en algo... y te has de conformar,
tan miserable eres, con ofrecerle la rabietilla, el sentimiento de no haber
sabido cumplir aquel propósito tan fácil!
177. No desaproveches la ocasión de rendir tu juicio propio. -Cuesta..., pero
qué agradable es a los ojos de Dios!
178. Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor... y sin
Crucifijo, no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la escondida,
sin brillo y sin consuelo..., que está esperando el Crucifijo que le falta: y
ese Crucifijo has de ser tú.
179. Busca mortificaciones que no mortifiquen a los demás.
180. Donde no hay mortificación, no hay virtud.
181. Mortificación interior. -No creo en tu mortificación interior si veo que
desprecias, que no practicas, la mortificación de los sentidos.
182. Bebamos hasta la última gota del cáliz del dolor en la pobre vida
presente. -¿Qué importa padecer diez años, veinte, cincuenta..., si luego es
cielo para siempre, para siempre..., para siempre?
-Y, sobre todo, -mejor que la razón apuntada, "propter retributionem"-,
¿qué importa padecer, si se padece por consolar, por dar gusto a Dios nuestro
Señor, con espíritu de reparación, unido a El en su Cruz, en una palabra: si
se padece por Amor?...
183. Los ojos! Por ellos entran en el alma muchas iniquidades. - Cuántas
experiencias a lo David!... -Si guardáis la vista habréis asegurado la guarda
de vuestro corazón.
184. ¿Para qué has de mirar, si "tu mundo" lo llevas dentro de ti?
185. El mundo admira solamente el sacrificio con espectáculo, porque ignora el
valor del sacrificio escondido y silencioso.
186. Hay que darse del todo, hay que negarse del todo: es preciso que el
sacrificio sea holocausto.
187. Paradoja: para Vivir hay que morir.
188. Mira que el corazón es un traidor. -Tenlo cerrado con siete cerrojos.
189. Todo lo que no te lleve a Dios es un estorbo. Arráncalo y tíralo lejos.
190. Le hacía el Señor decir a un alma, que tenía un superior inmediato
iracundo y grosero: Muchas gracias, Dios mío, por este tesoro verdaderamente
divino, porque ¿cuándo encontraré otro que a cada amabilidad me corresponda
con un par de coces?
191. Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora
fija, sin conceder ni un minuto a la pereza.
Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de
la jornada.
Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza!
192. Siempre sales vencido. -Proponte, cada vez, la salvación de un alma
determinada, o su santificación, o su vocación al apostolado... -Así estoy
seguro de tu victoria.
193. No me seas flojo, blando. -Ya es hora de que rechaces esa extraña
compasión que sientes de ti mismo.
194. Yo te voy a decir cuáles son los tesoros del hombre en la tierra para que
no los desperdicies: hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza,
soledad, traición, calumnia, cárcel...
195. Tuvo acierto quien dijo que el alma y el cuerpo son dos enemigos que no
pueden separarse, y dos amigos que no se pueden ver.
196. Al cuerpo hay que darle un poco menos de lo justo. Si no, hace traición.
197. Si han sido testigos de tus debilidades y miserias, ¿qué importa que lo
sean de tu penitencia?
198. Estos son los frutos sabrosos del alma mortificada: comprensión y
transigencia para las miserias ajenas; intransigencia para las propias.
199. Si el grano de trigo no muere queda infecundo. -¿No quieres ser grano de
trigo, morir por la mortificación, y dar espigas bien granadas? - Que Jesús
bendiga tu trigal!
200. No te vences, no eres mortificado, porque eres soberbio. -¿Que tienes una
vida penitente? No olvides que la soberbia es compatible con la penitencia...
-Más razones: la pena tuya, después de la caída, después de tus faltas de
generosidad, ¿es dolor o es rabieta de verte tan pequeño y sin fuerzas? - Qué
lejos estás de Jesús, si no eres humilde..., aunque tus disciplinas florezcan
cada día rosas nuevas!
201. Qué sabores de hiel y de vinagre, y de ceniza y de acíbar! Qué paladar
tan reseco, pastoso y agrietado! -Parece nada esta impresión fisiológica si la
comparamos con los otros sinsabores de tu alma.
-Es que "te piden más" y no sabes darlo. -Humíllate: ¿quedaría esa
amarga impresión de desagrado, en tu carne y en tu espíritu, si hicieras todo
lo que puedes?
202. ¿Que vas a imponerte voluntariamente un castigo por tu flaqueza y falta de
generosidad? -Bueno: pero que sea una penitencia discreta, como impuesta a un
enemigo que a la vez fuera nuestro hermano.
203. La alegría de los pobrecitos hombres, aunque tenga motivo sobrenatural,
siempre deja un regusto de amargura. -¿Qué creías? -Aquí abajo, el dolor es
la sal de nuestra vida.
204. Cuántos que se dejarían enclavar en una cruz, ante la mirada atónita de
millares de espectadores, no saben sufrir cristianamente los alfilerazos de cada
día! -Piensa, entonces, qué es lo más heroico.
205.
Leíamos -tú y yo- la vida heroicamente vulgar de aquel hombre de Dios. -Y le
vimos luchar, durante meses y años ( qué "contabilidad", la de su
examen particular!), a la hora del desayuno: hoy vencía, mañana era vencido...
Apuntaba: "no tomé mantequilla..., tomé mantequilla!"
Ojalá también vivamos -tú y yo- nuestra..., "tragedia" de la
mantequilla.
206. El minuto heroico. -Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación:
un pensamiento sobrenatural y... arriba! -El minuto heroico: ahí tienes una
mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza.
207. Agradece, como un favor muy especial, ese santo aborrecimiento que sientes
de ti mismo.
208. Bendito sea el dolor. -Amado sea el dolor. -Santificado sea el dolor...
Glorificado sea el dolor!
209. Todo un programa, para cursar con aprovechamiento la asignatura del dolor,
nos da el Apóstol: "spe gaudentes" -por la esperanza, contentos,
"in tribulatione patientes" -sufridos, en la tribulación, "orationi
instantes" -en la oración, continuos.
210. Expiación: ésta es la senda que lleva a la Vida.
211. Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus
negligencias, ofensas y pecados. -Así entierra el labrador, al pie del árbol
que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas. -Y lo que era
estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva
fecundidad.
Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida.
212. Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. -Será, en todo caso, la triste
imagen que pueden formar tus ojos turbios... -Purifícate. Clarifica tu mirada
con la humildad y la penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del
Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: El!
213. Jesús sufre por cumplir la Voluntad del Padre... Y tú, que quieres
también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del
Maestro, ¿podrás quejarte si encuentras por compañero de camino al
sufrimiento?
214. Di a tu cuerpo: prefiero tener un esclavo a serlo tuyo.
215. Qué miedo le tiene la gente a la expiación! Si lo que hacen por bien
parecer al mundo lo hicieran rectificando la intención, por Dios... qué santos
serían algunos y algunas!
216. ¿Lloras? -No te dé verguenza. Llora: que sí, que los hombres también
lloran, como tú, en la soledad y ante Dios. -Por la noche, dice el Rey David,
regaré con mis lágrimas mi lecho.
Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y
sobrenaturalizar tu vida actual.
217. Te quiero feliz en la tierra. -No lo serás si no pierdes ese miedo al
dolor. Porque, mientras "caminamos", en el dolor está precisamente la
felicidad.
218. Qué hermoso es perder la vida por la Vida!
219. Si sabes que esos dolores -físicos o morales- son purificación y
merecimiento, bendícelos.
220. ¿No te produce mal sabor de boca el deseo de bienestar fisiológico
-"Dios le dé salud, hermano"- con que ciertos pobres agradecen o
reclaman una limosna?
221. Si somos generosos en la expiación voluntaria, Jesús nos llenará de
gracia para amar las expiaciones que El nos mande.
222. Que tu voluntad exija a los sentidos, mediante la expiación, lo que las
otras potencias le niegan en la oración.
223. Qué poco vale la penitencia sin la continua mortificación!
224. ¿Tienes miedo a la penitencia?... A la penitencia, que te ayudará a
obtener la Vida eterna. -En cambio, por conservar esta pobre vida de ahora, ¿no
ves cómo los hombres se someten a las mil torturas de una cruenta operación
quirúrgica?
225. Tu mayor enemigo eres tú mismo.
226. Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más caridad que la que se
emplea con un enemigo traidor.
227.
Si sabes que tu cuerpo es tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo
de tu santificación, ¿por qué le tratas con tanta blandura?
228. "Que pasen buena tarde" -nos dijeron, como es costumbre-, y
comentó un alma muy de Dios: qué deseos más cortos!
229. Contigo, Jesús, qué placentero es el dolor y qué luminosa la oscuridad!
230. Sufres! -Pues, mira: "El" no tiene el Corazón más pequeño que
el nuestro. -¿Sufres? Conviene.
231. El ayuno riguroso es penitencia gratísima a Dios. -Pero, entre unos y
otros, hemos abierto la mano. No importa -al contrario- que tú, con la
aprobación de tu Director, lo practiques frecuentemente.
232. ¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición,
hacimiento de gracias: medio para ir adelante...: por ti, por mí, por los
demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y mil motivos más.
233. No hagas más penitencia que la que te consienta tu Director.
234. Cómo ennoblecemos el dolor, poniéndolo en el lugar que le corresponde
(expiación) en la economía del espíritu!
235. Examen. -Labor diaria. -Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un
negocio.
¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?
236. A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.
237. Examínate: despacio, con valentía. -¿No es cierto que tu mal humor y tu
tristeza inmotivados -inmotivados, aparentemente- proceden de tu falta de
decisión para romper los lazos sutiles, pero "concretos", que te
tendió -arteramente, con paliativos- tu concupiscencia?
238. El examen general parece defensa. -El particular, ataque. -El primero es la
armadura. El segundo, espada toledana.
239. Una mirada al pasado. Y... ¿lamentarte? No: que es estéril. -Aprender:
que es fecundo.
240. Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de
combate que es el examen particular.
241. Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud
determinada o a arrancar el defecto que te domina.
242. "Lo que debo a Dios, por cristiano: mi falta de correspondencia, ante
esa deuda, me ha hecho llorar de dolor: de dolor de Amor. "Mea
culpa!"" -Bueno es que vayas reconociendo tus deudas: pero no olvides
cómo se pagan: con lágrimas... y con obras.
243. "Qui fidelis est in minimo et in majori fidelis est" -quien es
fiel en lo poco también lo es en lo mucho. -Son palabras de San Lucas que te
señalan -haz examen- la raíz de tus descaminos.
244. Reacciona. -Oye lo que te dice el Espíritu Santo: "Si inimicus meus
maledixisset mihi, sustinuissem utique" -si mi enemigo me ofende, no es
extraño, y es más tolerable. Pero, tú... "tu vero homo unanimis, dux
meus, et notus meus, qui simul mecum dulces capiebas cibos" - tú, mi
amigo, mi apóstol, que te asientas a mi mesa y comes conmigo dulces manjares!
245. En días de retiro tu examen debe tener más hondura y más extensión que
el tiempo habitual nocturno. -Si no, pierdes una gran ocasión de rectificar.
246. Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por
todos los pecados de los hombres... -Y considera el cuidado paternal de Dios,
que te quitó los obstáculos para que no tropezases.
247.
Concreta. -Que no sean tus propósitos luces de bengala que brillan un instante
para dejar como realidad amarga un palitroque negro e inútil que se tira con
desprecio.
248. Eres tan joven! -Me pareces un barco que emprende la marcha. -Esa ligera
desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto.
249. Haz pocos propósitos. -Haz propósitos concretos. -Y cúmplelos con la
ayuda de Dios.
250. Me has dicho, y te escuché en silencio: "Sí: quiero ser santo."
Aunque esta afirmación, tan difuminada, tan general, me parezca de ordinario
una tontería.
251. Mañana!: alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los
vencidos.
252. Haz este propósito determinado y firme: acordarte, cuando te den honras y
alabanzas, de aquello que te averguenza y sonroja.
Esto es tuyo; la alabanza y la gloria, de Dios.
253.
Pórtate bien "ahora", sin acordarte de "ayer", que ya
pasó, y sin preocuparte de "mañana", que no sabes si llegará para
ti.
254. Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora. -No te dejes engañar:
"ahora" no es demasiado pronto... ni demasiado tarde.
255. ¿Quieres que te diga todo lo que pienso de "tu camino"? -Pues,
mira: que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más:
que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de que hablo
antes y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros...
Y serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida.
256. Esa llaga duele. -Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus
propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.
257. Estás como un saco de arena. -No haces nada de tu parte. Y así no es
extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. -Reacciona.
258. Rechaza esos escrúpulos que te quitan la paz. -No es de Dios lo que roba
la paz del alma.
Cuando Dios te visite sentirás la verdad de aquellos saludos: la paz os doy...,
la paz os dejo..., la paz sea con vosotros..., y esto, en medio de la
tribulación.
259. Todavía los escrúpulos! -Habla con sencillez y claridad a tu Director.
Obedece... y no empequeñezcas el Corazón amorosísimo del Señor.
260. Tristeza, apabullamiento. No me extraña: es la nube de polvo que levantó
tu caída. Pero, basta!: ¿acaso el viento de la gracia no llevó lejos esa
nube?
Después, tu tristeza -si no la rechazas- bien podría ser la envoltura de tu
soberbia. -¿Es qué te creías perfecto e impecable?
261. Te prohíbo que pienses más en eso. -En cambio, bendice a Dios, que
volvió la vida a tu alma.
262. No pienses más en tu caída. -Ese pensamiento, además de losa que te
cubre y abruma, será fácilmente ocasión de próximas tentaciones. -Cristo te
perdonó: olvídate del hombre viejo.
263. No te desalientes. -Te he visto luchar...: tu derrota de hoy es
entrenamiento para la victoria definitiva.
264. Te has portado bien..., aunque hayas caído así de hondo. -Te has portado
bien, porque te humillaste, porque has rectificado, porque te has llenado de
esperanza, y la esperanza te trajo de nuevo al Amor. -No pongas esa cara boba de
pasmo: te has portado bien! -Te alzaste del suelo: "surge", resonó de
nuevo la voz poderosa, "et ambula!": ahora, a trabajar!
265. Los hijos... Cómo procuran comportarse dignamente cuando están delante de
sus padres!
Y los hijos de Reyes, delante de su padre el Rey, cómo procuran guardar la
dignidad de la realeza!
Y tú... ¿no sabes que estás siempre delante del Gran Rey, tu Padre-Dios?
266. No tomes una decisión sin detenerte a considerar el asunto delante de
Dios.
267. Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo.
-Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y
no consideramos que también está siempre a nuestro lado.
Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas
las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos,
bendiciendo... y perdonando.
!Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles,
después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día
volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la
cara seria, nos reprende..., a la par que se enternece su corazón, conocedor de
nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien!
Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro
es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.
268. Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas
veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque
no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.
Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. -Porque creó el
Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. -Porque hizo a aquel hombre
elocuente y a ti te hizo premioso...
Dale gracias por todo, porque todo es bueno.
269. No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada
Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. -El te
espera.
No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una
jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende
a Cristo.
270. ¿No te alegra si has descubierto en tu camino habitual por las calles de
la urbe otro Sagrario!?
271. Decía un alma de oración: en las intenciones, sea Jesús nuestro fin; en
los afectos, nuestro Amor; en la palabra, nuestro asunto; en las acciones,
nuestro modelo.
272. Emplea esas santas "industrias humanas" que te aconsejé para no
perder la presencia de Dios: jaculatorias, actos de Amor y desagravio,
comuniones espirituales, "miradas" a la imagen de Nuestra Señora...
273. Solo! -No estás solo. Te hacemos mucha compañía desde lejos.
-Además..., asentado en tu alma en gracia, el Espíritu Santo -Dios contigo- va
dando tono sobrenatural a todos tu pensamientos, deseos y obras.
274. Padre -me decía aquel muchachote (¿qué habrá sido de él?), buen
estudiante de la Central-, pensaba en lo que usted me dijo... que soy hijo de
Dios!, y me sorprendí por la calle, "engallado" el cuerpo y soberbio
por dentro... hijo de Dios!"
Le aconsejé, con segura conciencia, fomentar la "soberbia".
275. No dudo de tu rectitud. -Sé que obras en la presencia de Dios. Pero, hay
un pero!: tus acciones las presencian o las pueden presenciar hombres que
juzguen humanamente... Y es preciso darles buen ejemplo.
276. Si te acostumbras, siquiera una vez por semana, a buscar la unión con
María para ir a Jesús, verás cómo tienes más presencia de Dios.
277. Me preguntas: ¿por qué esa Cruz de palo? -Y copio de una carta: "Al
levantar la vista del microscopio la mirada va a tropezar con la Cruz negra y
vacía. Esta Cruz sin Crucificado es un símbolo. Tiene una significación que
los demás no verán. Y el que, cansado, estaba a punto de abandonar la tarea,
vuelve a acercar los ojos al ocular y sigue trabajando: porque la Cruz solitaria
está pidiendo unas espaldas que carguen con ella".
278. Ten presencia de Dios y tendrás vida sobrenatural.
279. La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones.
-Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión: la
altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen.
280. Si pierdes el sentido sobrenatural de tu vida, tu caridad será
filantropía; tu pureza, decencia; tu mortificación, simpleza; tu disciplina,
látigo, y todas tus obras, estériles.
281. El silencio es como el portero de la vida interior.
282. Paradoja: es más asequible ser santo que sabio, pero es más fácil ser
sabio que santo.
283. Distraerte. - Necesitas distraerte!..., abriendo mucho tus ojos para que
entren bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencias de
tu miopía...
Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve
insospechados, las maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y tratarás
a Dios..., y conocerás tu miseria..., y te endiosarás... con un endiosamiento
que, al acercarte a tu Padre, te hará más hermano de tus hermanos los hombres.
284. Aspiración: Que sea yo bueno, y todos los demás mejores que yo.
285. La conversión es cosa de un instante. -La santificación es obra de toda
la vida.
286. Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios.
287. Pureza de intención. -La tendrás siempre, si, siempre y en todo, sólo
buscas agradar a Dios.
288. Métete en las llagas de Cristo Crucificado. -Allí aprenderás a guardar
tus sentidos, tendrás vida interior, y ofrecerás al Padre de continuo los
dolores del Señor y los de María, para pagar por tus deudas y por todas las
deudas de los hombres.
289. Tu impaciencia santa, por servirle, no desagrada a Dios. -Pero será
estéril si no va acompañada de un efectivo mejoramiento en tu conducta diaria.
290. Rectificar. -Cada día un poco. -Esta es tu labor constante si de veras
quieres hacerte santo.
291. Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que
ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos?
A todos, sin excepción, dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre
Celestial es perfecto".
292. Precisamente tu vida interior debe ser eso: comenzar... y recomenzar.
293. En la vida interior, ¿has considerado despacio la hermosura de
"servir" con voluntariedad actual?
294. No se veían las plantas cubiertas por la nieve. -Y comentó, gozoso, el
labriego dueño del campo: "ahora crecen para adentro."
-Pensé en ti: en tu forzosa inactividad...
-Dime: ¿creces también para adentro?
295. Si no eres señor de ti mismo, aunque seas poderoso, me causa pena y risa
tu señorío.
296. Es duro leer, en los Santos Evangelios, la pregunta de Pilato: "¿A
quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, que se llama
Cristo?" -Es más penoso oír la respuesta: " A Barrabás!"
Y más terrible todavía darme cuenta de que muchas veces!, al apartarme del
camino, he dicho también " a Barrabás!", y he añadido "¿a
Cristo?... "Crucifige eum!" - Crucifícalo!"
297. Todo eso, que te preocupa de momento, importa más o menos. -Lo que importa
absolutamente es que seas feliz, que te salves.
298. Luces nuevas! - Qué alegría tienes por que el Señor te hizo descubrir
otro Mediterráneo!
-Aprovecha esos instantes: es la hora de romper a cantar un himno de acción de
gracias: y es también la hora de desempolvar rincones de tu alma, de dejar
alguna rutina, de obrar más sobrenaturalmente, de evitar un posible escándalo
en el prójimo...
-En una palabra: que tu agradecimiento se manifieste en un propósito concreto.
299. Cristo ha muerto por ti. -Tú... ¿qué debes hacer por Cristo?
300. Tu experiencia personal -ese desabrimiento, esa inquietud, esa amargura- te
hace vivir la verdad de aquellas palabras de Jesús: nadie puede servir a dos
señores!
301. Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de
santos.
-Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana.
-Después... "pax Christi in regno Christi" -la paz de Cristo en el
reino de Cristo.
302. Tu Crucifijo. -Por cristiano, debieras llevar siempre contigo tu Crucifijo.
Y ponerlo sobre tu mesa de trabajo. Y besarlo antes de darte al descanso y al
despertar: y cuando se rebele contra tu alma el pobre cuerpo, bésalo también.
303. Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre -Jesús- y a decirle que
le quieres.
304. Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta
falta hace para tener en marcha la vida interior.
305. Me has escrito: "La sencillez es como la sal de la perfección. Y es
lo que a mí me falta. Quiero lograrla, con la ayuda de El y de usted."
-Ni la de El ni la mía te faltará. -Pon los medios.
306. Que la vida del hombre sobre la tierra es milicia, lo dijo Job hace muchos
siglos.
-Todavía hay comodones que no se han enterado.
307. Ese modo sobrenatural de proceder es una verdadera táctica militar.
-Sostienes la guerra -las luchas diarias de tu vida interior- en posiciones, que
colocas lejos de los muros capitales de tu fortaleza.
Y el enemigo acude allí: a tu pequeña mortificación, a tu oración habitual,
a tu trabajo ordenado, a tu plan de vida: y es difícil que llegue a acercarse
hasta los torreones, flacos para el asalto, de tu castillo. -Y si llega, llega
sin eficacia.
308. Me escribes y copio: "Mi gozo y mi paz. Nunca podré tener verdadera
alegría si no tengo paz. ¿Y qué es la paz? La paz es algo muy relacionado con
la guerra. La paz es consecuencia de la victoria. La paz exige de mí una
continua lucha, sin lucha no podré tener paz".
309. Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios! -Porque en
los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se
perdona.
Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia!
310. "Induimini Dominum Jesum Christum" -revestíos de Nuestro Señor
Jesucristo, decía San Pablo a los Romanos. -En el Sacramento de la Penitencia
es donde tú y yo nos revestimos de Jesucristo y de sus merecimientos.
311. La guerra! -La guerra tiene una finalidad sobrenatural -me dices-
desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros...
-La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil. -Pero tendremos, al
final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas.
312. Poder de tu nombre, Señor! -Encabecé mi carta, como suelo: "Jesús
te me guarde".
-Y me escriben: "El Jesús te me guarde! de su carta ya me ha servido para
librarme de una buena. Que El les guarde también a todos".
313. "Ya que el Señor me ayuda con su acostumbrada generosidad, procuraré
corresponder con un "afinamiento" de mis modos", me dijiste. -Y
yo no tuve nada que añadir.
314. Te escribí, y te decía: "me apoyo en ti: tu verás qué
hacemos...!" - Qué íbamos a hacer, sino apoyarnos en el Otro!
315. Misionero. -Sueñas con ser misionero. Tienes vibraciones a lo Xavier: y
quieres conquistar para Cristo un imperio. -¿El Japón, China, la India,
Rusia..., los pueblos fríos del norte de Europa, o América, o Africa, o
Australia?
-Fomenta esos incendios en tu corazón, esas hambres de almas. Pero no me
olvides que eres más misionero "obedeciendo". Lejos geográficamente
de esos campos de apostolado, trabajas "aquí" y "allí":
¿no sientes - como Xavier!- el brazo cansado después de administrar a tantos
el bautismo?
316. Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere
su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o
como un pobrecito sensual su placer?
-¿No? -Entonces no quieres.
317. Qué afán ponen los hombres en sus asuntos terrenos!: ilusiones de
honores, ambición de riquezas, preocupaciones de sensualidad. -Ellos y ellas,
ricos y pobres, viejos y hombres maduros y jóvenes y aun niños: todos igual.
-Cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de nuestra alma
tendremos una fe viva y operativa: y no habrá obstáculo que no venzamos en
nuestras empresas de apostolado.
318. Para ti, que eres deportista, qué buena razón es esta del Apóstol!:
"Nescitis quod ii qui in stadio currunt omnes quidem currunt, sed unus
accipit bravium? Sic currite ut comprehendatis" -¿No sabéis que los que
corren en el estadio, aunque todos corren, uno sólo se lleva el premio? Corred
de tal manera que le ganéis.
319. Recógete. -Busca a Dios en ti y escúchale.
320. Fomenta esos pensamientos nobles, esos santos deseos incipientes... -Un
chispazo puede dar lugar a una hoguera.
321. Alma de apóstol: esa intimidad de Jesús contigo, tan cerca de El, tantos
años!, ¿no te dice nada?
322. Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania... -Hazte amigo
de los amigos del Maestro: Lázaro, Marta, María. -Y después ya no me
preguntarás por qué llamo Betania a nuestro Sagrario.
323. Tú sabes que hay "consejos evangélicos". Seguirlos es una
finura de amor. -Dicen que es camino de pocos. -A veces, pienso que podría ser
camino de muchos.
324. "Quia hic homo coepit aedificare et non potuit consummare!" -
comenzó a edificar y no pudo terminar!
Triste comentario, que, si no quieres, no se hará de ti: porque tienes todos
los medios para coronar el edificio de tu santificación: la gracia de Dios y tu
voluntad.
325. Lucha contra esa flojedad que te hace perezoso y abandonado en tu vida
espiritual. -Mira que puede ser el principio de la tibieza..., y, en frase de la
Escritura, a los tibios los vomitará Dios.
326. Me duele ver el peligro de tibieza en que te encuentras cuando no te veo ir
seriamente a la perfección dentro de tu estado.
-Di conmigo: no quiero tibieza!: "confige timore tuo carnes meas!" -
dame, Dios mío, un temor filial, que me haga reaccionar!
327. Ya sé que evitas los pecados mortales. - Quieres salvarte! -Pero no te
preocupa ese continuo caer deliberadamente en pecados veniales, aunque sientes
la llamada de Dios, para vencerte en cada caso.
-Tu tibieza hace que tengas esa mala voluntad.
328. Qué poco amor de Dios tienes cuando cedes sin lucha porque no es pecado
grave!
329. Los pecados veniales hacen mucho daño al alma. -Por eso, "capite
nobis vulpes parvulas, quae demoliuntur vineas", dice el Señor en el
"Cantar de los Cantares": cazad las pequeñas raposas que destruyen la
viña.
330. Qué pena me das mientras no sientas dolor de tus pecados veniales!
-Porque, hasta entonces, no habrás comenzado da tener verdadera vida interior.
331. Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren
al Señor; si buscas con cálculo o "cuquería" el modo de disminuir
tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus
conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras
por motivos humanos.